La trata de personas es una realidad difícil de cuantificar. Las dinámicas propias del fenómeno de la trata favorecen la clandestinidad y la desprotección de personas en esta situación.
En este contexto, determinados perfiles de víctimas y finalidades de explotación, tales como la trata laboral, los niños, niñas y hombres en procesos de trata, continúan siendo muy invisibles a las autoridades, organizaciones especializadas y a la sociedad en general.
Con la elaboración del borrador de Ley Integral contra la Trata de Seres Humanos, este y otros debates se han introducido en la agenda pública. Pero no solo en España: precisamente el Consejo y el Parlamento Europeo recientemente han publicado la proposición de Directiva sobre Due Diligence empresarial en materia de sostenibilidad donde abordan el gran impacto que tienen las empresas en la lucha contra la trata infantil, el trabajo forzoso infantil y la explotación sexual de niños y niñas.
El Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones y UNICEF España han liderado el proyecto Cultura de Datos en la Trata de Seres Humanos, uno de cuyos objetivos ha sido diseñar una herramienta para calcular la cifra oculta de personas víctimas de trata.
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Así, se utilizó el método de Estimación de Sistemas Múltiples (MSE, por sus siglas en inglés) promovido por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) en diferentes países de la Unión Europea.
La cifra oculta de infancia
Su aplicación en la Comunidad de Madrid para el periodo 2015–2019 ha dado como resultados datos muy significativos. Si nos centramos en los resultados de la cifra oculta de infancia víctima de trata, el 85 % de niños y niñas que la sufren no fueron observados ni detectados por ninguna autoridad u organización. Es decir, por cada niño o niña víctima de trata observada, se estima que habría 5,7 sin observar.
Por si estas cifras no fueran suficientemente preocupantes, al analizar de forma desagregada estos datos, teniendo en cuenta las variables de sexo y edad, advertimos unos resultados aún más alarmantes: por cada niña víctima de trata observada, se estima que hay 3,5 sin observar. Sin embargo, por cada niño víctima de trata observado, se estima que hay 19 sin observar.
Un único recurso para menores
A pesar de estos datos y de los continuos reclamos por parte de la sociedad civil, actualmente en España sólo hay un recurso específico para víctimas de trata menores de edad: está en la Comunidad de Madrid y lo gestiona la asociación APRAMP. También hay 16 plazas en recursos para mayores de edad víctimas de explotación sexual que están disponibles para niñas en toda España. Respecto a niños víctimas de trata, aún no hay ningún recurso que atienda las necesidades específicas que presentan.
Adicionalmente, el sistema de protección a la infancia no está preparado para hacer una detección proactiva de necesidades específicas de protección, entre las que se encuentra la situación de trata o explotación.
Prueba de ello han sido los últimos acontecimientos ocurridos en centros de protección a la infancia en las ciudades de Málaga y Madrid, entre otras.
Estas cifras ponen sobre la mesa la incipiente necesidad de implementar una cultura de datos en la lucha contra la trata de seres humanos. Una cultura que tenga un impacto en las actitudes y acciones que se toman en torno a dichos datos. Parte de ella sería el desarrollo de mecanismos estadísticos innovadores que nos permitan obtener datos fiables y robustos sobre la magnitud del fenómeno de la trata, como el método MSE.
Cómo funciona la herramienta
De manera muy simple, esta herramienta se engloba en las metodologías estadísticas indirectas que utilizan fuentes de información incompletas para estimar la prevalencia real de una población desconocida. El MSE utiliza como mínimo tres fuentes de información o listas para conocer la población no observada. La metodología parte del conteo de registros iguales en diferentes listas, teniendo en cuenta la distribución de los mismos en las listas de datos, mediante la implementación del modelo log-lineal de Poisson.
Como toda herramienta estadística, fue necesario hacer hincapié en el cumplimiento de los supuestos o requisitos que exigía el modelo:
La población objetivo no puede variar durante el proceso de recolección de datos. Para ello, la muestra se acotó en un tiempo (2015–2019) y espacio (Comunidad Madrid) determinado.
Las listas deben estar interconectadas y ser independientes.
La población debía ser heterogénea.
Vinculación correcta de registros en el proceso de solapamientos.
Este último supuesto, fue, por un lado, la fuente para poder estimar la cifra oculta y, por otro, uno de los mayores retos que nos hemos encontrado. Finalmente, para salvarlo, diseñamos un número identificativo único que nos permitía hacer la vinculación de registros de forma correcta.
Diferentes perfiles en la trata
Los datos apuntan a que la trata es un proceso que afecta a perfiles cada vez más heterogéneos y donde están presentes vías de captación y formas de explotación cada vez más impredecibles. Consecuentemente, la futura ley integral contra la trata debe atender a la volatilidad del fenómeno y debe prever mecanismos que nos permitan avanzar en la homogeneización de las acciones de lucha contra la trata. Por ejemplo, el Mecanismo Nacional de Derivación.
En materia de trata, transmitir rigurosamente qué sabemos y cuidar el cómo lo contamos es fundamental, por una parte, para garantizar espacios de buen trato a las personas en estos procesos y, por otra parte, para elaborar políticas públicas y legislativas acordes con las necesidades específicas de las personas y las nuevas dinámicas que adopta el fenómeno.
La falta de datos de calidad dificulta el diseño e implementación de políticas públicas y legislativas realistas y sostenibles en el tiempo. Por ello proponemos el MSE como el método estadístico que nos permita calcular la cifra oculta de víctimas de trata y, por lo tanto, tener datos de mayor calidad.
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