Un día, el maestro entró en clase en silencio y puso encima de su mesa un jarrón de cristal.
Después comenzó a sacar de una bolsa unas piedras bastante grandes, como del tamaño de naranjas, e iba introduciendo con cuidado una tras otra dentro del recipiente, hasta que ya no pudo meter ninguna más. Preguntó a sus alumnos:
- ¿Está lleno?
A lo que todos respondieron que sí.
Entonces tomó otra bolsa que traía y que contenía grava, piedras pequeñas que fue vertiendo y que se acomodaban por los espacios vacíos. Todo el contenido de la bolsa entró entre los huecos.
-¿Está lleno? - preguntó nuevamente.
Los alumnos dijeron que ahora sí que estaba lleno de verdad.
En ese momento, el maestro echó mano de la tercera bolsa que traía, que contenía una arena muy fina, y la fue volcando en el jarrón hasta que quedaron completos todos los intersticios entre las piedras y la grava.
- Bueno, ahora sí que tenemos el jarrón lleno - dijo el maestro - ¿Cuál creéis que es la enseñanza que hoy os he querido transmitir?
- Que no importa lo ocupados que creamos estar, siempre hay espacio para hacer algo más - dijo una alumna.
- Nada de eso - dijo el maestro - lo que he querido demostraros con este pequeño experimento es lo siguiente:
SI NO PONEMOS LAS PIEDRAS GRANDES AL PRINCIPIO, NO PODREMOS METERLAS DESPUÉS.
¿Qué significa todo esto?
¿Qué significan las "piedras grandes"? Las piedras grandes son los pilares más importantes de tu vida, los valores que te definen, las personas más importantes para ti, tus sueños, tus deseos. ¿Estás luchando por tus sueños? ¿Estás luchando por tu amor?
Estos pilares deben tener prioridad por encima de todo lo demás, pero la vida es tan ajetreada que muchas veces dejamos de lado lo más importante tratando de asegurar cosas pasajeras, y luego notaremos que no tenemos "espacio" para que quepa lo verdaderamente importante.
Debemos primero llenar nuestro jarrón deliberadamente con piedras grandes, y luego dejar que nuestra vida se enriquezca naturalmente con las "piedras pequeñas". Así encontraremos el balance.
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