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lunes, 26 de febrero de 2024

jesús de nazaret, rebelde y mesías de judea

Mosaico con una representación de Jesús de Nazaret

 

La vida de Jesús de Nazaret se ha prestado a múltiples interpretaciones a lo largo del tiempo. Sin embargo, los estudios bíblicos actuales han logrado trazar un completo perfil histórico.


veces estamos tan lejos del tiempo en que sucedieron unos hechos, y nuestra información parece tan escasa, que las suposiciones priman siempre sobre los pocos datos fehacientes.

Ha sido el caso de Jesús de Nazaret: no cabe dudar de su existencia, pero su vida, recogida en los evangelios –escritos mucho después de su muerte–, se ha prestado a múltiples interpretaciones.

Hoy, los estudios bíblicos trazan un perfil del Jesús histórico que (dejando a un lado las cuestiones teológicas) explica su trayectoria personal situándolo en el lugar y el tiempo en que vivió: la Judea del siglo I.

Era un país sometido al dominio de Roma, que reprimía sangrientamente las protestas y la disidencia, como hizo el prefecto romano Pilato en Jerusalén o como hizo Herodes Antipas (un gobernante vasallo de Roma) ejecutando a Juan el Bautista.

Jesús se vinculó primero a este líder carismático, y luego se consagró a una predicación en la que anunciaba la venida del reino de Dios; un reino que debía satisfacer el anhelo de justicia social y limpieza moral que recorría aquella tierra convulsa. Su entrada en Jerusalén y su actuación en el Templo sellaron su destino.

Fue entregado a Pilato por lo que hoy llamaríamos el establishment judío, la aristocracia religiosa (y económica) que tan bien se entendía con los romanos y cuyo papel cuestionaba Jesús; y Pilato lo ejecutó con la pena reservada a quienes se rebelaban contra el Imperio.

Esta es la historia que, según las investigaciones más recientes, ofrecemos en estas páginas. Un rebelde, sí, como lo proclama su final; uno de los muchos mesías que se sucedieron en aquel país y en aquellos años, pero el único cuya vida ha marcado la historia.


sábado, 15 de abril de 2017

¿Fue Poncio Pilatos responsable de la muerte de Jesús?


Poncio Pilatos
El actor Jean Maris representa a Poncio Pilatos en la película del mismo nombre. GETTY IMAGES


Poncio Pilatos es un personaje fundamental en la tradición Occidental, un actor crucial en la muerte de Jesús, que los católicos conmemoran en Semana Santa. Pero los historiadores disponen de pocos datos confirmados sobre el hombre que, según el Evangelio de Mateo, se lavó las manos antes de enviar a Cristo a la cruz. La única prueba arqueológica de la existencia del Gobernador es una inscripción descubierta en los años sesenta en la ciudad romana de Cesárea Marítima, actualmente en Israel. El resto es leyenda, relatos contradictorios que se mueven en el resbaladizo terreno entre la historia y la fe.
Sin embargo, sus gestos, sus palabras, sus actuaciones están profundamente ancladas en nuestra forma de ver el acontecimiento sin el que no se puede entender nuestra historia. Pilatos se ha convertido en el arquetipo de la duda política, el hombre que, más por omisión que por acción, toma una decisión trascendental y equivocada, el dirigente que se esconde de sus responsabilidades. Pero, de nuevo, como la mayoría de los hechos que rodean la muerte de Cristo, la tradición pesa mucho más que la historia, porque apenas existen fuentes, fuera de los Evangelios, que corroboren el relato, ni tampoco documentos de la época romana.
Pilatos era prefecto de Judea, un detalle importante ya que implica que tenía un rango militar, que su responsabilidad iba más allá de la recaudación de impuestos
La piedra caliza, de 82 centímetros por 68, nos ofrece su nombre, Pontius Pilate, y su título, Praefectus Judaea, prefecto de Judea, un detalle importante ya que implica que tenía un rango militar, que su responsabilidad iba más allá de la recaudación de impuestos. En la inscripción aparece además el nombre “divino Augusti Tiberieum”, el emperador Tiberio. El resto se ha borrado. Está fechada entre los años 26 y 36 y fue descubierta en 1961 por el arqueólogo italiano Antonio Frova y se conserva en el Museo de Israel, en Jerusalén.
“Hasta entonces no se había encontrado ninguna evidencia arqueológica de que Poncio Pilatos, el quinto gobernador de Judea, hubiese existido ni siquiera”, escribió la autora de no ficción Ann Wroe, cuyo estudio sobre el administrador romano se titula significativamente Pilate: the biography of an invented man(Pilatos, la biografía de un hombre inventado). “Teníamos varios relatos sobre él, naturalmente, y no solo los que aparecen en los Evangelios. Pero todos los archivos de su administración han desaparecido: no queda ningún papiro, ninguna tablilla, ninguna carta de Roma”, prosigue esta ensayista, actualmente responsable de una de las mejores secciones de la prensa internacional, los obituarios de The Economist.
El de Wroe es uno de los trabajos importantes sobre Pilatos que se han publicado en los últimos años (aunque todavía no han sido editados en castellano), junto al ensayo del erudito italiano Aldo Schiavone titulado Poncio Pilatos y la novela de investigación The Further Adventures of Pontius Pilate, de Kevin Butcher, profesor de la Universidad de Warwick experto en la época romana en Oriente Próximo.
Preguntado sobre lo que sabemos acerca de Pilatos, el profesor Butcher responde por correo electrónico: “Tenemos muy pocos datos. Existen tres fuentes textuales principales: Flavio Josefo, Filón de Alejandría y los Evangelios. Las tres manejaban sus propias ‘agendas’. Filón y Josefo son hostiles a él, aunque Josefo un poco menos. Pero los dos quieren demostrar la incompetencia y brutalidad del gobierno romano de Judea. Los Evangelios, en cambio, enfatizan la ‘inocencia’ de Jesús porque Pilatos nunca llega a decir que es culpable. El problema es que, si juntamos las tres fuentes, no aparece un personaje muy coherente: nos encontramos con alguien leal al emperador, que trabajaba con los líderes judíos pero que estaba preparado para utilizar la fuerza cuando fuese necesario. No mucho más”.
“Pilatos nunca había necesitado anteriormente lavar sus manos antes de dejar que corriese la sangre. El relato tradicional no parecer ser cierto”, según indica el historiador Sebag Montefiore
También es citado por el gran historiador romano Tácito, en uno de sus pasajes más célebres: “Cristo, de quien toman el nombre, sufrió la pena capital durante el principado de Tiberio de la mano de uno de nuestro procurador, Poncio Pilatos” (Traducción de Crescente López de Juan en la edición de Alianza Editorial). Por otro lado, algunos historiadores han puesto en duda la autenticidad del famoso testimonium Flavianum de Flavio Josefo, el pasaje de su libro Antigüedades judías donde habla de un hombre extraordinario al que sus partidarios llamaban Cristo que fue acusado ante Pilatos. Se trataría, según esta hipótesis, de fragmentos añadidos posteriormente por algún monje medieval. Sobre su final, no tenemos ninguna información contrastada. Es llamado a Roma por Tiberio en el año 36, pero llega cuando el emperador ha muerto y su rastro se pierde bajo Calígula.
No todos los Evangelios ofrecen el mismo relato del papel de Pilatos en la condena a muerte de Jesús –por ejemplo, el acto de lavarse las manos aparece solo en Mateo–, pero tienen un punto crucial en común: el gobernador no quiere decidir la suerte del reo. Primero se lo envía al rey judío Herodes (episodio que solo relata Lucas) y luego deja que sea el pueblo quien decida si libera a ese hombre –contra el que Roma no tiene ninguna acusación– o al ladrón Barrabás. Cuando el pueblo se pronuncia en contra de Cristo, es llevado a la cruz.
  REPORTAJE   | La muerte de Jesús: un hecho sobre el que no sabemos casi nada.pulsa en la foto
REPORTAJE | La muerte de Jesús: un hecho sobre el que no sabemos casi nada.  EFE
Una de las pocas cosas en las que todas las fuentes están de acuerdo es que soldados romanos mataron a Jesús con un castigo romano –la crucifixión– y, por lo tanto, el responsable último tenía que ser el gobernador romano de Judea, Poncio Pilatos. La famosa frase de Mateo 27:24 sería una invención o, por lo menos, no existe ninguna otra fuente que la corrobore, ni ningún otro caso similar documentado en la antigüedad romana del uso de este símbolo al final de un proceso: “Y viendo Pilatos que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: ‘Soy inocente de la sangre de este justo”.
La imagen del político vacilante es la que ha prevalecido, es el personaje que se ha instalado en el imaginario occidental. Sin embargo, como escribe Simon Sebag Montefiore en el capítulo que dedica a la pasión de Cristo en su ensayo Jerusalén, “el violento y obstinado Pilatos nunca había necesitado anteriormente lavar sus manos antes de dejar que corriese la sangre. El relato tradicional de la sentencia en los Evangelios no parece ser cierto”.
“Lavarse las manos después de una condena no era una práctica habitual en un juicio romano”, explica el profesor Butcher. “No quiero decir que nunca ocurriese, pero la idea detrás de ello es que Pilatos reconoce que Jesús está siendo condenado de forma injusta y el agua limpia su culpa. Todo indica que forma parte de la tradición que pretendía culpar a los judíos de la crucifixión antes que a los romanos”. La acusación contra los judíos, que ha propiciado siglos de antisemitismo, tenía un propósito claro: los Evangelios fueron escritos después del año 70, cuando el cristianismo tenía como objetivo crecer en Roma, y acusar a un gobernador romano, al representante del emperador, del mayor crimen posible, el asesinato del hijo de Dios, no era un buen comienzo.
Por ejemplo, en el Evangelio de Pedro, un texto apócrifo del siglo II –más tardío que los Evangelios canónicos– del que solo se conserva un fragmento, los soldados romanos ni siquiera participan en las torturas a Jesús. De nuevo, el mito, la agenda política se impone sobre la certeza documental que se limita a una mínima inscripción en una piedra caliza. Pero el poder del símbolo es mucho más fuerte que cualquier evidencia. Pilatos nunca podrá dejar de ser el hombre que se lavó las manos.
Guillermo Altares para ELPAIS.com

miércoles, 22 de agosto de 2012

Siguem humans com Jesús.

Jesús s'enfronta al mal i al pecat, que és l'arrel i l'origen del mal. El pecat que habita en l'interior de l'home és el que el duu a fer el mal queno hauria de fer ni voldria fer. El pecat és el gran obstacle que s'oposa a la instauració del Regne de Déu i a la construcció del món nou.
Jesús, amb la seva lluita contra el mal i el pecat, ens assenyala el camí per alliberar-nos-en.
L'home, per obre del pecat que actua en ell, esdevé l'enemic d'ell mateix. L'home que fa mal a un altre, no en fa només mal a l'altre, sinó que es fa mal a si mateix.
Tot i que no ho sembli, l'home que comet injustícies contra un altre o l'oprimeix o bé l'explota, es fa un mal més gran a si mateix que no el fa a l'altre. L'home injust, opressor, explotador, que empra la violència o les armes contra la vida d'altri, és un home mancat d'humanitat; és un home, però no humà.
Quan l'home fa mal posa de manifest la presència desructora del pecat en ell. Jesús quan crida els homes ala conversió, els crida a

  • Esdevenir més humans i homes i dones de debó.
  • Lluitar contra l'acció del pecat que habita en ells.
  • Comprometre's en contra de qualsevol mena de mal
  • Oposar-se a les injustícies, l'opressó i l'explotació dels homes.
  • Treballar perquè siguin reconeguts arreu del món tots els drets de cada home i cada dona a viure una vida digna, tenint les necessitats cobertes i amb accés a un més gran benestar.
  • Fer el possible perquè desaparegui la violència i els conflictes es resolguin mitjançant el diàleg i l'entesa.
L'home es converteix quan fa sortir de dintre seu mateix l'home de veritat, aqell que sap estimar i cerca tot el que és bo, noble, bell, elevat i es deixa guiar per idees positives, constructives i creatives.
Aquest home de debó tothom el porta a dintre. El pecat malda per no deixar-lo sortir i que es manifesti a fora. Fer-se home de debó no vol dir fer-se un ésser estrany, sino oposar-se al pecat i esdevenir més humà, vivint la humanitat que cadascú ja duu a dins.
Aquest esforç per ser el que ja és, això és, més humà i home de debó, Jesús el demana a tots aquells que volen realitzar el Regne de Déu i constuir el món nou i millor.

Camps i Gasset

viernes, 17 de agosto de 2012

La Resurrecció de Jesús.

Per la resurrecció, Jesús accedeix a una vida nova. No és un retorn a la vida anterior, com en el cas de Llàtzer. Jesús ressucita a una vida de beneurança: això vol dir a una vida plena, completament feliç, sense haver de tornar a patir mai més ni haver de tornar a morir mai.
Això és molt difícil de compendre. És un misteri, perquè es lluny de la nostra possibilitat d'entrendre-ho. Només Déu sap com és això i com ho ha fet. Però ell ha promés a tots els homes i dones del món aquesta resurrecció a una vida de felicitat plena al seu costat, com la vida de Jesús.
Quan Jesús morí, fou sepultat, com era costum entre els jueus. Josep d'Arimatea, amic seu, va donar una tomba nova perquè hi posessin el cos de Jesús. També era costum ungir els cadàvers amb olis i perfums,
Això es el que volien fer unes dones que sovint havien acompanyat Jesús durant la seva vida i que l'havien escoltar. Al cap de tres dies de la mort de Jesús anan al sepulcre. Hi havia una gran pedra que el tancava, molt feixuga. Les dones es preguntaven com s'ho farien per a treure-la i poder entrar-hi.
Un cop van arribar, la pedra era a un costat i al damunt hi seia un jove vestit de blanc. Aquest els digué que Jesús ja no eera al sepulcre, perquè havia ressucitat: "No tingueu por. Busqueu Jesús de Natzaret, el crucificat; ha ressucitat, no és aquí, mireu, el lloc on el vannposar". (Marc 16,6)
Aleshores les dones anaren corrents a dir-ho als deixebles i dos d'aquests, Pere i Joan, en entrar al sepulcre veieren que era buit.
Els evangelis també descriuen que els deixebles estaven reunits s casa, amb les portes tancades. No sabien què fer després de la mort de Jesús. Tenien por dels jueus.
De sobte veieren que Jesús era enmig d'ells. Ell els mostrà les mans i van veure que hi tenia la senyal dels claus de la creu. Era de debó Jesús, el mateix que ells avien conegut sempre i que avien acompanyat en la seva vida i predicació.
Jesús, en aparèixer-se als seus deixebles, els encomanà na missió, la missió de continuar l'anunci de la Bona Nova arreu del món.
Aquest anunci no s'havia acabat amb la mort en la creu. Jesús tornava a ser enmig dels homes que l'havien acompanyat i els encomanava de continuar predicant l'arribada del Regne de Deu i d'un món nou.
En una altra ocasió, anant de camí cap a Emaús, un poblet de Palestina, uns deuxebles troben a Jesús, però no el conèixen. Estan tristos, perquè Jesús ha mort. Ell, sense dir-los qui és, els explica coses de l'Escriptura i ells estan meravellats de la seva saviesa. A l'hora de sopar, Jesús comparteix amb ells la taula. Quan prega i en la fracció del pa, el reconèixen.
Els evangelis expliquen moltes alts aparicions de Jesús als homes i dones que l'havien conegut: "Després d'això, Jesús es tornà a aparèixer als deixebles vora del llac de Tiberíades... Aquesta fou la tercera vegada que Jesús s'aparegué als deixebles, un cop ressucitar d'entre els morts".(Joan 21, 1-14).
La ressurreció de Jesús va ser un impacte tant fort per als deixebles, que ja no  podien callar. Una nova tan gran com aquella s'havia de comunicar a tots els altres. Així van continuar la missó que Jesús els havia encomanat. Sortiren a predicar la gran notícia que Jesús havia ressucitat i que tenia raó en tot el que havia fet i dit durant la seva vida.
Aleshores els deixebles van entendre de debó tot el que Jesús havia anat dient i els avia ensenyat. Van veure que era de veritat el Fill de Déu. Van veure que no a un fracassat, un il.lús. Van entendreque el Regne de Déu val la pena, que val tant la pena que fins i tot val la pena morir per ell.

Camps i Gasset


jueves, 16 de agosto de 2012

Jesús és la resurrecció i la vida.

En alguna ocasió, els evangelis diuen que Jesús va fer tornar vius els morts.L'evangeli de Joan ens parla d'un amic de Jesús, Llàtzer. jesús anà a visitar-lo i trobà les seves germanes que ploraven perquè ja era mort, feia tres dies. Jesús també va plorar, perquè se lestimava molt. Aleshores anà fins el sepulcre i va pregar al Pare del cel. Després, amb un crit, va manar a Llàtzer que sortís. llàtzer va sortir viu de la tomba i va tornar a viure amb les seves germanes a casa seva.
Jesús havia dit a les germanes de Llàtzer: "jo sóc la rsurrecció, qui creu en mi, encara que mori, viurà i tot aquell que viu i creu en mi nomorirà" (Joan 11,25).
Jesús, el Fill de Déu, és la font  de la vida. Desprès d'ell, la mort ja no ha de fer por als homes. esús dóna la vida per sempre.
Però Llàtzer va tornar a morir. Ell havia tornat a la vida que feia abans, un home en el món dels homes i dones a la terra. Per això, com tots els homes i dones, devia morir, també, tot i l'experiència extraordinària dels seu tornar a la vida desprès de la mort.
La vida que Jesús promet és la vida que  no acaba mai i que és la vida  de la completa beneurança.
Però Jesús també es troba davant la mort: és jutjat i condemnat perquè, en tot moment, ha fet el que ha cregut que havia de fer per ser fidel a Déu. Davant la mort, no es fa enrera. Accepta la condemna, tot i que la mort també li fa angoixa. Tota els homes i dones tenim por davant la mort. Jesús, que era un home, també en tenia.
L'Esperit porta Jesús a viure una vida dedicada a la proclamació de la Bona Nova i de l'amor de Déu als homes. En el Baptisme en les aigües del Jordà, l'Esperit confirma aquesta missó de la vida de Jesús.
Jesús mor per fidelitat a aquesta missió. Ell no renega mai de Déu ni del seu missatge de salvació i felicitat per als homes. Per això serà condemnat a mort.
Però un cop mort, els apòstols, els deixebles i els que l'havien seguit i escoltat durant la seva vida experimenten que allò que Jesús anunciava s'ha fet realitat en Jesús mateix.
Jesús havia dit que qui feia la voluntar del Pare tindria vida per sempre: Jesús havia afirmat que l'amor i la vida són més forts que la mort i que la destrucció.
Els apòstols i els primers seguidors de Jesús estaven convençuts que la mort de Jesús no havia desmentir la vida de Jesús. estaven convençuts que Jesús avia superat la mort i que era viu, en una vida de beneurança i de felicitat per sempre.

Camps i Gasset.