con la inconfundible pirámide escalonada de Djoser al fondo, un trabajador del enorme yacimiento de la necrópolis real de Saqqara, en Menfis, se fotografió con lo que podía ser un prometedor hallazgo el 8 de junio de 1954. Tres años atrás, el arqueólogo Zakaria Goneim había descubierto los primeros restos de una nueva pirámide también escalonada pero de la que solo se había llegado a construir el primer escalón, de unos 7 metros de altura, que precisamente se puede apreciar en la imagen. Se trataba del monumento funerario que debía albergar la tumba del faraón Sekhemkhet, sucesor de Djoser, y que si se hubiera terminado habría medido 70 metros de altura. Este monarca había reinado en el País del Nilo entre 2565-2559 a.C. Cuando se tomó esta fotografía, el equipo de Goneim ya había descubierto la entrada norte que, al aparecer sellada, hizo suponer que los restos mortuorios del faraón podían encontrarse dentro. Durante los siguientes 15 días, los arqueólogos penetraron en su interior recorriendo pasadizos y cámaras intactas durante milenios hasta llegar a la puerta de la cámara funeraria, en cuyo interior encontraron el deseado sarcófago. Sin embargo, cuando el 26 de junio, con todas las autoridades del país reunidas incluyendo el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser para presenciar la apertura, se consiguió levantar la pesada tapa se descubrió que en su interior no había nada. Hubiera sido un hallazgo histórico, pues iba a ser la primera momia de un faraón de Reino Antiguo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario