Ernst Troeltsch (1865-1923) teólogo y filósofo alemán, fue nombrado profesor de Teología en Heidelberg 1894, pero en 1915 se convirtió en profesor de filosofía en Berlín. Aunque Albert Ritschl fue su mentor temprano, Troeltsch continuamente absorbe nuevas influencias intelectuales, incluyendo las ideas de Wilhelm Dilthey y, más tarde, la filosofía del suroeste de la escuela alemana de Kant (especialmente Heinrich Rickert) y la sociología de Max Weber, entre otros
Troeltsch es considerado el sistematizador dentro de la Escuela de la historia de las religiones. En su pensamiento político tomó fuerza la relación entre el Estado (como poder político) y las organizaciones sociales, fundamentalmente la Iglesia. A este fin, en La enseñanza social de las iglesias cristianas (1912), tras plantear la problemática contemporánea a la que se enfrentaba la Iglesia (especialmente la aparición del Estado moderno y el énfasis en la Economía) y de repasar minuciosamente la historia eclesiástica, intenta, sin demasiado éxito, proponer una síntesis y establecer un curso de acción. En cuanto a su perspectiva teólogica, llegó a la conclusión de que el método histórico no era suficiente para echar luz sobre las cuestiones de fe
E. Troeltsch, en El carácter absoluto del cristianismo y la historia de las religiones , considera al cristianismo como una religión insuperable entre las religiones de la redención, ya que se muestra capaz de promover un movimiento ético-sotérico, y concibe a Dios como un Dios personal que interpela al hombre implicándolo en el proyecto de salvación. De la visión de la historia surge la concepción agustiniana de la perennidad de la religión cristiana: "La misma que hoy llamamos religión cristiana existía ya entre los antiguos y no estaba ausente en los comienzos del género humano, hasta que apareció Cristo en la carne. La verdadera religión, que había existido ya antes desde siempre, comenzó entonces a llamarse religión cristiana" Este tema de la conexión y reciprocidad de la filosofía de la historia y de la filosofía de la religión es muy sugerente: desde Lessing hasta Schleiermacher, desde Herder, Schelling y Hegel hasta Troeltsch nos encontramos con una reflexión sobre "el carácter absoluto del cristianismo" que intenta "componer" la singularidad con la universalidad, la historia con la eclesiología filosófica, en la que centrar su pensamiento en la problemática de la relación entre religión e historia, o más concretamente entre normas o valores e historia.
Contexto Histórico
La crisis ilustrada del principio de tradición, la divergencia entre las instituciones y el individuo, la distancia entre los sistemas doctrinales y la vida y el fervoroso «despertar espiritual» desmenuzan el concepto de cristiandad y abren la cuestión sobre qué es lo proprium del cristianismo. La filosofía racionalista de la religión (siglos XVII v XVIII), con su idea de religión natural, subraya que la esencia de la religión coincide en su contenido con la posibilidad del conocimiento natural de Dios en virtud de la razón y de la ley moral natural inscrita en el hombre. Las religiones positivas y reveladas son expresión de la religión natural y la misma idea de revelación se convierte en una mera contradicción. A este reduccionismo racionalista responde la apologética clásica con su triple demonstratio: religiosa, christiana y catholica, que pretende hacer brillar el valor insuperable del cristianismo, la verdadera religión con carácter sobrenatural y capaz de responder a las instancias del hombre.
A la crisis que supuso el cambio de la teología liberal a la teología dialéctica encabezada por el propio Kart Barth, se pasó de una teología “liberal” que encabezó Harnack con “La esencia del cristianismo” donde por miedo del método histórico crítico se trataba de buscar la esencia del cristianismo, propósito totalmente acorde a los últimos coletazos del idealismo. La postura de Harnack fue matizada y ampliada por Troeltsch (El carácter absoluto del cristianismo y la historia de las religiones, 1902) que ampliaba la mirada y situaba el fenómeno religiosos de lo cristiano en relación a las tradiciones religiosas de la humanidad; pero con el mismo propósito, buscar lo esencial y absoluto del cristianismo. Metodológicamente, Barth les acusará de poner a la ciencia como papa de la teología, y un ejemplo de ello será el paso de Troeltsch de impartir teología a impartir en la cátedra de la filosofía de la cultura. El definir correctamente el objeto de la teología será uno de los grandes caballos de batalla de estos inicios compulsivos del s.XX, y en esa batalla Barth tendrá un lugar prominente.
Quizá la principal preocupación de Troeltsch, como la de los grandes científicos sociales alemanes de su época: Weber (con quien compartió residencia y discusiones intelectuales), Simmel o Tönnies, era el impacto de la modernidad en la sociedad alemana. La modernidad producía que las seguridades, las verdades naturalizadas se “tambalearan”, en una Alemania que se industrializó tardíamente respecto a Inglaterra o Francia (hecho que no deja de sorprender contemplando la dimensión de la actual economía industrial alemana).Valga decir que “hasta 1914, en Prusia, seguían perteneciendo a la nobleza un 70% de los ministros, un 62% de los diplomáticos, un 57% de los funcionarios y un 64% de los generales, en el Landtag dominaban por completo la asamblea gracias a la, todavía vigente, ley electoral de las tres clases. En el ámbito de la enseñanza y de la religión nombraban a los maestros y a los pastores, según el derecho de patronazgo”. Todo esto, teniendo en cuenta que la nobleza y los grandes industriales suponían el 0,4% de la población, la burguesía el 31,6% y las clases trabajadoras el 68% restante. Se trató, por lo tanto, de una modernidad comandada por la nobleza, no por la burguesía como en Inglaterra o Francia (un caso comparable puede ser el de Japón).
Conclusiones
La cuestión planteada por el teólogo y filósofo de la religión E.Troeltscn en su tratado «El carácter absoluto del cristianismo », vuelve a ser una cuestión de gran actualidad, pues si a principio de siglo la presencia, la convivencia y el conocimiento dentro de las religiones era un hecho de escasa relevancia, hoy las grandes religiones no cristianas como el Islam, el Budismo o el Hinduismo, están presentes de una u otra forma en todo el mundo occidental. Pero no sólo las grandes religiones, sino también otras muchas formas o expresiones religiosas, no institucionalizadas muchas de ellas, tienen una presencia muy importante en la sociedad occidental. Pensemos, por ejemplo, en la presencia que está teniendo en muchos sectores el movimiento «New Age», o en la profusión de sectas religiosas, que intentan ofrecer una respuesta global a los problemas de la vida, fuera del ámbito de las religiones institucionalizadas pues el estudio histórico no apoya la idea de un concepto de religión que a través de las diversas religiones históricas llega a su plena manifestación en cristianismo. Cada religión despliega sus propias peculiaridades en concordancia con su ley inmanente, esto permite trabajar de manera interesante el diálogo interreligioso desde un enfoque diferente, sobretodo si en el contacto con otras religiones partimos de la base de la imposibilidad de una construcción histórica del cristianismo como religión absoluta pues Pues incluso la idea de este elemento universal como seria el hecho religioso, allí donde surge, es engendrada a través de condiciones históricas peculiares, en cuanto que sólo brota a través de un alejamiento, que se hace históricamente necesario, de la forma anterior de los conteidos vitales dominantes, y es configurada bajo determinados influjos intelectuales y éticos de la situación concreta.
Bibliografia
Reseña de "UNA APROXIMACIÓN A ERNST TROELTSCH" de Eduardo Díaz Cano
RIPS. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, vol. 9, núm. 1, 2010, pp. 185
-187 Universidad de Santiago de Compostela (España)
Nacho Padró
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