Esta parece la consigna de las asociaciones,
partidos políticos, colegios...
Hasta de la misma Iglesia.
Sus informativos son angelicales.
Una crítica a los dirigentes
puede costarle a cualquiera
una eliminación de por vida
como candidato a cargos de un rango determinado.
“Las obras del Padre” cuentan poco.
“¿Por qué no hay democracia
en la elección de cargos en la Iglesia?”,
preguntan algunos.
En el primer milenio sí que la había, responden otros.
¿Puede existir corresponsabilidad
sin participar en decisiones?
¿Es cuestión de fe en el “sentido espiritual
de los fieles”?
Cristo Jesús:
Hoy tu buena noticia es una llamada a la sensatez.
“No perdáis la calma”, nos dices ante tu ausencia.
“Creed en Dios y creed también en mí”.
La confianza en ti no es ciega, está basada en las obras:
“creed a las obras"”.
Son las obras en favor de los más débiles:
la curación de enfermos,
la cercanía a los descreídos,
el enfrentamiento con el legalismo,
el respeto a la mujer, a los niños, a los débiles...
desenmascarar a los hipócritas,
denunciar a los que buscan los primeros puestos,
criticar el disfraz vanidoso de la vestimenta,
valorar a los que dan más de lo que pueden.
Éste fue tu camino hacia el Padre.
Así te haces camino para nosotros.
“Lo que yo digo no lo hablo por cuenta propia”.
“El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras”.
Hoy te pedimos, Señor, colaborar en tus obras,
obras del Padre en favor siempre de sus hijos.
Sólo así, nuestra verdad, nuestro camino y nuestra vida eres Tú.
Quítanos todo afán de deslumbrar,
toda apariencia falsa de sinceridad,
todo afán de dominar y de creernos imprescindibles.
Que haya confianza, fe,
entre los miembros de la Iglesia.
Que sea posible elegir con “sentido espiritual”
a los pastores.
Que se escuchen las opiniones de todos con respeto.
Que la comunión sea en la fe y el amor, no en opciones libres.
Que en nosotros brillen sobre todo las obras del Padre.
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