Dos creaciones: En los dos capítulos primeros del Génesis, se nos ofrecen dos versiones distintas de esta primera salida de Dios hacia fuera de sí mismo dentro del acto creador. Actualmente las dos versiones se hallan yuxtapuestas, pero en su origen, se hallan separadas entre sí por cinco siglos de distancia entre la segunda y la primera. A esta separación cronológica son debidas en gran parte las profundas diferencias existentes entre ellas. Los dos relatos de la creación demuestran que ninguno de ellos resultó plenamente satisfactorio para describir aquella acción divina original, ni siquiera para los lectores de la Biblia en el siglo V antes de Cristo. En esta misma dirección nos orientan otras descripciones del mismo acontecimiento y que nada tienen que ver con estas dos primeras. Paradójicamente la Biblia se abre con una narración tardía en cuanto a su origen. Debe situarse en el siglo V y es el llamado relato sacerdotal de la creación (Gn 1,1-2,4a). De él han desaparecido los rasgos antropomórficos de la divinidad. Se acentúa la trascendencia divina. Dios crea por la palabra, sin esfuerzo ni fatiga de ninguna clase. Se parte de la diferencia radical entre Dios y lo creado: la creación es obra suya. Se afirma la relación de Dios con el mundo, estableciendo diversos grados por lo que a la actuación inmediata de Dios se refiere. El teólogo que elaboró este relato de la creación era, al mismo tiempo, un pedagogo excepcional. Es consciente de la dificultad que entraña el hacer comprender al hombre la acción de Dios. Y parte de algo que es familiar al hombre, el esquema de la semana en el que se desenvuelve su vida. A continuación tenemos, en el estado actual de las tradiciones bíblicas, el relato Yahvista (Gn 24b-25). En las imágenes y cuadros utilizados, el Yahvista aparece como un gran teólogo y artista. Detrás de una presentación antropomórfica de la divinidad y de los cuadros e imágenes utilizados se descubre al teólogo que se interesa por descubrir la acción de Dios y la respuesta que al hombre se le exige.
A imagen de Dios: Aunque por distintos caminos, tanto el Yahvista como el Sacerdotal colocan al hombre en el centro de gravedad de sus relatos; o bien como en el principio justificante de la creación (el yahvista) o como la culminación de la misma (el sacerdotal), la afirmación más significativa la tenemos en la imagen de Dios conforme a la cual fue creado el hombre. Tenemos también una condenación clara y terminante de la posible tentación del hombre de entrar en competencia con Dios. Sólo Dios posee el derecho sobre la vida. La vida y dicha del hombre depende de su proximidad con Dios y la tentación de ser como Dios es una auténtica falacia para el hombre.
La Mujer: El relato Yahvista de la creación da peculiar relieve a la creación de la mujer. La narración ha sido ridiculizada muchas veces; tiene, sin embargo, una gran profundidad que el texto mismo nos ayuda a descubrir: Se trata de la ayuda adecuada para el hombre (Gn 2,18). Esta ayuda adecuada no se encuentra en ninguna de las cosas y especies creadas. Al ser tomada del hombre se afirma, en la terminología actual, la igualdad de naturaleza y de hechos. Al verla, el hombre la saluda a ese nivel. El Yahvista explica así la totalidad de la naturaleza humana, hombre y mujer, y la mutua atracción.
Nacho Padró
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