Para adentrarnos en el estudio de la presencia judía en León durante la Edad Media disponemos de un abanico apreciable de fuentes de información, tanto de carácter documental como arqueológico.
El primer emplazamiento de la judería leonesa se halla en el alfoz de la ciudad, junto a la actual población de Puente Castro, en un cerro de unas cinco hectáreas de extensión que se levanta sobre la margen izquierda del río Torío. En la zona baja de este castro se situó su necrópolis, excavada en parte durante la década de los años ochenta del siglo pasado
Fuentes documentales y epigráficas
Las fuentes documentales se refieren a la aljama leonesa como Castrum Iudeorum (“Castro de los judíos”). Se trata, fundamentalmente, de textos contractuales y disposiciones legislativas que aluden a dicha comunidad desde el año 1065 hasta fines del siglo XII. Además, la información epigráfica disponible proporciona datos sobre los hebreos enterrados en la necrópolis entre los años 1026 y 1135. Asimismo, los testimonios ofrecidos por las crónicas judías y cristianas hacen referencia al sitio y arrasamiento que supuestamente experimenta la aljama en el año 1196, a manos de las tropas del monarca Alfonso VIII de Castilla y que daría lugar al abandono del castro y al asentamiento de esta población en la propia ciudad, concentrándose en el área meridional de la urbe hasta su expulsión en 1492.
Excavaciones arqueológicas en el Castro de los Judíos
Los trabajos de campo practicados en el Castrum Iudeorum han afectado a diferentes áreas de la meseta superior del cerro en donde se localiza la aljama alto y plenomedieval. La zona excavada, hasta ahora, forma parte de las construcciones situadas dentro de un presumible recinto amurallado que, en parte, conocemos gracias a las prospecciones magnéticas.
Las excavaciones han permitido identificar dos horizontes ocupacionales diacrónicos.
Estructuralmente, de la fase de ocupación más antigua se han reconocido varias estancias y zonas de paso, cuyos muros aparecen cimentados por cantos rodados de pequeño tamaño. La abundante presencia de cerámicas altomedievales asociadas a los mismos permite fechar este horizonte a finales de la Alta Edad Media (fig. 3). Asimismo, se dispone de dataciones de carbono 14 sobre restos faunísticos localizados en esta fase que apuntan al año 1000.
Unas décadas más tarde tiene lugar la amortización de estos espacios, quedando ocultos bajo una nueva
red de cimentación erigida a base de cantos rodados y piedra arenisca, sobre la que se levantaron otras estructuras habitacionales. Asimismo, a éstas se asocian una serie de hoyos rellenos de tierra cenicienta y restos materiales, entre los que destaca la presencia de cerámicas plenomedievales (fig. 4) junto a monedas acuñadas en tiempos de Alfonso VI. De este modo, tales estructuras se adscriben a un momento cronológico que refleja cierta continuidad respecto al horizonte anterior por lo que se refiere a los sistemas de habitación.
El material arqueológico indica una cronología que iría desde finales del siglo XI en adelante. A su vez, las dataciones de carbono 14 permiten fechar esta fase en torno al año 1200. Así, el horizonte más reciente identificado en la aljama parece coincidir con el momento final de su ocupación, es decir, a finales del siglo XII y comienzos del XIII.
El espacio ocupado por la judería corresponde al de una población de origen exclusivamente hebreo. Tal afirmación se sostiene, fundamentalmente, por los datos aportados por los restos faunísticos estudiados y que reflejan la casi exclusiva presencia de animales que cumplen con los preceptos ortodoxos judíos. Además, resulta significativa la práctica total ausencia de ganado porcino, lo que redunda, aún más si cabe, en la naturaleza de los habitantes del cerro. Sin olvidar la presencia ya referida de una necrópolis hebraica en el entorno más inmediato del asentamiento.
Más dudas ha planteado el supuesto arrasamiento del enclave por parte de las tropas de Alfonso VIII de Castilla. Sin embargo, los trabajos de campo de la campaña de 2021, centrados en excavar los niveles superiores de la fase más reciente, han puesto de relieve el grado de destrucción y la abundante presencia de proyectiles de tiro que datan de los siglos XII y XIII, lo que nos permite valorar la hipótesis de que la devastación de la aljama sea el resultado de un hecho bélico (fig. 5).
Conclusiones
La combinación de las fuentes documentales medievales con las arqueológicas ha favorecido la aproximación a la realidad de la minoría judía de la ciudad de León. El Castrum Iudeorum fue el espacio en el que desarrolló su actividad entre los siglos XI y XIII. Tanto su ubicación estratégica en un alto y en las inmediaciones del Camino Francés como su relativa distancia de la ciudad debieron ser circunstancias determinantes para la elección de este emplazamiento.
Los restos arqueológicos nos hablan de un hábitat aparentemente rural, rodeado de una presumible muralla defensiva que albergaba población tanto al interior como al exterior de la misma. Los restos de su alimentación y la existencia de una necrópolis en sus inmediaciones evidencian de una manera nítida la identificación de este grupo humano con la referida minoría socio-religiosa.
A partir de los inicios del siglo XIII, los judíos abandonan el castro y se desplazan a ciertos espacios de la ciudad. Todo parece indicar que este comportamiento tuvo que ver con el conflicto narrado en las crónicas y que supondría el arrasamiento del cerro por parte de las tropas castellanas, hecho que las evidencias arqueológicas parecen confirmar. Ya fuera por este episodio traumático o por otras razones, lo cierto es que desde entonces los judíos leoneses se concentraron en la urbe leonesa, tanto dentro como fuera de la muralla, hasta el decreto de expulsión de 1492.
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