Por Eduardo Montagut Contreras. Doctor en Historia Moderna y Contemporánea
El sionismo es un movimiento ideológico y político que propone un nexo de unión entre el pueblo judío disperso por el mundo y Sión, el símbolo de unión de este pueblo. Sión es el nombre de la fortaleza que defendía Jerusalén.
El sionismo surgió en Europa a mediados del siglo XIX. En cierta medida, el sionismo incorporaba muchos aspectos del nacionalismo, que estaba en pleno auge en Occidente en ese momento. El sionismo fue fundado por el ciudadano judío nacido en Budapest, Theodor Herzl (1860-1904), cuya principal obra fue El Estado Judío, publicada en 1895. En 1897 fundó el diario “Die Welt”. Reunió en Basilea el primer Congreso Sionista en ese mismo año, donde nació la Organización Sionista Internacional. También creó la Banca Nacional Judía y el Fondo Nacional Judío para comprar de tierras en Palestina.
Herzl pensaba que los judíos asimilados debían luchar contra dicha asimilación porque consideraba que la emancipación, defendida por la Revolución Francesa, había conseguido todo lo contrario, es decir había potenciado el antisemitismo en las sociedades europeas. Este antisemitismo se había extendido por toda Europa, y había llegado al clímax en el famoso caso Dreyfus en la propia Francia. Este asunto sirvió a Herzl como argumento para fundamentar sus ideas. El antisemitismo se convirtió en el incentivo del sionismo en su defensa de que los judíos debían vivir separados del resto del mundo en un territorio que les perteneciera. Dicho territorio debía ser Palestina. Herzl intentó obtener de los países europeos con intereses coloniales o imperiales en la zona una carta de colonización internacional. En su afán no dudó en buscar el apoyo de gobiernos muy conservadores como el alemán o claramente antisemitas como el ruso. En 1898 realizó gestiones con el propio káiser Guillermo II para proponerle que se creara en Palestina un Estado judío bajo la protección alemana. En 1903 buscó el apoyo de Plehve, el ministro ruso del Interior e instigador de un terrible pogromo en Kichinev. Dos años antes, había recurrido al sultán del Imperio Turco con el mismo propósito. Las tres gestiones fracasaron, por lo que Herzl optó por una alternativa. En vez de buscar el Estado judío en Palestina pensó en crear un hogar judío en otros lugares: Chipre, Argentina, Uganda, etcétera. Tampoco tuvieron éxito esas propuestas, y regresó a la vieja idea de Palestina, pero desde otra perspectiva. Había que fomentar una empresa de colonización territorial al estilo de las que se habían realizado por algunas potencias coloniales europeas. La muerte de Herzl en el año 1904 debilitó el movimiento sionista.
El año 1917 fue clave para el resurgir del sionismo porque el gobierno británico, a través del Secretario del Foreign Office, Balfour, declaraba a Rothschild, a la sazón vicepresidente de la organización de judíos de Gran Bretaña, en una carta la disposición favorable a la creación del “Hogar Nacional” para el pueblo judío en Palestina. Se trataba de la conocida como “Declaración Balfour”, que sentó las bases del futuro Estado Judío del año 1948.
El sionismo, a pesar de no considerarse como un movimiento religioso, apeló a la Biblia para buscar argumentos de justificación histórica para afirmar el derecho de los judíos a crear un Estado en Palestina y a mantenerlo.
Para completar el artículo aportamos el texto de la famosa “Declaración Balfour”:
“Foreign Office
2 de noviembre de 1917
Estimado Lord Rothschild:
Tengo el placer de dirigirle, en nombre del Gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él. «El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.»
Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista
Sinceramente suyo,
Arthur James Balfour.”
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