El mes de maig és tradicionalment conegut com el mes de Maria. La tradició cristiana dedica el maig a Maria, ja que és el mes on la primavera arriba a la seva màxima esplendor i els camps s’omplen de flors.
Quan Marcel·lí Champagnat decideix l'any 1817 fundar una Institució que es dediqui a l’educació cristiana dels infants i dels joves —sobretot d’aquells amb més necessitats— té clar que la Mare de Déu —la Bona Mare, com ell l’anomenava— havia de tenir un paper fonamental en aquesta història. De fet, un dels noms amb els quals es coneix els Maristes és el de Germanets de Maria. Maria —la Bona Mare— és una inspiració per a Marcel·lí i per a totes les persones que ens sentim maristes i que, com Marcel·lí, volem arribar a Jesús a través de Maria.
Pels Maristes, la Bona Mare és un testimoni d’una dona forta, senzilla, que viu la seva vida amb un esperit de servei, de confiança en Déu, de discreció, de disponibilitat i generositat. És una mare que sempre és al costat del seu Fill, que pateix amb Ell, que l’estima amb tot el seu cor i que hi confia plenament. Una dona que acompanya els primers deixebles i les primeres comunitats cristianes, amb la fortalesa i la convicció que tenen les dones i les mares. D’aquí el nostre nom, Maristes de Maria.
Les escoles i les obres socials maristes continuen celebrant el mes de maig com el mes de Maria. I ho fem perquè creiem fermament que el model de vida de Maria és un exemple per a infants i joves que formen part avui de les obres educatives. Els valors de la figura de Maria ens ajuden en el nostre camí d’intentar viure les nostres vides seguint l’Evangeli (la Bona Notícia) de Jesús de Natzaret. Jesús ens demana que estimem totes les persones. I Maria és l’exemple d’una dona que estima incondicionalment.
Equip de Pastoral del col·legi Maristes Champagnat (Badalona)
Este 6 de junio celebramos con alegría la fiesta de San Marcelino Champagnat. Es una importante ocasión para dar gracias por la vida y misión de nuestro Fundador y por ser beneficiarios del don del carisma Marista. Es un regalo del Espíritu, entregado a la Iglesia y al mundo, que nos da vida y que estamos invitados a mantenerlo vivo y a compartirlo.
Somos parte de una historia institucional sorprendente. Historia que se inició con un joven sacerdote, de 27 años de edad, que fue capaz de leer los signos de los tiempos, de percibir las intuiciones del Espíritu y de ir adelante respondiendo con creatividad. En un contexto de postrevolución, al darse cuenta de las necesidades de los jóvenes de La Valla y sus alrededores, Marcelino fue confirmando la intuición que ya sentía desde el seminario de iniciar un Instituto dedicado a la educación y evangelización de la juventud, particularmente de los más vulnerables y necesitados.
Marcelino, un líder que cuidaba la vida y generaba nueva vida marista.
La historia nos recuerda que, en los inicios del Instituto en La Valla, a Marcelino le absorbía mucho tiempo la animación de la casa de los hermanos con quienes pasaba los recreos y los ratos que le permitían las tareas de su ministerio parroquial. En cierto momento, reconoce que el tiempo no era suficiente para acompañar esta comunidad naciente de religiosos educadores. De ahí que, movido por el gran afecto que sentía por sus hermanos y por la necesidad de hacerse más presente entre ellos para acompañarlos, decide irse a vivir con ellos. Cuando se lo manifestó al señor cura párroco, este no escatimó esfuerzos para disuadirlo… Marcelino sabía que al hacerse uno más entre ellos, practicando primero él lo que les decía, era el mejor medio para encariñarlos con su vocación. Así que, obtenida la autorización, dejó la casa parroquial para establecerse con los hermanos. (Cf Vida, pp. 76-77).
Esta acción de nuestro Fundador nos ha marcado desde los inicios. Hemos heredado un estilo de liderazgo por el que, antes que pensar en sí mismo, pensaba primero en el proyecto que Dios le dictaba en su corazón así como en las personas y su cuidado. Marcelino vivió un servicio de liderazgo dedicado a cuidar la vida y a generar nueva vida, como indica el lema que hemos profundizado a lo largo de este Año de las Vocaciones Maristas, que iniciamos el 20 de mayo de 2022.
Contamos con la experiencia de un Fundador que fue capaz de animar, acompañar y formar con entusiasmo y constancia a quienes sentían la llamada de Dios para vivir la vocación Marista. En los momentos de crisis, que no faltaron, fue capaz de ir adelante mostrando su total confianza en Dios y en María, nuestra Buena Madre. Recordemos que, hace poco más de 200 años, entre los años 1819 y 1822 se vivió un tiempo de crisis y de resurgir vocacional. Marcelino continuaba atento a las intuiciones que el Espíritu le dictaba en su corazón y, aun cuando había situaciones de dificultad, de contradicción e incluso de bloqueos, él fue capaz de seguir adelante con gran fe y confianza, gracias a sus oídos atentos y a su corazón audaz. Siempre recordaba y reconocía que este Instituto no era su obra, sino obra de Dios y de María.
Esta experiencia histórica es un don para nosotros y nos inspira en nuestros días. Vivimos momentos difíciles, tanto en el Instituto y en la Iglesia, como en el mundo. Estamos invitados a poner nuestra máxima atención para percibir las intuiciones del Espíritu e ir adelante, como lo hizo Marcelino. Para ello es necesario continuar profundizando la interioridad y espiritualidad, de manera personal y como grupo. Las Constituciones nos recuerdan que, “en la meditación, cultivamos el silencio interior que nos permite escuchar a Dios en lo más hondo de nosotros mismos” (Const. 48).
Marcelino, como líder, cuidaba la vida tanto de los hermanos como de los niños y jóvenes que atendía en la misión. Promovía el cuidado de las comunidades y de las escuelas que se fundaron. Ponía especial atención a los enfermos, así como a los niños y jóvenes vulnerables que encontraba. Su entrega incansable generaba entusiasmo y compromiso en las personas que se encontraban con él. A través de su testimonio y acción fue capaz de generar nueva vida.
El Año de las Vocaciones Maristas.
A lo largo de este Año de las Vocaciones Maristas, se han organizado diversas actividades en las Provincias y Distritos para fomentar el cuidado de la vida marista y para generar nueva vida marista. Se han realizado diversos programas de formación permanente para hermanos de todas las edades. Se continúa llevando a cabo el fórum internacional de la vocación marista laical cuya etapa presencial se realizó en Roma, en noviembre del año pasado, con una excelente participación de hermanos y laicos maristas. Se continúan generando diversos tipos de conexión y redes para animar la vida y la misión maristas. Se ha reflexionado sobre la manera de acompañar a la juventud de hoy y, en línea con una cultura vocacional, se busca apoyar la búsqueda vocacional de cada uno poniendo una atención particular en quienes sienten la vocación marista. Todo esto con el objetivo de “redescubrir la pasión original que nos inspiró a ser maristas” y que nos lleva a proclamar “¡Vale la pena ser marista hoy!”
Agradezco a los Secretariados de Hermanos Hoy y de Laicos su labor de animación a lo largo de este año, así como a todos los equipos y personas de las Provincias y Distritos que se han comprometido a llevar a cabo las actividades vocacionales. Continuemos haciendo equipo, compartiendo ideas y actividades, de manera que sigamos apoyándonos unos a otros.
La invitación es a que, tras concluir en el día de hoy este Año de las Vocaciones Maristas, le demos continuidad. Seguir con entusiasmo y energía cuidando la vida y buscando las mejores maneras para generar nueva vida marista. Poner atención en cuidar nuestra vocación personal y la de los demás, es la mejor manera para generar nueva vida, de lo contrario, difícilmente se generará algo.
Vivir la misión con pasión y creatividad
Creemos que el don del carisma marista sigue vivo y actual en nuestros tiempos, y estamos invitados a adaptarlo a los tiempos actuales. Continuemos abiertos a las intuiciones que el Espíritu nos está dictando, en el contexto actual y a través de los signos de los tiempos que vivimos. No tengamos miedo de acoger la novedad, así como de cambiar y transformar aquello que sea necesario, tanto en la manera de vivir nuestra vocación como en la forma de llevar a cabo nuestra misión.
En manos de María
Encomendamos la vida y misión de nuestro Instituto a María, Nuestra Buena Madre. Ella nos sigue inspirando: “Fiel al nombre que llevas, deja que María inspire y modele tu espiritualidad” (Regla de Vida, 28). Ella fue capaz de descubrir en su interior la presencia de Dios y de reflejarla en la vida cotidiana, sintiéndose fortalecida sobre todo en los momentos de incertidumbre y de dolor. Como Maristas de Champagnat, María nos anima, nos inspira y nos hace sentir su presencia cercana. Recordemos que “esta es su obra”, como tantas veces nos lo repitió San Marcelino.
Sintamos la cercanía de San Marcelino, que sigue vivo hoy en cada uno de nosotros, inspirándonos con sus oídos atentos y su corazón audaz. ¡Feliz fiesta de San Marcelino!
"durante seis días y siete noches, vendavales, lluvias, huracanes y el diluvio estuvieron golpeando la tierra… Ea abrió la boca, tomó la palabra y le habló a Enlil el audaz: 'Pero tú, el más sabio de los dioses, el más valiente, ¿cómo pudiste, inmisericorde, decretar el diluvio? Haz que recaiga la culpa sobre el culpable y el pecado sobre el pecador. En lugar de eliminarlos, perdónalos. No los aniquiles: muéstrate clemente'". Con estas palabras, el dios Ea recriminaba a su compañero Enlil que hubiera enviado un diluvio para aniquilar a todos los hombres, solamente porque éstos eran muy ruidosos y no le dejaban dormir.
Así eran los dioses en Mesopotamia: tenían un poder sin límites, estaban siempre disputando entre sí y, sobre todo, despertaban un insuperable temor entre los hombres, que habían sido creados únicamente para servirles. En realidad, los dioses mesopotámicos tenían la apariencia, las cualidades y los defectos de los hombres, pues habían sido concebidos a semejanza humana. Eran en gran medida un reflejo de la sociedad que los había creado. En otras palabras, se trataba de una trasposición a nivel celestial de lo que ocurría en el mundo terrenal.
DIVINIDADES TEMIBLES
Los dioses se alimentaban, se peleaban, se amaban, se casaban y tenían familia como cualquier hombre. Pero había una notable diferencia: la muerte les era desconocida. La vieja Epopeya de Gilgamesh lo deja bien claro: "Cuando los dioses crearon a los hombres, les asignaron la muerte, pero la vida sin límites se la guardaron para ellos". La inmortalidad, así como la posesión de un poder ilimitado y sobrenatural, eran características inherentes a los dioses que les diferenciaba de los humanos.
Los dioses no solo tenían la huella de lo humano, sino también eran una proyección de la sociedad. Estaban organizados en categorías bien diferenciadas y su panteón era una reproducción de la organización social. Había un soberano, una familia real, así como funcionarios, técnicos y ayudantes, que constituían el grupo de las divinidades principales o mayores. Por debajo se encontraba toda una corte de deidades menores y marginales.
Los dioses mesopotámicos no solo tenían la huella de lo humano, sino también eran una proyección de la sociedad.
A la cabeza de este sistema se hallaba Anum, que era el fundador de la dinastía divina y el padre de los dioses. Junto a él, Enlil, el dios del viento, y Enki (llamado Ea, en acadio), el dios de las aguas dulces subterráneas, constituían la gran tríada de los dioses supremos. El grupo de los siete grandes dioses de Mesopotamía se completaba con Shamash, el dios sol; Sin, el dios luna; Ishtar, la diosa del amor y de la guerra, y Ninhursag, la diosa madre.
Esta división del poder divino no era inmutable, pues en el II milenio a.C. se produjo en Babilonia, aunque no sin dificultades, la sustitución de Enlil por Marduk, mientras que los reyes casitas de la segunda mitad del II milenio a.C. adoptaron como propios a los dioses tradicionales babilónicos, pero no renunciaron a los suyos.
EL TEMOR DE LOS HUMANOS
Los hombres se humillaban y temblaban ante los dioses. Sabedores de su poder, los habitantes de Mesopotamia adoptaban una actitud de sumisión, de admiración, de respeto e incluso de temor. De la divinidad nunca se esperaba cercanía. Los hombres no amaban a los dioses, sino que los temían. Todo lo que ocurría en la tierra tenía un origen divino.Y de esta sumisión a los dictámenes divinos no estaba libre nadie, ni siquiera los reyes.
De la divinidad nunca se esperaba cercanía. Los hombres no amaban a los dioses, sino que los temían.
Cada decisión del monarca tenía que ser ratificada por los dioses.Una campaña militar, la ingesta de un fármaco o la elección del heredero tenían que ser sancionados por los dioses a través de la adivinación o de oráculos. Un ejemplo de ello, referido a la elección del heredero por parte del rey asirio Asarhadón, en el siglo VII a.C., aparece en el texto siguiente: "¡Shamash, gran señor, dame una respuesta positiva a lo que te pregunto! ¿Debe Asarhadón, rey de Asiria, esforzarse y hacer preparativos? ¿Debe introducir a su hijo, Sin-nadin-apli, en la casa de la sucesión? ¿Es del agrado de tu divinidad? ¿Es aceptable para tu gran divinidad? ¿Lo conoce tu gran divinidad?".
LA MORADA DE LOS DIOSES
Cada ciudad de Mesopotamia tenía un dios patrón que la protegía y de esa protección dependía en gran medida su prosperidad.De hecho, de acuerdo con la mentalidad mesopotámica, la ciudad era concebida y fundada para ser la morada de una determinada divinidad. Esa morada estaba representada por el templo principal. Por esta razón, ya desde el III milenio a.C., los reyes invirtieron grandes esfuerzos en la construcción y reconstrucción de los principales santuarios. Así consta en numerosas inscripciones conmemorativas relativas a la finalización de trabajos de edificación, reparación y embellecimiento de los mismos.
Los reyes mesopotámicos invirtieron grandes esfuerzos en la construcción y reconstrucción de los principales santuarios.
El éxito y el futuro de cada ciudad y cada reino dependían de la armónica relación entre dioses y reyes. "Un largo reinado feliz y años de gozosa abundancia" deseó el dios Shamash, dios de la Justicia, al rey Yahdun-Lim (1810-1794 a.C.) por haberle construido un templo magnífico en la ciudad de Mari, en el Medio Éufrates sirio.
El templo y el palacio constituyen los dos polos de poder en Mesopotamia. La arqueología ha sacado a la luz cientos de templos repartidos a lo largo y ancho de su geografía. El templo era, en primer lugar, la casa del dios, el lugar donde vivía y donde se le atendía a diario. Como es obvio, a lo largo de la historia mesopotámica la forma y las características de los templos fueron evolucionando, incluida su parte más importante, el llamado lugar santo o sanctasanctórum (la cella del mundo grecorromano). Pero había tres elementos que siempre se consideraron indispensables en todo edificio consagrado al culto: el emplazamiento del trono del dios, donde se hallaba la estatua de culto; el lugar de presentación de las ofrendas, y, por último, la zona donde se preparaban los alimentos o se realizaba el sacrificio de animales.
EL SERVICIO EN EL TEMPLO
En torno a la estatua divina se organizaban una serie de ceremonias en honor del dios titular. Cada día, los dioses recibían dos comidas mayores y otras dos menores. No era un acto meramente simbólico, sino que esta tarea recaía sobre cocineros adscritos al templo. Se les alimentaba con pan, dátiles y diversos tipos de carnes elaboradas siguiendo recetas culinarias. Y bebían vino, varias clases de cerveza y leche. Según una tablilla del siglo III a.C., en Uruk a lo largo de un año se ofrecía a los dioses Anum, Antum e Ishtar, entre otros productos, nada menos que 18.000 carneros, 2.580 corderos, 720 bueyes, 360 terneros...
Además de comida, los dioses recibían todo tipo de cuidados, pues se les hacía el aseo personal y se les vestía y adornaba con joyas en un alarde de indescriptible ostentación. Incluso se les sacaba a pasear en procesión, generalmente en el marco de la celebración de determinadas festividades religiosas, la más importante de las cuales era la del año nuevo.
Los dioses recibían todo tipo de cuidados, pues se les hacía el aseo personal y se les vestía y adornaba con joyas.
De todos estos cuidados se ocupaba un amplio séquito constituido por el personal de culto y la clase sacerdotal, formada tanto por hombres como por mujeres reclutados entre las familias de las clases altas. En Babilonia, en tiempos de Hammurabi (1792-1750 a.C.) conocemos la existencia de sacerdotisas de alto rango llamadas naditum en acadio. Estas mujeres, que llevaban una vida semiconventual, podían casarse pero no podían procrear. Solo podían tener hijos a través de una esclava, pues debían permanecer castas.
La importancia de estos cultos viene demostrada por el desconsuelo que provocaba, en caso de la toma de una ciudad por el enemigo, la deportación a otro país de la estatua del dios.No había mejor manera de humillar al vencido que "robarle sus dioses". Un buen ejemplo lo tenemos con el dios Marduk, cuya estatua viajó desde Babilonia hasta Elam y Asiria como botín de guerra en varias ocasiones. La recuperación de la efigie por el rey Nabucodonosor I (1126-1105 a.C.) fue celebrada como un gran acontecimiento por los babilonios.
dentro de la poblada fauna del Nilo, el cocodrilo ha sido siempre una de las presencias más características e inquietantes. Con hasta seis metros de longitud,su poderosa mandíbula y su escudo de escamas, representaba una amenaza constante y angustiosa para los antiguos egipcios, acostumbrados a navegar y pescar en frágiles barcas de papiro. No es extraño, por ello, que este temible animal ocupara un lugar destacado en la cultura faraónica.Para los habitantes del valle del Nilo, el cocodrilo era sinónimo de peligro. Algunos signos de la escritura jeroglífica muestran al saurio con uno o varios cuchillos clavados en su cuerpo. Además,algunos términos se escribían con una partícula en forma de cocodrilopara expresar conceptos ligados a la "agresividad" y la "voracidad".
UN REPTIL PELIGROSO
El sigiloso reptil representaba una amenaza para todos los que se aproximaran a la orilla del Nilo, empezando por los otros animales. Así, en un papiro del Reino Nuevo se registran algunos conjuros necesarios para proteger a los caballos que atravesaban el río. En cuanto a los humanos, el peligro de los cocodrilos se convirtió en un tópico literario. En la Sátira de los oficios, por ejemplo, se explica el riesgo que corre el lavandero que lava en la orilla del Nilo teniendo a los cocodrilos como vecinos, o el pescador que faena en el río mezclado con ellos y al que el miedo impide conseguir una pesca copiosa.
En la "Sátira de los oficios", por ejemplo, se explica el riesgo que corre el lavandero que lava en la orilla del Nilo teniendo a los cocodrilos como vecinos.
En el Diálogo del desesperado con su ba, el protagonista declara: "Mira, mi nombre es detestado, más que el hedor de los cocodrilos, más que sentarse en un banco de arena lleno de cocodrilos". En el Papiro Westcar, un cocodrilo fantástico interviene en una historia de celos y venganza. En el cuento, el sacerdote Ubaoner descubre que su mujer le es infiel y al conocer la cita programada por los amantes crea un cocodrilo de cera que, mediante la magia, cobra vida y atrapa al amante de su esposa, llevándolo al fondo del río. Tras varias peripecias, el animal se come al infeliz, mientras que la adúltera muere quemada.
METAMORFOSIS DIVINAS
En un cuento del Reino Nuevo llamado El príncipe predestinado, las diosas del destino vaticinan al rey que su hijo, que acaba de nacer, morirá a causa de un cocodrilo, un perro o una serpiente. El rey juzga entonces necesario esconder al niño en una casa en el desierto; el cocodrilo lo descubre, aunque parece que no lo mata (el final de la historia se ha perdido). Otra narración del mismo período relata el enfrentamiento entre dos hermanos, Inpu y Bata, a causa de las mentiras maquinadas por la mujer del primero en venganza por haberse sentido rechazada por su cuñado; la lucha se detiene al intervenir una divinidad que interpone entre ambos un lago lleno de cocodrilos que ninguno se atreve a cruzar.
En el cuento "El príncipe predestinado", las diosas del destino vaticinan al rey que su hijo, que acaba de nacer, morirá a causa de un cocodrilo.
Pero el cocodrilo no era solo una fiera terrorífica. También suscitó especial reverencia, lo que hizo que diversas divinidades tomaran su forma. Así, el dios halcón Horus se transformó en cocodrilo para sacar de las profundidades del río a su padre Osiris, asesinado por su malvado hermano Seth. También se le identificó con el dios solar Re en el momento de su resurrección surgiendo del Nun, las aguas primordiales.
EL DIVINO SOBEK
En todo caso, el dios-cocodrilo por excelencia era Sobek, cuyo nombre significa justamente "el cocodrilo". Representado primero con la forma de este animal, con el tiempo Sobek se representó con cuerpo humano y cabeza de cocodrilo. En el Reino Medio Sobek se solarizó, y bajo la dinastía XIII fue adoptado como patrón de la realeza. Sobek era un dios de la fertilidad, la vegetación y la potencia creadora. Fue señor de las aguas y los humedales, pero a la vez era un dios protector, pues los egipcios observaron que era un feroz defensor de sus huevos y sus crías, a las que protegía una vez nacidas introduciéndolas en sus fauces.
El dios cocodrilo Sobek era una divinidad relacionada con la fertilidad, la vegetación y la potencia creadora.
En la iconografía egipcia había numerosos híbridos de cocodrilo y otros animales. Una forma acuática de Horus tenía cuerpo de cocodrilo y cabeza de halcón. La benéfica diosa Tueris, una divinidad del hogar, protectora de las mujeres durante el embarazo, el parto y el nacimiento, tenía cabeza de hipopótamo, patas de león, pechos humanos y cola de cocodrilo, mientras que Ammit, monstruo encargado de devorar las almas de los difuntos que no superasen el juicio de Osiris, era mitad león, mitad hipopótamo y tenía cabeza de cocodrilo.
la tarde del 5 de enero de 1953, Maurice Moisson, agricultor y arqueólogo aficionado, dirigía la excavación de un sondeo al pie del Mont Lassois, un importante yacimiento hallstático descubierto en 1929 junto al pueblo de Vix, en la región francesa de la Borgoña. Moisson había comenzado su sondeo el 31 de diciembre, atraído por restos de cerámica diseminada por una ligera elevación que sobresalía 25 centímetros sobre el terreno circundante.Esa pequeña prominencia le hizo pensar en la existencia de un túmuloque habría sido nivelado por las labores agrícolas.
Su trabajo apenas había dado frutos durante la primera semana de excavación, a pesar de haber alcanzado los 1,80 metros de profundidad, cuando, a las 5 de la tarde, la hora del ocaso, apareció el extremo de una gran pieza de bronce. Al amanecer del día siguiente se reanudó el trabajo, ahora en presencia de René Joffroy, director del yacimiento, conservador del museo de la cercana Châtillon-sur-Seine y profesor de filosofía del instituto de enseñanza secundaria local. Con la nueva luz se constató que el fragmento de bronce era el asa, bellamente cincelada, de una gran crátera; inmediatamente fueron también desenterrados los fragmentos cerámicos de una copa ática de figuras negras sobre fondo rojo y una pátera de plata.
CRÁTERAS Y ESTATUILLAS
Ante la importancia de los hallazgos, los trabajos se detuvieron y se avisó por telégrafo a Paul Wernert, director de la tercera circunscripción prehistórica, y a Guy Gaudron, inspector de los museos de la provincia. Entre el 8 y el 9 de enero, cuando éstos llegaron, se desenterró la gran crátera de bronce y otros objetos que se apoyaban sobre su tapa, especialmente la pátera de plata, de 24 centímetros de diámetro y 350 gramos, con el umbilicus (la protuberancia central) de oro, y la copa ática de figuras negras decorada con un combate entre hoplitas. Además, en el fondo de la crátera se encontró una estatuilla femenina de 19 centímetros.
Enseguida la prensa se hizo eco del sensacional hallazgo: el 12 de enero, el corresponsal en Dijon del diario Le Monde anunciaba que en el Mont Lassois había salido a la luz un magnífico vaso griego de bronce, de inestimable valor artístico. La excavación continuó hasta el 13 de febrero, plazo en el que aparecieron los elementos metálicos de un carro, sobre el cual se hallaron asimismo los huesos de la persona que había sido enterrada allí.
El 12 de enero, el corresponsal en Dijon del diario "Le Monde" anunciaba que en el Mont Lassois había salido a la luz un magnífico vaso griego de bronce.
Como constató Joffroy en el informe de la excavación que remitió a la Academia de Inscripciones y Bellas Letras de París, él y Moisson habían descubierto una típica sepultura de carro hallstática, en todo comparable a las cámaras funerarias de los príncipes celtas de la misma época (siglo V a.C.), cuya cultura ocupó gran parte del territorio que se extendía desde Austria hasta Borgoña.
El sepulcro estaba formado por un túmulo de 42 metros de diámetro, construido con piedras de gran tamaño (algunas de 80 por 40 centímetros), en cuyo centro se encontraba la cámara sepulcral, un cuadrado de tres metros de lado. El análisis de los huesos del difunto mostró que se trataba de una mujer, tal vez una princesa o sacerdotisa del más alto rango social, a juzgar por la riqueza de su ajuar funerario. Con una altura de 1,60 metros, la mujer murió entre los 30 y los 40 años, y fue enterrada hacia el año 480 a.C.
GRANDES RIQUEZAS
Para su viaje a la otra vida, la dama de Vix fue adornada con todo tipo de joyas de fabricación local: un collar de gruesas perlas de piedra y ámbar, una tobillera de bronce, un brazalete de lignita, fíbulas de hierro que sirvieron para sujetar sus vestidos y un espléndido torque (collar) de oro de 24 quilates con un peso de 480 gramos. Además, la princesa se rodeó de una riquísima vajilla venida del lejano Mediterráneo: una pátera de plata, una gran crátera de bronce del sur de Italia, un oinochoe para escanciar, también de bronce, y los vasos de cerámica ática que sirvieron para beber. El vino también era de origen mediterráneo y seguramente fue mezclado en la crátera para el banquete funerario.
Para su viaje a la otra vida, la dama de Vix fue adornada con todo tipo de joyas de fabricación local.
Las extraordinarias riquezas que acompañaron a esta princesa celta se explican por la posición geográfica del asentamiento. Los estudios llevados a cabo a lo largo de los últimos sesenta años han permitido conocer que el yacimiento del Mont Lassois se encontraba en una importante ruta comercial que, en el siglo VI a.C., llevaba el estaño de las islas británicas al Mediterráneo. La misma ruta servía para cubrir la demanda creciente de esclavos, oro y hierro; todo ello transportado a través de los ríos Ródano, Saona, Mosela, Rin y Danubio, que constituyeron los ejes privilegiados de dicha circulación junto con los pasos de los Alpes que comunicaban esa región con Italia.
En este contexto, el asentamiento del Mont Lassois, en Vix, formó parte de un pequeño principado que se benefició de su privilegiada posición como intermediario en esa ruta comercial, hasta que la llegada de las nuevas aristocracias guerreras de la cultura de La Tène lo hizo desaparecer.
Un vecino de Cáceres encuentra una estela antropomorfa con miles de años de antigüedad EFE / Ayuntamiento de Valdefuentes
Un vecino de la localidad de Valdefuentes (Cáceres) ha hallado una estela antropomorfa, datada «entre 2.000 y 3.000 antes de Cristo», cuando realizaba obras en el umbral de la puerta de una antigua bodega, según ha informado el Ayuntamiento de esta localidad.
El alcalde de Valdefuentes, Álvaro Arias, ha manifestado a EFE que el hallazgo ya ha sido puesto en conocimiento de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico de Cáceres. De hecho, los arqueólogos ya han inspeccionado la pieza y apuntan «a que puede tener esa antigüedad”.
La pieza fue localizada hace dos días en una vieja bodega ubicada en la calle Vicente Aranda Cantó, en pleno casco urbano de la citada localidad cacereña.
Además, se han adoptado las pertinentes medidas de salvaguarda y la pieza ha sido trasladada al claustro del convento de San Agustín de Valdefuentes. “La hemos trasladado, dado el interés histórico que dicho hallazgo puede representar para nuestra localidad, así como la repercusión cultural y turística que pudiera suponer”, ha apuntado el alcalde.
«Nuestro deseo es que dicha estela permanezca en el emplazamiento actual del claustro, en un lugar preferente, con las debidas medidas de salvaguarda que desde Patrimonio nos indiquen al efecto”, ha agregado.
durante mucho tiempo, Berenice Troglodityca, un antiguo puerto situado en la costa occidental del mar Rojo, fue una de las ciudades egipcias más prósperas de de la región. Fundada por Ptolomeo II en el siglo III a.C.,Berenice era el punto de llegada de mercancías procedentes de todo el Mediterráneo,e incluso de lugares mucho más lejanos. Hasta la ciudad llegaban productos exóticos (pimienta, piedras semipreciosas, telas, marfil...) hasta que hace unos dos mil años (hacia 220 y 200 a.C.) la ciudad fue abandonada de manera misteriosa, antes de volver a ser repoblada y pasar a formar parte del Imperio romano. ¿Qué ocurrió en Berenice? En el año 2021, el arqueólogo Marek Woźniak, del Instituto de Culturas Mediterráneas y Orientales en Varsovia, y James A. Harrell, profesor emérito de Geología en la Universidad de Toledo, Ohio, publicaron un estudio en la revistaNatureen el cual sugerían quela causa del precipitado abandono de Berenice pudo haberse debido a una catastrófica erupción volcánica,posiblemente producida en el otro lado del mundo, la cual provocó en Egipto una sequía severa.
LAZOS COMERCIALES ENTRE ROMA Y LA INDIA
En la actualidad, los trabajos de excavación llevados a cabo por un equipo de arqueólogos polaco-estadounidense en el antiguo puerto marítimo egipcio de Berenice Troglodytica han sacado a la luz un hallazgo sorprendente: una magnífica estatuilla de Buda datada en el siglo II a.C. Según ha declarado el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto en un comunicado, este increíble descubrimiento confirmaría, sin ningún género de dudas, la existencia de vínculos comerciales entre el Imperio romano y la India.
Los trabajos de excavación llevados a cabo por un equipo de arqueólogos polaco-estadounidense han sacado a la luz una magnífica estatuilla de Buda.
La estatuilla, de 71 centímetros de altura, a la que le faltan las extremidades de la parte derecha, representa a Buda de pie, vestido con un manto que sujeta con su mano izquierda. Un halo rodea su cabeza, representando los rayos del Sol, que simbolizan la irradiación de sus pensamientos (según la iconografía budista estos se representaban con diferentes colores: azul, amarillo, rojo y blanco) y, junto a él, surge una flor de loto.
Marius Goyazda, jefe de la misión arqueológica polaca, ha explicado que la estatuilla descubierta se esculpió en un tipo de piedra que pudo haber sido extraída de una región situada al sur de la actual Estambul, en Turquía, aunque tampoco descarta que hubiera sido tallada en Berenice para ser dedicada a un templo de la ciudad por algún rico comerciante indio. Por aquel entonces, Egipto se encontraba "en el corazón de la ruta comercial que unía el Imperio romano con muchas regiones del mundo antiguo", recalca Mustafa Waziri, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto. Y la estatua de Buda recién descubierta así parece confirmarlo.
ashoka fue el tercer emperador de los maurya, una dinastía que entre los siglos IV y II a.C. dominó casi la entera totalidad de la India, Pakistán y parte de Afganistán. Con habilidad y poderío militar, los maurya se fueron expandiendo progresivamente desde Pataliputra (Patna), la capital del reino, situada en la cuenca del río Ganges, hasta queAshoka logró unificar todo el territorio de la Indiapor primera vez en la historia.Cuenta una leyenda india, de tradición budista, queAshoka era hijo del rey Bindusara y de una de sus esposas, Subhadrangi, la hija de un brahmán.Apartada del lecho del rey por una intriga palaciega, cuando al fin tuvo acceso a su esposo y le dio un hijo, se cuenta que le puso el nombre de Ashoka, "el que no tiene pena", porque al nacer el bebé había acabado con las angustias de su madre.
UN SOBERANO IMPLACABLE
El príncipe Ashoka gozó siempre de la confianza de su padre, quien le encargó el gobierno de las provincias de Ujjain y de Gandara. Al morir Bindusara en 273 a.C., Ashoka se hizo con el poder, aunque para ello ordenó matar a todos sus hermanos –seis según una fuente; 99 según otras– y someter a torturas a sus partidarios. Tras cuatro años de sangrienta guerra civil, se asentó finalmente en el trono de Pataliputra y dio inicio a un reinado que se caracterizó por un cruento despotismo.
Las crónicas, en efecto, recogen numerosos episodios, quizá legendarios, que le valieron el sobrenombre de Chanda Ashoka, "Ashoka el cruel".Se decía, por ejemplo, que cuando en una ocasión las mujeres de su harén lo despreciaron por su fealdad, ordenó quemar a quinientas. El peregrino budista chino Fa Xian recogió asimismo la tradición de que Ashoka había hecho construir un infierno terrestre en forma de jardín amurallado al que el emperador atraía a los curiosos para torturarlos de forma horrible. La leyenda cuenta que un monje budista soportó los suplicios y de este modo logró convertir al soberano.
Se decía que Ashoka había hecho construir un infierno terrestre en forma de jardín amurallado donde atraía a los curiosos para torturarlos de forma horrible.
Sin embargo, el relato más común de la conversión de Ashoka tiene que ver con la práctica conquistadora de los maurya. Con el padre de Ashoka, Bindusara, el Imperio se había consolidado como el más poderoso y extenso de Asia. Solo se resistía al omnímodo control de los maurya un próspero reino situado en la costa este del subcontinente indio, Kalinga, en el actual estado de Orissa. Hacia el año 262 a.C., ocho años después de su subida al trono, Ashoka emprendió una campaña militar para anexionarse este territorio que se vio coronada con el éxito.
Según las estimaciones del propio rey, 150.000 personas fueron deportadas y otras 100.000 murieron, siendo muchas más las que posteriormente sucumbieron a sus heridas. Al pisar el campo de batalla y ver con sus propios ojos las montañas de cadáveres apilados y las lágrimas de los vencidos, Ashoka comprendió que la conquista de un reino significaba muerte y destrucción para todos, ya fueran amigos o enemigos, y desventura para aquellos cautivos que se verían lejos de sus familias y sus tierras.
LA CONVERSIÓN AL BUDISMO
De la experiencia de Kalinga surgió un nuevo Ashoka, un soberano que, verdaderamente contrito, deseaba purificar su alma ante la desolación que había provocado con una sola orden suya. Así lo expresó en uno de sus edictos grabados sobre piedra: "El amado de los dioses sintió remordimientos por la conquista de Kalinga, porque cuando es conquistado un país por primera vez las matanzas, la muerte y la deportación de personas resultan muy tristes para el querido de los dioses y pesan gravemente sobre su alma".
Durante un año y medio, Ashoka invitó a sabios de todo el reino para que participaran con él en intensos debates filosóficos, buscando esa paz que su vida de guerrero le había negado. Pero sería el budismo, la influyente religión contemplativa que había surgido en el norte de la India en el siglo VI a.C., la que calmaría sus inquietudes. En el décimo año de su reinado, Ashoka decidió salir en peregrinación. Durante 256 días, el rey y su séquito viajaron a pie por las riberas del Ganges hasta llegar a Sárnath, un suburbio a las afueras de Varanasi (Benarés), donde Buda dio su primer sermón.
Sería el budismo, la influyente religión contemplativa que había surgido en el norte de la India en el siglo VI a.C., la que calmaría las inquietudes de Ashoka.
Cerca de la ciudad sagrada de los hindúes estaba la localidad de Bodh Gaya, el lugar donde se alzaba el árbol bodhi, bajo el cual el príncipe Siddartha Gautama se convirtió en Buda, "el Iluminado". Ante la visión del árbol, Ashoka sintió que él mismo alcanzaba esa ilustrada serenidad que necesitaba y erigió un templo allí mismo. A partir de entonces se hizo llamar Dharma Ashoka o "Ashoka el piadoso".
Repudiando la gloria que había alcanzado con las armas, Ashoka decidió dedicarse a predicar su nueva fe: el dharma o la doctrina de la piedad. Ashoka trató así de humanizar un poder que había ejercido de manera despiadada al principio de su reinado, convirtiéndose en el primer soberano de la historia que renunciaba expresamente a las conquistas y la violencia. Así al menos se le recuerda en la tradición histórica india, aunque los historiadores recuerdan que, pese a sus lamentos, Ashoka nunca renunció al conquistado reino de Kalinga ni al empleo de la fuerza, bien que moderada, contra los pueblos rebeldes de la frontera.
LA IMPLANTACIÓN DEL PACIFISMO
Pese a ello, el mensaje de Ashoka era revolucionario. El emperador trataba a todos sus súbditos por igual, en contraste con las doctrinas del brahmanismo, en el que la pertenencia a una casta define la posición social. Uno de sus edictos decía: "Todos los hombres son mis hijos y de la misma forma que a mis hijos les deseo que sean felices y prósperos, tanto en este mundo como en el siguiente, también se lo deseo a ellos".
De hecho, hizo del pacifismo el principio inspirador de su reinado. El sonido de los tambores, que antes anunciaba la marcha de los soldados al campo de batalla, se convirtió en lo que él llamó "la música del dharma": el alegre anuncio de espectáculos teatrales que enseñaban la nueva religión con fuegos artificiales y con elefantes blancos, símbolos de la pureza y la sabiduría de Buda. Mandó grabar sus edictos, con los detalles de su conversión y las doctrinas del dharma, en pilares en las plazas más concurridas del Imperio y en los pasos de montaña más transitados por sus súbditos.
Ashoka mandó grabar sus edictos, con los detalles de su conversión y las doctrinas del dharma, en pilares.
Ashoka fundó cientos de monasterios y santuarios, mejoró las vías de comunicación entre las principales capitales, plantó árboles que dieran sombra a los caminantes y sembró el Imperio de pozos para calmar su sed, y erigió hospitales y zonas de descanso para solaz de aquellos que entraran en sus dominios y fueran en peregrinación a los lugares santos de la India. Preocupado por la difusión internacional del budismo, Ashoka pidió a su propio hijo, Mahendra, que encabezase una misión predicadora a Sri Lanka y envió embajadores hasta las distantes cortes de Occidente, como la del rey Ptolomeo II Filadelfo en Alejandría.
ASHOKA EL PIADOSO
En ocasiones se ha culpado al pacifismo de Ashoka de haber debilitado el Estado y propiciar su decadencia y disolución, pues, en efecto, tras su muerte el Imperio maurya no tardó en disgregarse. De hecho, una tradición mantiene que en sus últimos años Ashoka perdió el control del reino. Su nieto, Samprati, alarmado por las continuas donaciones que hacía Ashoka a la orden budista, prohibió al tesorero real que le entregara más fondos y finalmente lo destronó.
El nieto de Ashoka, Samprati, alarmado por las continuas donaciones de su abuelo a la orden budista, lo acabó destronando.
Pese a ello, en la India contemporánea siempre se ha recordado a Ashoka como el rey más importante de su historia. Fue el unificador del país y encarnó de forma inigualable el ideal budista del monarca universal, chakravartin, "un rey que reinará sobre este mundo rodeado de mares sin opresión, después de conquistarlo sin violencia, con su justicia".