jueves, 15 de julio de 2010

El Palacio Incompleto.

Erase que era un rey que quiso construir un gran palacio. Y lo hizo para orgullo de sus amigos y envidia de sus enemigos. Pero el astrólogo del reino le previno: "Está escrito en los astros: el día que se acabe de construir su palacio, morirá Su Majestad",

Su Majestad no se inmutó. Sencillamente dejó sin acabar su palacio. Y vivió larga vida. Quizá la parábola nos quiera decir que mientras haya algo por hacer, mientras nos quedan planes e ilusiones, seguiremos con vida. Y se nos va cuando pensamos que ya no tenemos nada que hacer. Podría ser.

Conocí yo a un anciano bibliotecario que, al felicitarle cada año su cumpleaños decía humildemente: "Sólo le pido al Señor un año más de vida para acabar los planes que tengo para la biblioteca". Hasta que un año alguien le dijo: "Si el Señor escucha su oración todos los años, usted va a ser eterno". Desde entonces ya no repitió su intención. Y tampoco llegó a celebrar su próximo cumpleaños.

La lección parece ser, y es, que mientras tenemos ilusión, tenemos vida. Algo por hacer, algo por lograr, algo por acabar. Algo por vivir. Y vivimos. Nos da la confianza de que valemos para algo, de que algo hacemos, de que tenemos algo que completar antes de marcharnos; y eso va retrasando la partida. El sabernos de alguna forma útiles nos afirma en la vida. Tenemos un palacio entero por construir, y aún no se ha acabado. Nuestra vida merece la pena. Hemos de acabar la obra que comenzamos y hacer realidad los sueños que soñamos. Mientras hay sueños, hay vida para realizarlos. Al rey ya no le queda nada por hacer. Y sin nada por hacer ya no queda tampoco nada porqué vivir. Se acabó el palacio y se acabó la ilusión de hacerlo. Se acabó el reinado.

El rey era sabio y, por un lado, respetó el oráculo del adivino y, por el otro, se aseguró una larga vida. Si bien lo pensamos aún quedan un buen número de estancias que construir en nuestro palacio. Tenemos tareas que llevar a cabo, y tenemos ilusión por hacerlo. Con humildad en nuestro realismo, y con alegría en nuestra confianza. Aún tenemos algo por hacer. Con nuestros respetos y nuestro agradecimiento al astrólogo real, seguiremos viviendo.


Carlos G. Vallés