Después de veinte siglos de cristianismo es difícil escuchar las instrucciones de Jesús a los suyos sin sentir sonrojo.
Simplemente
Jesús envía a sus discípulos por las aldeas de Galilea como «corderos en medio de lobos». ¿Quién cree hoy que esta ha de ser nuestra identidad en una sociedad atravesada por toda clase de conflictos y enfrentamientos?
Y, sin embargo, no necesitamos entre nosotros más lobos, sino más corderos. Cada vez que desde la Iglesia o su entorno se alimenta la agresividad y el resentimiento, o se lanzan insultos y ataques que hacen más difícil el mutuo entendimiento, estamos actuando contra el espíritu de Jesús.
Lo «primero» que han de comunicar sus discípulos al entrar en una casa es: «Paz a esta casa». La paz es la primera señal del reino de Dios.
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