¿Quién Era Samuel?
Samuel, último juez (1Samuel 7,15) y primer profeta (3,20), (siglo XI a.C.) constituye una figura importante de transición, pues vive en un momento decisivo para la historia de Israel. Nació como fruto de una profunda oración, fruto de la gracia y del amor de Dios; y todavía tierno, lleno de inocencia, su madre lo presentó y consagró a Dios (2,11). Experimentó a Yahvé desde su niñez, sintiéndolo como un Dios que escucha la voz de los oprimidos y desesperanzados y rechaza todo tipo manipuleo de la religión para cometer injusticias. Con Samuel se inaugura la figura de los profetas como transmisores de la palabra de Dios a su pueblo. “La Palabra de Dios era escasa en aquellos días” (3,1), pues no había quien la escuchara. La actitud fundamental de Samuel es la de escucha de la Palabra de Dios: “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (3,10) quien elige al insignificante ante los hombres para transmitir su mensaje a los poderosos. Samuel sabe que Yahvé tiene un plan liberador sobre su pueblo; quiere que Israel viva en fraternidad, en solidaridad, en un sistema social en el que todos sean reconocidos en su dignidad. Y su pueblo lleva ya casi doscientos años esforzándose por llevar a la práctica el proyecto de ser un pueblo de hermanos, muy distinto al de los pueblos vecinos. Por eso demuestra su desagrado cuando le piden que le nombre un rey, así como tienen los demás pueblos. Y es con Samuel que se palpa una presencia permanente de Dios en la historia de su pueblo; un Dios comprometido con la realidad de la gente, que ama a los pequeños y escucha su clamor; un Dios generoso en responder, lleno de misericordia, que pisa tierra al lado de su pueblo; un Dios que nunca abandona, dador de vida; un Dios que elige, llama y se mantiene siempre fiel a su alianza.
¿Qué tradiciones transmitía?
El primer libro de Samuel da dos tradiciones muy diferentes de la institución de la monarquía.
a) Una está en contra de la monarquía. La encontramos en 1 Samuel 8; 10; 12. El personaje principal de esta sección es Samuel, quién actúa como juez. Es el pueblo quien pide un rey al viejo Samuel, para ser como los demás pueblos, lo cual es como un atentado contra la voluntad de Dios. En esta primera versión, Saúl es designado rey mediante la suerte ante el pueblo reunido por Samuel en Mispá.
b) La segunda tradición, en pro de la monarquía está en 1 Samuel 9; 10, 1-16; 11. La historia queda centrada en Saúl, y a Samuel se lo presenta más bien como profeta, a quien Saúl encuentra por pura casualidad. Dios quiere la realeza.
La narración en contra de la monarquía debe ser posterior; presupone la experiencia del fracaso de la monarquía. La tradición en favor de la monarquía, por otra parte, está más próxima a los sucesos; su estilo popular es un dato de autenticidad. De hecho la monarquía es el fruto natural de la unidad que se había estado consiguiendo en la terminación del período de los Jueces, porque la unidad era algo imperativo frente al peligro creciente de los filisteos.
El último juez ungió al primer rey, y este rey tuvo muchos aspectos de juez. El rey fue elegido por Dios, poseído de su espíritu; fue su espíritu el que le impulsó a grandes hazañas.
Así aparece por primera vez el concepto de monarquía nacional. El reino de Israel fue modelado conforme a los de Amón, Moab y Edom, establecidos poco tiempo antes de la conquista, y de los reinos arameos de Siria. Más que una imitación es un desarrollo paralelo entre los pueblos de la misma raza y que hacía poco se habían hecho sedentarios (= agricultores)
Ignacio Padró
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