Al final el hombre acabó con el cielo y con la tierra.
La tierra era bella y fértil, la luz brillaba en las montañas y los mares, y el espíritu de Dios llenaba el universo.
El hombre dijo: «Que posea yo todo el poder en el cielo y la tierra».
Y vio que el poder era bueno, y puso el nombre de Grandes Jefes a los que tenían el poder, y llamó Desgraciados a los que buscaban la reconciliación.
Así fue el sexto día antes del fin.
El hombre dijo: «Que haya gran división entre los pueblos: que se pongan de un lado las naciones a mi favor y del otro las que están contra mí».
Y hubo Buenos y Malos.
Así fue el quinto día antes del fin.
El hombre dijo: «Reunamos nuestras fortunas todas en un lugar y creemos instrumentos para defendernos: la radio para controlar el espíritu de los hombres, el alistamiento para controlar los pasos de los hombres, los uniformes para dominar las almas de los hombres».
Y fue así.
El mundo quedó dividido en dos bloques, en guerra. El hombre vio que tenía que ser así.
Así fue el cuarto día antes del fin.
El hombre dijo: «Que haya una censura para distinguir nuestra verdad de la de los demás».
Y fue así: El hombre creó dos grandes instituciones de censura: una, para ocultar la verdad en el extranjero. Y otra, para defenderse de la verdad dentro de casa.
El hombre lo vio y lo encontró normal.
Así fue el tercer día antes del fin.
El hombre dijo: «Fabriquemos armas que puedan destruir grandes multitudes, millones y centenares de millones, a distancia».
El hombre creó los submarinos nucleares que surcan los mares y los misiles que cruzan el firmamento, el hombre lo vio y se enorgulleció. Entonces los bendijo, diciéndoles:
«Sed numerosos y grandes sobre la tierra, llenad las aguas del mar, y los espacios celestes; multiplicaos».
Así fue el segundo días antes del fin.
El hombre dijo: «Hagamos a Dios a nuestra imagen y semejanza: que actúe como actuamos nosotros, que piense como pensamos nosotros, que quiera como nosotros queremos, que mate como nosotros matamos».
El hombre creó un Dios a su medida. Y lo bendijo diciendo: «Muéstrate a nosotros y pon la tierra a nuestros pies: No te faltará nada, si haces nuestra propia voluntad».
Y así fue: El hombre todo lo que había hecho y estaba muy satisfecho de todo ello.
Así fue el día antes del fin.
De pronto, se produjo un gran terremoto en toda la superficie de la tierra, y el hombre y todo lo que había hecho dejaron de existir.
Así acabó el hombre con el cielo y con la tierra. La tierra volvió a ser un mundo vacío y sin orden; toda la superficie del océano se cubrió de oscuridad y el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas.
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