No es muy frecuente relacionar personajes femeninos con las grandes batallas que se combatieron a lo largo de la historia, pero en realidad muchos fueron los sucesos historicos en los que las mujeres tuvieron un papel importante. Es el caso de Artemisia de Caria, tirana de Halicarnaso, vivida en el siglo V a. C., que participó en la batalla naval de Salamina (480 a.C.). Artemisia era de origen cretense por parte de madre y halicarnasia por parte de padre, Lígdamis tirano de la ciudad. El historiador Herodoto, también originario de Halicarnaso, habla de ella en los libros VII y VIII de sus Historiae.
La región de Caria formaba parte del imperio persa como satrapía, así que durante la Segunda Guerra Médica Artemisia fue aliada del Gran Rey Jerjes contra las poleisgriegas. La reina dirigió cinco embarcaciones que eran, según lo que dice Herodoto “las más celebradas de toda la flota, después de las de Sidón.” El aporte de Artemisia pero no se limitó a eso: ella se distinguió entre los aliados de los persas también como consejera del Rey, a quien sugirió que evitase enfrentamientos navales contra los griegos, que por mar eran superiores a los persas. Pero, a pesar de la opinión muy favorable que tenía de ella, Jerjes no siguió el consejo de Artemisia y de hecho el combate de Salamina se concluyó en una derrota para los Medios, no obstante su superioridad numérica.
Los trirremes halicarnasios fueron de los pocos que escaparon de la masacre, gracias a la astucia y habilidad de la reina. Cuando un barco ateniense agredió la embarcación donde se encontraba Artemisia, ella dio la orden de embestir un navío comandado por Damasítimo, rey de los calindios, aliados de Jerjes. Ese ataque provocó el hundimiento del barco calindio, hecho que hizo creer a los atenienses que la nave de Artemisia era griega o que por lo menos estaba apoyando a los griegos, desertando de la flota persa. Gracias a esa artimaña consiguió escapar del acoso griego y pudo volver a las líneas persas. Tal vez todos los soldados calindios fallecieron, así que nadie pudo contar lo que pasó realmente. Según lo que dice Polieno en su obra “Estratagemas” (siglo II d.C.), durante la batalla Artemisia tuvo la astucia de cambiar varias veces de enseña, izando la griega o la persa según la conveniencia del momento.
El escritor bizantino Focio refiere que en su madurez Artemisia se enamoró de un joven llamado Dárdano que no le correspondía. Por el dolor ella le sacó los ojos mientras dormía y luego se arrojó desde la roca de Léucade, desde la cual, según una leyenda, se suicidó también Safo. En realidad se trata de una noticia poco cierta, posiblemente inventada a posteriori, que no se concilia bien con la imagen de la mujer fuerte y valiente que luchó en Salamina.
Lo que es cierto es que de la tirana desciende Artemisia II, famosa por haber construido una de las siete maravillas de la Antigüedad, el Mausoleo de Halicarnaso, sepulcro dedicado a su esposo Mausolo de Caria. El grandioso monumento, que fue destruido por un fuerte terremoto, se convirtió en un símbolo del amor conyugal y dio origen a la palabra mausoleo todavía de uso corriente.
Lo que emerge es que Artemisia fue sin duda una figura femenina excepcional que recubrió con valor un papel que normalmente pertenecía a los hombres, por eso sorprende que casi nadie la conozca y que no se hable de ella en la mayoría de los libros de historia. Pero se trata de un problema más extenso que tiene que ver con la tradición machista de la historia que se ha adfirmado en los siglos.
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