Carga con la cruz,
acepta el temor,
la incertidumbre,
las noches de insomnio,
el cuchicheo hostil
de los pendencieros.
Carga con la cruz,
abraza el dolor
del herido,
aguanta el peso
de enfados y deserciones,
acoge la bruma
que envuelve amenazas.
Ignora las palabras
envenenadas,
triviales, absurdas,
hirientes o falsas.
Elige un silencio
que calla y no otorga,
la resistencia
que no compadrea
con desvaríos.
Niégate
a multiplicar el odio.
Llora lo injusto
con lágrimas sinceras
que han de regar la esperanza.
Aleja la risa hueca
que oculta vacíos.
Observa, aunque duela,
el mundo tras las fachadas.
Adéntrate en él.
Apoya,
con tu hombro,
con tu gesto,
con tu sangre derramada
si es necesario,
al inocente condenado
que desde abajo
dará la vuelta a la derrota.
José María Rodríguez Olaizola SJ
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