Sigmund Freud (Totem y tabú, 1913; El futuro de una ilusión; Lo incómodo en la cultura, 1930; El hombre Moisés y la religión monoteísta,
1938) aporta la más osada teoría del origen de la religión. Freud
(1856-1939), neurólogo y fundador del psicoanálisis, descubridor del
Inconsciente como la base de las perturbaciones en la vida psíquica y
del psicoanálisis como sistema para eliminar esas perturbaciones y que
se declaraba judío ateo convencido sostiene que la religión es una
neurosis colectiva y coactiva, «el intento de controlar el mundo de los
sentidos en el que nos vemos inmersos por medio del mundo de nuestros
deseos desarrollado en nosotros por impulsos de las necesidades
psicológicas y biológicas humanas».
Aunque Sigmund Freud (1856-1939) coincide en que el origen de la
religión comienza con el totemismo, discrepa radicalmente con Tylor y
con Durkheim. Desde el punto de vista de Freud las creencias y prácticas
religiosas tienen su origen en una profunda represión psicológica.
Básicamente son ilusiones, proyecciones simbólicas, basadas en deseos.
La teoría de Freud se fundamenta en una visión hedonista de la
naturaleza humana; el propósito de la vida es potenciar el placer y
evitar el dolor.
En concreto para Freud la religión surgió como respuesta a la
culpabilidad que los hijos primitivos sintieron por haber matado a sus
padres, quienes les habían impedido el acceso sexual a las mujeres de la
horda original. Como Tylor y Frazer, Freud proporciona un porqué y
también un cómo del origen: la religión surge para satisfacer la
necesidad de mitigar la culpabilidad motivada por acciones edípicas. El
origen de la religión, según Freud, es una acto específico. Utilizando
la teoría de la horda de Charles Darwin, Freud, en Totem y tabú
(1913), elabora un relato en el que los machos jóvenes se reúnen para
aparearse con las hembras guardadas por el macho más viejo, el más
poderoso. Para lograr eso lo matan. Como sienten remordimiento y
culpabilidad, hacen entonces un pacto para no volver a matar y crean una
fiesta conmemorativa con el cadáver como comida. Este hecho localiza el
origen de la cultura y la religión, el origen de los sistemas de
parentesco, el totemismo y el tabú del incesto. Se postularon totems y
después dioses para permitir a los hijos aliviar su culpabilidad
obedeciendo a sus padres, ahora deificados, en cuya obediencia antes
habían fallado. En lo sucesivo la satisfacción de los deseos será
severamente restringida por prohibiciones religiosas (creencias), pero
el sufrimiento causado por estos tabúes se aminorará por medio de
prácticas rituales periódicas que simbólicamente representan el hecho
original.
Aunque el origen de la religión es sociológico (y en esto está de
acuerdo con Durkheim), para Freud este origen está basado en
experiencias psicológicas individuales y en la satisfacción de los instintos individuales,
que se repiten en otros sujetos del clan. En el fondo Freud no puede
calificarse como sostenedor de un origen puramente sociológico claro de
la religión, sino como impulsor de una teoría individualista.
Freud sabe perfectamente que su teoría sobre el origen de la
religión es una simple especulación, pero nunca duda que el origen de la
cultura y de la religión debe tener algo similar a la violencia
incestuosa como causa (el comienzo del complejo de Edipo). Variaciones
sobre esta corazonada heurística siguen siendo populares entre muchos
estudiosos contemporáneos de la religión, por ejemplo, René Girard (La violencia y lo sagrado, 1972).
Como complemento a las teorías del origen de la religión centradas en
el concepto de totem conviene mencionar a Salomon Reinach, autor de una
obra de historia de las religiones (Orpheus. Histoire générale des religions,
París 1909) en la que sostiene que el totemismo es el inicio de todas
las religiones. El totemismo supone la existencia de una comunidad
invisible entre una especie, normalmente animal, y un grupo humano. La
adoración del totem (que sublima las cualidades del grupo o clan humano)
y los sacrificios del animal totémico para consumir su carne y unirse
con la fuerza supranatural que está detrás, es el origen de todas las
religiones.
Antonio Piñero Sáenz
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