Érase una vez un gusanito viajero que se sentó a descansar a la orilla de un río y se quedó dormido.
Cuando despertó, se encontró rodeado de un montón de gusanos que le observaban.
-Buenos días, me llamo Trip –les dijo sonriente.
Entonces, uno de ellos le preguntó; -¿De dónde has salido? ¡Eres muy raro!
Trip sorprendido, respondió: - Vengo de una pradera muy lejana, y no sé por qué me encuentras raro.
Y el gusano dijo a Trip:
-Tienes manchas de colores en la piel, y los gusanos son verdes, eso no es normal.
Trip se rió mucho y exclamó: -los gusanos pueden ser de colores muy distintos. Donde yo vivo todos son como yo.
Los gusanos le dijeron también que no era fácil entenderle y que hablaba como si cantara.
Trip les explicó que había gusanos con voces muy distintas: suaves, fuertes, alegres… Pero los gusanos seguían protestando y no querían a Trip.
Entonces, Gusi, un pequeño y esmirriado gusanito del que todos se reían, le preguntó: -¿Te gustaría venir a mi casa? Quiero ser tu amigo.
Trip fue hasta su casa, que era un agujero en el tronco de un haya, y allí hablaron horas y horas y los dos se sentían contentos. Cuando se hizo de noche, las manchas de Trip empezaron a brillar en la oscuridad.
-¡Vaya eres realmente especial! Le dijo su amigo Gusi sonriendo.
- Sólo soy diferente, eso es todo, respondió Trip.
Nadie hablaba con Trip, y él se sentía muy triste.
Pero un día un gusanito se perdió en el bosque al atardecer, cuando ya apenas se veía nada. Los gusanos importantes se reunieron para pensar de qué forma podrían salvar al gusanito. Entonces, vieron que una luz se acercaba corriendo hasta ellos. Era Trip que venía a ofrecerse para buscar al pequeño gusano. Pensaron en lo mal que se habían portado con él y sintieron vergüenza. Pero Trip les guió con su luz, sin rencor a través del bosque.
Por fin encontraron al gusanito y se pusieron muy contentos a cantar y bailar. ¡Y todo fue gracias a las manchas de colores de Trip, que tan raras les habían parecido al principio!
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