Alfred N. Whitehead y su Dios en Proceso
La obra científica y filosófica de Whitehead ha
marcado en los Estados Unidos una de las tendencias más importantes en
el diálogo ciencia-religión durante todo el siglo XX, que va unida a la
llamada filosofía y teología del proceso. Para Whitehead, la teología
cristiana tradicional respondió a la metafísica de un ser absoluto,
todopoderoso y omnisciente, fuente única de todo ser. En consecuencia,
considera que esta idea de Dios debe ser sustituida por la de un Dios
del proceso que dará lugar a una reinterpretación de las enseñanzas de
Cristo. Y aunque la teología católica fue siempre remisa a emprender un
diálogo a fondo con la teología del proceso, un mayor interés hacia ella
hubiera podido enriquecer muchos contenidos de la teología católica
moderna y cristiana en general
No puede hoy abordarse el estudio de las relaciones ciencia-religión en
el siglo XX, sobre todo en la cultura anglosajona, sin conocer la
filosofía de la ciencia y de la religión de Alfred N. Whitehead. Su
influencia ha sido enorme en la teología norteamericana, siendo el gran
maestro que inspiró la llamada filosofía y teología del proceso. Su
imagen del universo físico respondió a la mecánica cuántica naciente en
la primer mitad del siglo XX.
El mundo procesual de la ciencia le condujo a un entendimiento de
Dios cercano al platonismo y a la introducción de temas teológicos muy
problemáticos, entre los que destaca el de la autolimitación divina en
el mundo. La moderna teología de la kénosis (del ocultamiento e
impotencia divina ante el mundo) en el siglo XX no puede rastrearse sin
recoger las influyentes aportaciones de Whitehead, siempre unido a la filosofía-teología del proceso.
La filosofía del proceso nace con el pensamiento del físico y
filósofo inglés, afincado pronto en la universidad americana de Harvard,
Alfred North Whitehead
(1861-1947). Su filosofía es ya una filosofía del proceso. Pero el
nacimiento de la teología del proceso, debe conectarse con una serie de
discípulos que tienen en Charles Hartshorne
su figura sin duda más relevante. Se consolidó en la década de los
sesenta con la escuela de Chicago y la fundación de la revista Process Studies.
Desde los años fundacionales ha sido constante la presencia de la
filosofía-teología del proceso en la teología anglosajona,
principalmente en América. Hoy en día sigue existiendo una corriente ortodoxa
de esta filosofía-teología que enlazaría con la línea de pensamiento de
sus autores básicos de referencia: A.N. Whitehead, Charles Hartshorne,
John B. Cobb, David Ray Griffin y W.H. Vanstone.
La teología católica fue siempre remisa (al menos en Europa, aunque no
tanto en América) a emprender un diálogo a fondo con la teología del
proceso. Muchas de sus afirmaciones entran en colisión con principios
básicos de la iglesia católica y de otras iglesias cristianas, como por
ejemplo la iglesia de Inglaterra. Pensamos que un mayor interés hacia la
teología del proceso, al menos su discusión, hubiera podido enriquecer
muchos contenidos de la teología católica moderna y cristiana en
general.
Whitehead forma parte de un movimiento epocal claramente
embarcado en la ola del vitalismo. Pero no creemos, como a veces se
dice, que influyeran en él de forma significativa autores como
Santayana, Spengler o Ralph Waldo Emerson. Sin embargo, estamos
convencidos de la influencia que debieron de ejercer sobre él Charles
Sanders Peirce, William James y, sobre todo, el filósofo francés Henri
Bergson.
Este último, cuando Whitehead llegó a su maduración filosófica,
tenía ya desde hacía algunos años sus grandes obras en el mercado de las
ideas y su fama era internacional. Lo más probable es, pues, que lo
conociera, e incluso que se inspirara en él. Nosotros, al menos sí lo
creemos (y se comprueba por las frecuentes menciones de la metafísica
bergsoniana).
Whitehead verá la necesidad de construir esa nueva metafísica,
haciendo una revisión original del pensamiento bergsoniano, dándole más
precisión, ajustándolo más a la ciencia, suprimiendo los saltos líricos,
y formulándolo con una nueva terminología, menos poética, más técnica,
aunque mucho más críptica y difícil. Whitehead, en lugar de “vida”,
usará el concepto de organismo y su filosofía será “organicista”. En
resumidas cuentas, tanto Bergson como Whitehead se mueven dentro de la
misma intuición de un paradigma vitalista-procesual de fondo (frente al
dualismo y al mecanicismo) que responde plenamente al sentir de su época.
Resumiendo vemos un pensamiento de las ciencias naturales asociados a la filosófia y la teología donde el hombre Moderno es consciented de la dinámica de la naturaleza y que la percibe como una evolución acumulativa que duiscurre sin culminación. Desde una visión general para todo ente, Whitehead busca una transformación de algunas teorías fundamentales del idealismo absoluto sobre una base realista (ciencia). Para él, Dios es absolutamente inmanente y trascendente que mediaria de forma dinámica (frente a Hegel), un Dios en proceso. Dios seria la ilimitada realización conceptual de la absoluta riqueza de toda posibilidad, sería la realización del mundo actual en la unidad de su naturaleza, eso si, bajo la influencia del cristianismo, Dios estaría caracterizado por el amor.
Nacho Padró.
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