China, India y muy especialmente la Grecia antigua son la cuna de los ejercicios espirituales. No el cristianismo. «Los cristianos lo copiaron de las escuelas griegas, se adueñaron por la enorme fuerza que tuvo en tiempos pasados la expresión», asegura el escritor y profesor de Filosofía del IES Padre Isla de León, Miguel Ángel Castro Merino.
Su nuevo libro La carne espíritu. Terapia filosófica y ejercicios espirituales reivindica esta práctica erróneamente asociada al cristianismo y propone curar el alma a través de 22 teorías filosóficas, que van desde el materialismo de Marx al psicoanálisis de Freud, desde el maestro chino Lao Tsé hasta el cínico Diógenes, de Ciorán a Espinoza o de Aristóteles a Gustavo Bueno.
«La filosofía tiene un cierto punto de consolación», afirma, que nada tiene que ver con los libros de autoayuda tan de moda en los tiempos de ruido y «mercadeo» que corren. «En todo caso mi propuesta es un latigazo contra todos esos libros que dicen que se puede ser feliz de cualquier manera», asegura.
Miguel Ángel Castro, por oficio y por vocación, ha buceado en los orígenes de la práctica de los ejercicios espirituales que «siempre se han dado en las más diversas latitudes una suerte de terapia del deseo, del alma, que los griegos llevaron a su grado máximo», explica.
Entre todos los filósofos que guían el «devocionario laico» de Miguel Ángel Castro Merino brilla una mujer. Simone Weil «me ha fascinado por su modus vivendi, porque su filosofía era su acción», sostiene. Esta filósofa por la que tiene una predilección renunció a la docencia para entrar a trabajar en la fábrica Renault, en los años 30 del siglo XX, y vivir codo con codo con los obreros.
Miguel Ángel Castro Merino presenta esta tarde, a las 19.00 horas en el Instituto Leonés de Cultura y acompañado de la periodista Ana Gaitero, este libro con indicaciones para poner en práctica los ejercicios espirituales de la sabiduría filosófica. Y advierte una cosa. Lo primero que hace falta es tiempo. «Hay que liberar a la gente de trabajo, tener tiempo», algo que por un lado está al alcance de muy pocos pero que, por otro, a veces se escurre por el desagüe del entretenimiento y de todos los estímulos que ofrece la sociedad tecnificada y mediatizada del siglo XXI.
El uso del término ejercicios espirituales es una metáfora con la que el autor quiere hacer hincapié de que «hay que esculpir nuestra propia vida como una obra de arte». Siguiendo las enseñanzas de Pierre Hadot, el filósofo que indagó de una manera original en los ejercicios espirituales en la Grecia antigua, el libro de Castro Merino ofrece en pequeñas ‘píldoras’ la posibilidad de que la gente común disfrute de la sabiduría y la use para esculpir su alma.
«La filosofía no es un mero querer saber, sino, como dice Hegel, es un saber cierto y como Gustavo Bueno expresa, un cierto saber», apunta Es un libro para meditar, no para leer de corrido en el que si algo se ha tomado el autor es tiempo. Veinte años de preparación en los que ha pasado por verdaderos retiros espirituales en monasterios. Hace falta tiempo para encontrar los «tesoros ocultos» que guarda la filosofía para encontrar «un manantial que nos llevará a conocernos como nunca», afirma el profesor.
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