Que el padre de la ciencia moderna reflexione sobre la existencia de Dios como creador del universo suscita interés. Así lo demuestra la subasta de unas cartas de Albert Einstein, anunciada desde hace semanas por la almoneda Winners en Jerusalén, que este martes superó todas las expectativas. Las ocho misivas del autor de la teoría de la relatividad, escritas en inglés entre 1951 y 1954, partieron con una tasación inicial de unos 40.000 euros el lote, una cifra muy inferior a los más de 200.000 euros obtenidos en el remate final mediante una puja en Internet. “Ha pulverizado nuestras previsiones más optimistas. Incluso después de más de 60 años, interesa mucho todo lo que dijo Einstein”, aseguraba Gal Wiener, dueño de la casa de subastas.
Las ocho cartas tenían como destinatario al reputado físico David Bohm, colega y amigo de Einstein, con el que trabajó en la Universidad de Princeton, en Estados Unidos. De ellas, la que más interés suscitó —rematada en casi 80.000 euros— fue una datada en 1954 en la que el físico y matemático teorizaba sobre la existencia de Dios en un tono irónico, casi sarcástico. “Si Dios creó el mundo, su preocupación principal ciertamente fue hacer que no fuese fácilmente comprensible para nosotros”, escribió el científico a Bohm, quien por aquel entonces vivía en São Paulo.
Wiener precisa que las cartas tratan sobre temas muy diversos, como teorías físicas o planes personales y familiares que Einstein comparte con su amigo. “Está claro que a la gente le interesa especialmente lo que decía a propósito de la existencia de Dios”, explica el titular de la casa de subastas. El secreto profesional le impide desvelar la identidad del comprador, pero revela que no ha habido instituciones de por medio y que las cartas se han vendido por separado a coleccionistas privados. Los que más dinero han desembolsado han sido un europeo, un estadounidense y un israelí.
“Son las ventajas de haber organizado la puja online”. El público pudo seguirla en tiempo real desde cualquier parte del mundo hasta que se cerró, a última hora del día”, puntualiza Wiener. Desde su despacho en el barrio jerosolimitano de Givat Shaul, explica que las cartas subastadas habían permanecido en poder de la viuda de Bohm, fallecida hace un año sin dejar descendencia. Los familiares que las heredaron decidieron sacarlas a la venta en la almoneda Winners.
Einstein estuvo muy ligado a la Ciudad Santa. Sobre todo cuando, cumpliendo con su última voluntad, su hijastra Margot entregó hace tres décadas a la Universidad Hebrea las 1.400 misivas del científico que conservaba. La correspondencia y las notas han permitido conocer con bastante detalle la vida personal del Nobel.
En la Universidad que el científico de origen alemán ayudó a fundar —y que además controla los derechos de explotación de su nombre e imagen—, se conserva gran parte de su legado, formado por unos 80.000 documentos. Desde 2012 ya no es necesario desplazarse hasta el campus Edmond J. Safra del centro de Jerusalén, donde se custodian los textos y ecuaciones originales de Einstein, incluida su famosa fórmula E = mc 2. Todo el archivo se puede consultar ahora a través de la Red al haber sido digitalizado tras casi un decenio de trabajo.
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