entre los milenios X y VI a.C. tuvo lugar en el Próximo Oriente un cambio crucial en la historia: la llamada revolución neolítica. En este largo proceso, la antigua sociedad de cazadores-recolectores dio paso a una auténtica economía agrícola, basada en la domesticación de ciertas plantas y animales. Los arqueólogos han localizado los testimonios más antiguos de esta evolución en el Creciente Fértil, una amplia área en forma de media luna que abarca desde Mesopotamia al Valle del Nilo, y que comprende yacimientos como Jericó, en Cisjordania, o Jarmo y Shanidar, en el actual Irak.
A ellos se ha añadido otro yacimiento situado en el sureste de la actual Turquía: Göbekli Tepe. Descubierto en 1995 por el arqueólogo alemán Klaus Schmidt, quien lo excavó hasta su muerte en 2014, Göbekli Tepe se ha convertido en un lugar clave que ha revolucionado nuestra comprensión del modo en que se produjo la revolución neolítica.
Göbekli Tepe se data en el llamado Neolítico Precerámico, cuando se inició la domesticación de la flora y la fauna y la cerámica aún no existía. En el yacimiento no se han encontrado especies domésticas, y sí gran cantidad de huesos de gacelas y jabalíes, lo que indica que se trataría de un lugar construido por cazadores-recolectores. No obstante, también se hallaron pequeños molinos de piedra y hoces de sílex, que ya apuntan a los comienzos del Neolítico: en el monte Karaca Dag, a tan sólo treinta kilómetros de Göbekli Tepe, se han identificado las primeras especies silvestres domesticadas, entre ellas el trigo.
Pero lo que hace especial al yacimiento es su arquitectura monumental. En el recinto excavado hasta ahora se han hallado una serie de construcciones megalíticas circulares, con muros que intercalan pilares en forma de T, con una altura que oscila entre el metro y medio de las construcciones más recientes y los cinco metros y medioen el caso de las más antiguas.
En el centro de estos edificios se situaban dos pilares más altos, también en forma de T, con figuras humanas muy esquemáticas, ojos y brazos incisos en la piedra y algunos trazos que representarían la vestimenta. La identidad de estos seres no se puede constatar con seguridad, pero su tamaño y disposición en el centro del complejo parecen apuntar a una naturaleza divina o a personas con una posición de mando.
UN YACIMIENTO MILENARIO
Hasta la fecha sólo se han excavado algunas de estas estructuras. Las prospecciones demuestran que Göbekli Tepe se extiende a lo largo de nueve hectáreas y que aún permanecen sepultados varios recintos, quizás una veintena. Existe la posibilidad de que alguno de ellos sea más antiguo que los excavados hasta la fecha –que se remontan al X milenio a.C.– y, en consecuencia, anterior a las primeras evidencias de agricultura.
En los edificios excavados parece leerse una secuencia según la cual los más antiguos presentan los bloques de mayor tamaño y más ricos en decoración, mientras que en la fase más reciente se reducen las dimensiones, y la complejidad de la decoración; además, las estructuras están rodeadas de muros rectangulares. Los edificios de Göbekli Tepe se construyeron con piedra caliza local procedente de canteras situadas a unos cientos de metros de distancia, y el transporte de bloques de varias toneladas de peso fue una verdadera hazaña, dada la sencillez de la tecnología disponible. Una obra de esta magnitud exigía una organización colectiva de gran envergadura en un momento en que los grupos humanos eran de pequeñas dimensiones, lo que implica que para la construcción de Göbekli Tepe se asociaron diversas tribus o clanes.
Además de por sus dimensiones colosales, el yacimiento es único por su repertorio artístico. En los pilares se han grabado en relieve animales salvajes como jabalíes, zorros, toros, aves, serpientes, escorpiones… Se discute si se trata de espíritus guía animales que simbolizarían y protegerían a los diferentes clanes que se reunían allí, e incluso si su función era la de proteger a los seres de piedra que se erigen en el centro del complejo. En los relieves también aparecen formas humanas, y, además, se han hallado esculturas y figuras humanas y de animales. Destacan una mujer mostrada frontalmente –tal vez un símbolo de fertilidad– y varias figuras decapitadas.
¿ERA UN TEMPLO?
La gran pregunta que se han planteado los arqueólogos a propósito de Göbekli Tepe es obvia: ¿Cuál era su función? El descubridor del yacimiento, Klaus Schmidt, no tenía dudas: fue un centro religioso erigido por grupos de cazadores-recolectores que peregrinaban periódicamente hasta allí para celebrar algún tipo de ritual. Esto suponía cuestionar muchas ideas establecidas.
Las otras construcciones megalíticas que conocemos son muy posteriores en el tiempo –Stonehenge, por ejempo, data del III milenio a.C.– y se relacionan con sociedades agrícolas complejas, dotadas de un conjunto de creencias religiosas que garantizaban su cohesión. Los edificios de Göbekli Tepe, en cambio, parecen relacionados aún con grupos de cazadores-recolectores, de lo que cabe deducir que la religión se desarrolló antes que la agricultura.
Existen otras teorías. El antropólogo canadiense Ted Banning ha sostenido que el complejo de Göbekli Tepe podría interpretarse como un lugar de residencia, y lo pone en relación con espacios comunales con tótems descubiertos en la costa noroeste de Estados Unidos. Pero esta teoría alternativa no puede explicar hallazgos como las herramientas de piedra de distinta procedencia, algunas producidas a una distancia considerable, cuya presencia se explica mejor si Göbekli Tepe hubiese sido un centro de peregrinación para distintos grupos de cazadores-recolectores.
La principal dificultad para mantener que hubo un asentamiento de carácter más o menos permanente en Göbekli Tepe es que no se puede asegurar que las estructuras que se han hallado estuvieran cubiertas, aunque algunos expertos lo afirman en base a la disposición de los pilares y otras cuestiones estructurales, y, en especial, porque las estructuras más recientes presentan divisiones internas que sugieren habitaciones.
Por otro lado, la elevada cantidad descubierta de huesos de animales destinados al consumo podría sugerir la existencia de un asentamiento, pero Klaus Schmidt los interpretó como restos de banquetes que formarían parte de los rituales, aceptando que Göbekli Tepe habría acogido algún tipo de clero.
ENVUELTO EN EL MISTERIO
Göbekli Tepe sigue envuelto en interrogantes. Por ejemplo, el de las causas de su abandono, sobre el que se han aventurado diversas hipótesis: que los edificios se enterraran ritualmente una vez perdido su potencial mágico o quizás en respuesta a la muerte de un personaje importante, como un jefe de clan, tras lo cual se erigían nuevas construcciones. Recientemente también se ha abogado por la posibilidad de que el abandono no fuera intencionado, sino que obedeciera a derrumbamientos y a la erosión.
Los templos de Göbekli Tepe no son un caso totalmente singular. En varios yacimientos anatólicos se han descubierto algunas estructuras parecidas. En Nevali Çori –un asentamiento cercano que quizá surgió a consecuencia del abandono definitivo de Göbekli– se han hallado pilares en forma de T. Por otra parte, la iconografía de Göbekli Tepe se parece a los relieves de serpientes y jabalíes de Nevali Çori o a los buitres de Nahal Hemar (Israel) y Jericó. Todo ello apunta a un trasfondo religioso común que evolucionó con la revolución neolítica y sirvió de base a la integración de grupos humanos mucho más numerosos que las simples unidades familiares o clanes. Fue ese caldo de cultivo el que permitió que, en el X milenio a.C., surgiera en un rincón de Anatolia el que posiblemente sea el primer templo de la historia.
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