Se cuenta que el cardenal gascón Jean Bilhères de Villiers (1435-1499), el embajador del monarca francés en la Santa Sede, encargó al artista Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) La Piedad, una de las obras cumbres de la escultura renacentista.
La Piedad representa a una jovencísima Virgen María sosteniendo a Cristo muerto. Según el contrato firmado por ambas partes, el escultor cobraría cuatrocientos cincuenta ducados de oro siempre y cuando entregase la obra antes de un año. El genio florentino remató su escultura cuando faltaban dos días para cumplir el año.
La escultura es sobradamente conocida por todos y no necesita presentaciones. Quizás lo que no sea tan popular es que la boca de Cristo tiene tres incisivos en la arcada superior, en lugar de dos, que es lo habitual. En otras palabras, tiene un diente supernumerario.
La conexión con el mal
Se conoce como dientes supernumerarios aquellos que exceden de la fórmula dentaria habitual: 20 dientes «de leche» o deciduos y 32 permanentes. Las causas que motivan su aparición son desconocidas, si bien se ha descubierto la existencia de un patrón hereditario.
A pesar de que los dientes supernumerarios pueden aparecer en cualquier localización, lo más frecuente es en la zona central de la arcada maxilar, son los llamados mesiodens.
La profundidad del pensamiento del toscano se puede intuir a través de su prolífica creación artística, en la que se adivinan concepciones teológicas, filosóficas y anatómicas. Es sabido que tenía vastos conocimientos del cuerpo humano, no en balde aparece en la portada de algunos tratados del médico belga Andreas Vesalio (1514-1564) participando en una disección.
Si no fue un error anatómico, ¿qué simbolizaba el mesiodens? Hay que partir de la premisa que los artistas muchas veces son los notarios de su época y en el Renacimiento las deformidades del cuerpo y las anomalías anatómicas eran interpretadas por algunos eruditos –como Savoranola- como una figuración del mal. El quinto incisivo era una metáfora del mal y del pecado.
Jesús y la carga de los pecados de los hombres
Si observamos con detalle la Capilla Sixtina podremos descubrir que en el infierno hay más de un personaje con el quinto incisivo. Un guiño simbólico que gustó mucho al renacentista, ya que lo representó durante cinco décadas, el tiempo transcurrido entre La Piedad (1497-1499) y la Crucifixión de San Pedro en la Capilla Pasolina de Roma (1545-1550).
Ahora bien, ¿cómo se puede explicar que la escultura de Cristo tenga un quinto incisivo, según esta concepción teológica? La única explicación posible es que el Hijo de Dios ha cargado con todos los pecados de los hombres y con su sangre ha liberado a la Humanidad del pecado original.
Parece ser que cuando La Piedad de Miguel Ángel fue expuesta muchas voces críticas pusieron en duda que aquella genialidad pudiera ser obra de un florentino –enemigos encontrados de los romanos- de 24 años.
El florentino decidió zanjar la cuestión cierta noche. En un ataque de ira, de los que tenía bastante acostumbrados a sus coetáneos, penetró en el Vaticano y a escondidas cinceló en la cinta del pecho de la Virgen el siguiente mensaje: «Michel Agelus Bonarotus Florent Facieba» (Miguel Ángel Buonarroti, florentino, lo hizo). De esta forma, La Piedad se convirtió en la única obra firmada por el insigne escultor.
Por cierto, Miguel Ángel no fue el único en representar estas malformaciones dentarias, también las podemos encontrar en La Piedad de Lorenzo Salimbeni (1568-1613) y en las Ilustraciones que realizó Sandro Botticelli (1445-1510) para la Divina Comedia.
Pedro Gargantilla
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