Posiblemente el peor lugar para encontrar a un héroe sea la Bolsa de Londres; aquél edificio en el que todo mundo corre pensando sólo en dinero y preocupándose por el bienestar económico de sus acciones; no es precisamente el ambiente adecuado para que crezca una leyenda capaz de salvar la vida de un puñado de inocentes. En realidad, la presión ejercida por un trabajo como ese provoca un terrible ensimismamiento como el que llevó a Nicholas Winton a querer tomar sus vacaciones esquiando en Suiza; sin embargo, nunca imaginó que el destino le tenía preparado un plan menos recreativo, aunque más gratificante para sí mismo e importante para la historia.
En 1938 Nicholas Winton fue contactado por su amigo Martin Blake pidiéndole que viajara a Praga para ayudarle en un campo de refugiados. El panorama que pudo observar en la capital de República Checa fue extremadamente desolador: por todos lados había gente pidiendo auxilio para sus familias y así poder alejarlas de la inminente amenaza que provenía desde Alemania arrasando con todo lo que se interpusiera a su paso.
Al ver la desesperación en sus rostros, Winton no pudo hacer otra cosa más que montar una oficina improvisada en el cuarto de hotel en el que se estaba alojando y comenzar a trazar un plan que le permitiera salvar al menos a los hijos de los refugiados trasladándolos a Londres, reubicándolos con familias adoptivas, mientras sus padres encontraban una forma de ponerlos a salvo. No tardó tanto en extenderse la noticia de que un judío inglés estaba dispuesto a apoyar a las familias trasladando a sus niños; cuando se notó, las solicitudes que el hombre tenía de padres desesperados por salvar a sus hijos eran tantas que le sobrepasaban.
Los embajadores de Suecia y Reino Unido aceptaron dar asilo a los grupos de niños que el hombre estaba dispuesto a salvar, de esta manera, el primer avión de infantes refugiados salió de Praga a Londres el 14 de marzo de 1939. Los siguientes traslados se hicieron por tren de Praga a Londres. En total se realizaron siete viajes exitosos; sin embargo, la gran baja de esta heroica hazaña fue el 1 de septiembre de 1939, cuando el octavo tren se disponía a salir. Ese mismo día Alemania invadió Polonia y cerró todas las fronteras. En la estación de Londres muchas familias se quedaron esperando un ferrocarril en el que 250 niños desaparecieron sin dejar rastro.
Winton siempre se lamentó por este hecho, constantemente repetía que de haber salido unos días antes, esos niños se habrían salvado; aunque supo también que hizo cuanto estaba en sus manos para salvar a 669 niños de las garras del régimen nazi.
Toda esta historia jamás fue contada a nadie hasta que en 1988, la esposa de Winton descubrió en su casa un pequeño maletín con registros de cada uno de los chicos que ayudó a salir de Praga. Ese mismo año la BBC, durante la transmisión de su programa “That’s Life”, reunió a Nicholas con algunas de las personas que salvó cincuenta años atrás, mismos que le aplaudieron de pie y le agradecieron por haberles regalado la oportunidad de vivir justo cuando sus expectativas de sobrevivir a la catástrofe estaban prácticamente reducidas.
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La historia de Winton es apenas un ejemplo de lo que muchos hombres y mujeres hicieron para salvar a miles de personas de la amenaza que representaba el régimen nazi; la razón por la que la mayoría de ellas no ha salido a la luz es porque sus protagonistas también temieron por sus propias vidas mientras en sus manos estaba salvar la de muchos otros individuos que hoy se sienten agradecidos de estar vivos.
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Referencias
BBCMuhimuVoz
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