lunes, 22 de julio de 2024

hermes, el embaucador y pícaro mensajero de los dioses

 

Hermes fue seguramente el más astuto, travieso y embaucador de los dioses del Olimpo griego. Su atrevimiento era tal que incluso llegó a realizar hazañas tan increíbles como robar el tridente de Poseidón, la flechas de Artemisa o el cinturón de la bella Afrodita

hijo del poderoso Zeus, Hermes, además de ser el mensajero de los dioses del Olimpo, también tenía otra particularidad: era un dios psicopompo, es decir, se encargaba de guiar a las almas de los mortales hacia el inframundo. Pero eso no era todo. Su naturaleza pícara y extrovertida lo convirtió en el dios de los ladrones y los mentirosos, además de ser el protector de los comerciantes y de los viajeros.  

A Hermes también se le atribuyen algunos inventos importantes. Según el mito, esta divinidad inventó el alfabeto, los dados y la lira. Tenía también una gran capacidad para la oratoria, que le sirvió en ocasiones como herramienta negociadora indispensable para librarse, en muchos casos, del castigo de su padre Zeus, el dios principal del Olimpo. 

Representado como un joven hermoso y atlético, Hermes viste un sombrero (pétaso) y unas sandalias aladas, y porta un caduceo, una vara mágica con la que abre y cierra los ojos de los mortales. Identificado con el dios romano Mercurio, Hermes tuvo también equivalencias con divinidades de diversas culturas como la egipcia o la nórdica.

FAMILIA Y CARÁCTER

Hijo de Zeus y de la pléyade Maya, una de las sietes hijas del Titán Atlas, Hermes nació en una cueva del monte Cilene, en Arcadia. Sin embargo, algunas tradiciones afirman que pudo haber nacido en el mismísimo Olimpo. Como se ha apuntado, Hermes era el mensajero de los dioses (en especial de su padre Zeus), el protector de los viajeros que cruzan las fronteras (de hecho, muchos griegos dedicaban sacrificios en su honor antes de emprender un largo y peligroso viaje), del ingenio y del comercio en general, pero también de la astucia, de los ladrones y de los mentirosos, además de ser el encargado de guiar a las almas hacia el inframundo: el terrorífico Hades.

Hermes era conocido en el panteón olímpico por su carácter pícaro y por su constante búsqueda de diversión. Tales eran sus ganas de provocar al resto de divinidades que, cuando todavía era un bebé, no se le ocurrió otra cosa que robar el rebaño de bueyes sagrados de su hermanastro Apolo. Para no ser descubierto se calzó unas sandalias y, tras matar a dos de los bueyes, escondió el resto en una cueva. Sorprendido por unos sátiros, y tras una audiencia ante Zeus y el resto de dioses, a Hermes se le permitió conservar el rebaño si entregaba su lira a Apolo. Al embaucador dios también se le atribuye el robo del tridente de Poseidón, las flechas de Artemisa y el cinturón de Afrodita. 

Detalle de la crátera de Eufronio en la que puede verse a Hipnos (el sueño) y Tánatos (la muerte) transportando el cadáver del héroe Sarpedón, muerto en la guerra de Troya, en presencia de Hermes, que porta el caduceo. Museo Nacional Etrusco, Roma.

Detalle de la crátera de Eufronio en la que puede verse a Hipnos (el sueño) y Tánatos (la muerte) transportando el cadáver del héroe Sarpedón, muerto en la guerra de Troya, en presencia de Hermes, que porta el caduceo. Museo Nacional Etrusco, Roma.

PD

Hermes participó en muchas aventuras, tomando partido por uno u otro dios. Una de las más conocidas ocurrió cuando la diosa Hera se enteró de la relación que mantenía su esposo Zeus con una ninfa llamada Ío. Para esconder sus actos al resto, Zeus se envolvió en una densa nube, pero al darse cuenta de que había suscitado las sospechas de Hera, antes de que esta pudiera sorprenderles convirtió a Ío en una preciosa ternera y se la regaló a su esposa. Recelosa de aquel presente, Hera puso a Ío bajo la vigilancia de Argos Panoptes, un gigante de cien ojos, dos de los cuales siempre estaban abiertos, incluso mientras dormía. Fue entonces cuando Hermes, disfrazado de pastor, logró adormecer al gigante con música y cuentos, y cuando cerró todos sus ojos aprovechó para matarlo. 

Pero una de las funciones más importantes de Hermes era la de conducir a las almas de los difuntos hasta la laguna Estigia, donde Caronte, el barquero del inframundo, las embarcaba para trasladarlas hasta el Hades, su destino final. Y es que en muchos mitos griegos, Hermes es, junto a Hades, el señor del inframundo, y su esposa Perséfone, el único que podía entrar y salir del Inframundo sin sufrir un terrible castigo.

AMANTES Y DESCENDENCIA

Entre aventura y aventura, Hermes también tuvo tiempo de relacionarse con un gran número de diosas, ninfas y mujeres mortales, con las que tuvo un sinfín de hijos. De su relación, por ejemplo, con la bellísima Afrodita, la diosa del amor, nació Hermafrodito, un joven tan encantadoramente bello que la ninfa Salmacis, loca de amor, pidió a los dioses que fusionaran su cuerpo con el de él. Los dioses, atendiendo su súplica, le concedieron su deseo y los cuerpos de ambos se fusionaron para siempre en un solo ser.

Con Penélope, la hija del rey Dríope, Hermes engendró a Pan, el dios de los pastores y los rebaños, con pezuñas, cola y cuernos de carnero; por su parte, la princesa focia Filónide, hija de Deyoneo, dio a luz a Autólico, quien heredó de su divino padre la habilidad para embaucar y hacerse con los bienes ajenos sin ser descubierto.

Hermes corre detrás de una muchacha, posiblemente Herse. Lécito ático de figuras rojas, alrededor del 470 a.C. Museo Arqueológico Nacional, Madrid. 

Hermes corre detrás de una muchacha, posiblemente Herse. Lécito ático de figuras rojas, alrededor del 470 a.C. Museo Arqueológico Nacional, Madrid. 

Marie-Lan Nguyen (CC BY 2.5)

Aunque por el lecho de Hermes no pasaron solo mujeres. Anfión se convirtió en un gran cantante y músico después de que el dios Hermes, de quien era amante, le enseñara a tocar y le regalara una lira de oro. Asimismo, algunos dicen que el héroe Perseo recibió los tesoros divinos (sandalias, zurrón y el yelmo de Hades para matar a la gorgona Medusa) de las manos de Hermes porque este le amaba y quería favorecerle. Finalmente, Polideuces (Pólux), uno de los Dioscuros, recibió como prenda de amor un hermoso caballo tesalio.

EQUIVALENCIA DE HERMES CON OTROS DIOSES

Una de las principales equivalencias de Hermes la hemos de buscar en la figura del dios romano Mercurio. En un principio, Mercurio no tenía ni el mismo aspecto ni los mismos atributos que Hermes, como calzar las talarias (sandalias) y llevar el pétaso (sombrero de ala ancha) alados o portar el kerykeion, una vara con dos serpientes enroscadas que Apolo le regaló a Hermes. A menudo, Mercurio iba acompañado de un gallo que anunciaba el nuevo día, de una cabra o un cordero que simbolizaban la fertilidad y de una tortuga en alusión a la legendaria invención de la lira a partir de un caparazón de este animal.

Igual que Hermes, Mercurio era un mensajero de los dioses, y también un dios del comercio, en especial de cereal. Mercurio estaba considerado un dios de la abundancia y del éxito en los negocios, especialmente en la Galia. Y al igual que el dios griego Hermes, Mercurio también acompañaba a las almas de los fallecidos al más allá. En cuanto al sueño, tan parecido a la muerte según el mito, el poeta romano Ovidio decía que Mercurio era el encargado de traer los sueños de Morfeo desde el valle de Somnus hasta los humanos cuando estos dormían.

Mercurio. Óleo pintado por el artista alemán Hendrick Goltzius en 1611. Colección de Arte de la Agencia del Patrimonio Cultural de los Países Bajos.

Mercurio. Óleo pintado por el artista alemán Hendrick Goltzius en 1611. Colección de Arte de la Agencia del Patrimonio Cultural de los Países Bajos.

PD

Un dios muy semejante a Hermes en la mitología nórdica es Hermóðr el mensajero de los dioses y el dios enviado por los Æsir (los principales dioses del panteón nórdico) a Helheim (el reino de la muerte) para intentar que su reina, Hela, devuelva a Baldr (el dios de la paz) a Asgard (el Olimpo de la mitología nórdica). Es hijo de Odín y de Frigg, una de las diosas más importantes del panteón. Su nombre significa "ardiente en el combate", y llegó hasta las mismísimas puertas del infierno a lomos de Sleipnir, el caballo de Odín.

La larga presencia helenística en Alejandría identificó al dios egipcio Thot con Hermes. Ambos dioses fueron adorados como la misma divinidad en el templo de Thot situado en la ciudad egipcia de Khemenu, a la que los griegos llamaron Hermópolis, la ciudad de Hermes. En el santuario se guardaban las estatuas del arquitecto y sabio Imhotep (artífice de la pirámide escalonada del faraón Zoser en Saqqara), que fue divinizado a partir de finales del Reino Nuevo, y del arquitecto Amenhotep hijo de Hapu, los cuales eran vistos como formas humanas de Hermes-Thot.

En este ambiente de sincretismo religiosos surgió la figura de Hermes Trismegisto, "el tres veces grande", un personaje al cual se atribuía el origen de todo conocimiento y la autoría de la Hermética (una colección de textos que abarca diversas disciplinas).

OBJETOS RELACIONADOS CON HERMES

A Hermes se le atribuyen asimismo diversas invenciones fundamentales para la civilización, como el fuego y el alfabeto, así como los dados y los instrumentos musicales, en particular la lira, la cual fabricó a partir de un caparazón de tortuga. Como patrón de los viajeros, a lo largo de los caminos se levantaron pilares de piedra (hermae) en su honor, con el símbolo de un falo, que servían de guía y como señal de buena suerte a todos aquellos que pasaban junto a ellos. Además, Hermes también era considerado el patrón del hogar, y la gente solía construir pequeñas estelas de mármol con su imagen delante de sus puertas.

En cuanto a su capacidad para la oratoria, Hermes, famoso por sus habilidades diplomáticas, también estaba considerado el patrón de las lenguas y de la retórica, motivo por el cual era venerado por los oradores y los intérpretes. Aún hoy en día, el estudio e interpretación de los textos lleva su nombre: hermenéutica. Pero Hermes tuvo más atribuciones. En época helenística se lo asociaba a menudo con la gimnasia, por lo que, en consecuencia, estaba considerado el protector de la juventud.

En cuanto a sus representaciones, a Hermes se le suele mostrar llevando el clásico sombrero de ala ancha que usaban los viajeros para protegerse del sol y de la lluvia (llamado pétaso) o un gorro alado, y calzado con unas sandalias provistas de alas. Otro de sus atributos era el caduceo (kerykeion), mencionado frecuentemente en los poemas homéricos como la vara mágica con la que abre y cierra los ojos de los mortales. Los lazos blancos con los que estaba originalmente adornada su vara de heraldo fueron sustituidos posteriormente por dos serpientes, que los griegos consideraron un símbolo de prudencia, de vida y de salud. En la actualidad, el caduceo de Hermes suele ser considerado un emblema iconográfico del comercio.

PRINCIPALES LUGARES DE CULTO

Hermes fue honrado en casi todo el territorio helénico, en especial en el Peloponeso, en el monte Cileno y en ciudades-estado como Megalópolis, Corinto y Argos. Atenas tenía uno de los cultos más antiguos y se celebraba anualmente el festival Hermaia para jóvenes, en el cual tenían lugar diversas competiciones como lampadedromía(carreras de antorchas), stadion (carrera a pie), carreras de carros, concursos gimnásticos (carreras, pugilato, pancracio, pentatlón), y tiro con arco y jabalina.

La llamada Terraza de los Leones en la isla griega de Delos, en las Cícladas.

La llamada Terraza de los Leones en la isla griega de Delos, en las Cícladas.

Ggia (CC BY-SA 3.0) 

Delos, Tanagra y las Cícladas fueron otras zonas en las que Hermes era especialmente popular. El dios tenía un destacado santuario en Kato Symi, en la isla de Creta, donde los jóvenes que estaban a punto de convertirse en ciudadanos de pleno derecho participaban en un rito que duraba dos meses durante el cual mantenían relaciones homosexuales con hombres de más edad. Por último, también en Creta se celebraba el festival de Hermaia, aunque aquí tenía un carácter muy distinto, ya que en Creta se permitía que los esclavos se convirtiesen en amos y los amos en esclavos por un día, algo similar a lo que sucedía en las Saturnales romanas.


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