Visionarios, hechiceros, druidas… Lo único que tienen en común el puñado de personajes históricos o no que podrían reclamar el nombre de Merlín como propio es el carácter extravagante –cuando no sobrenatural– de sus biografías. El más famoso, el mago de las sagas artúricas, aparece mencionado por primera vez en el siglo XII, en la obra de Godofredo de Monmouth Historia Regum Britanniae. En ella, este eclesiástico inglés quiso recoger las vidas de los reyes británicos, desde Bruto de Troya, el legendario fundador de Gran Bretaña, hasta Caedwalla, que reinó entre 625 y 634. Monmouth también profundiza en la figura del sabio hechicero en Prophetiae Merlini y en Vita Merlini, un poema en el que es descrito como un profeta crispado por la locura. El autor había querido recuperar así parte de la memoria de Myrddin “el Montaraz”, en ocasiones también llamado Merlin Caledonensis –el escocés–, una especie de bardo-guerrero del siglo VI al que se refieren algunos antiguos poemas galeses y que, por supuesto, no tuvo nada que ver con la Tabla Redonda, sus caballeros, la búsqueda del Grial o la fortaleza de Camelot.
En estas composiciones se indica que Merlín –posiblemente, el nombre de Myrddin fue alterado por Merlin para que no se confundiera con la palabra francesa merde– enloqueció y adquirió el don de la profecía cuando vio derrotado a su señor Gwenddolau en la batalla de Arfderydd, un combate disputado según los Annales Cambriae, unas crónicas galesas escritas posiblemente a finales del siglo X, en el año 573. Desde entonces, Myrddin, convencido de que habían sido sus faltas las que habían provocado el desastre, vagaba atormentado por los bosques de Escocia.
Un viejo personaje muy popular
La Historia Brittonum, una composición atribuida al monje galés del siglo IX Nennius –en la que, entre otras cosas, se mencionan las 12 batallas que sostuvo Arturo contra los sajones–, recoge otra fuente remota en la que podría inspirarse la figura de Merlín. Uno de los relatos se refiere a un joven sin padre llamado Ambrosius dotado de poderes proféticos que ayudó al rey Vortigern, al que, sin embargo, también atemorizaba. El monje llega a decir de este Ambrosius, que luego sería retomado por Monmouth en sus obras, donde ya lo nombra como Merlín, que se convertiría en “el gran rey de todos los reyes de la nación británica”.
Además, el manuscrito del siglo XV Lailoken y Kentigern sostiene una versión similar de la historia que recogen las viejas fuentes galesas. En ella, San Kentigern –también conocido como San Mungo, patrón de Glasgow– se encuentra en una zona desierta con un desharrapado vagabundo llamado Lailoken que afirma haber sido condenado por sus pecados a vagar en compañía de las alimañas, en concreto por haber sido la causa de todas las muertes ocurridas en una batalla. A cambio de recibir los sacramentos, Lailoken, en el que se reconoce la historia de Myrddin, profetiza al santo que moriría tres veces, cosa que, como no podía ser de otra forma, acabó cumpliéndose.
Volviendo a Regum Britanniae, en esta obra Godofredo de Monmouth sitúa a Merlín en los relatos del rey Vortigern y Uther Pendragon. Éste, según la tradición, reinó inmediatamente antes que Arturo, por lo que con el tiempo acabó relacionándose a Merlín con el fabuloso monarca de Camelot. Entre las supuestas gestas del mago destacan la creación de Stonehenge, el cromlech de la llanura de Salisbury, y la mágica transformación de Uther. Ayudado por Merlín, éste fue capaz de penetrar en la fortaleza de Tintagel, una acción que tendría como resultado la concepción de Arturo, su hijo. A finales del siglo XII, el francés Robert de Boron escribió el poema Merlín, en el que aportaba multitud de confusos detalles sobre esta historia. Así, el mago, por cuyas venas corre sangre de demonio, adquiere enormes poderes y la capacidad de ver el futuro. Robert de Boron hace además mucho hincapié en su relación con el Santo Grial.
Unos años después aparece una versión en prosa de este poema, cuyas secuelas darán forma a la Historia de Merlín, una relación de cuentos escritos en francés, y a la Suite de Merlín, también del siglo XIII. Esta obra es la principal fuente de Le morte d'Arthur, de Thomas Malory, un relato en el que Merlín ya aparece como el sabio consejero del famoso rey Arturo y donde se narra cómo la maga Nimue, tras aprender del hechicero sus secretos, le atrapa para siempre en una cueva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario