lunes, 22 de julio de 2024

el misterioso pináculo de gebel barkal, la montaña sagrada de nubia

 


La montaña sagrada de Gebel Barkal. A la izquierda se aprecia el singular pináculo que la caracteriza. A sus pies, las ruinas de un templo.

La montaña sagrada de Gebel Barkal. A la izquierda se aprecia el singular pináculo que la caracteriza. A sus pies, las ruinas de un templo

a los pies de una solitaria colina de piedra caliza de 96 metros, coronada por un extraño pináculo, conocida por los locales como Gebel Barkal y que fue bautizada por los antiguos conquistadores egipcios de Nubia como La Montaña Pura, se fundó Napata, una ciudad que durante cuatro siglos marcaría el límite sur del imperio africano de Egipto.

Cuando los egipcios se retiraron de Nubia, Napata se convirtió en la capital y centro de culto del reino independiente de Kush. Entonces las tornas cambiaron, y los reyes kushitas conquistaron Egipto en el siglo VIII a.C. Daba comienzo así el reinado de la dinastía XXV, la de los faraones negros.Las ruinas de la otrora poderosa Napata, al sur de la cuarta catarata del Nilo, fueron excavadas a principios del siglo XX por el arqueólogo norteamericano George A. Reisner. Más tarde, en la década de 1980, otra expedición, dirigida por el arqueólogo Thimothy Kendall, volvió a explorar el lugar. Entonces Kendall se fijó en algo que hasta entonces no había llamado la atención de los investigadores: el sugestivo pináculo que adornaba Gebel Barkal. ¿Qué era aquello?

LA COBRA PROTECTORA

Ya en la década de 1820 empezó a plantearse si aquel extraño pináculo era algo natural o por el contrario era obra humana. Algunos estaban convencidos de que se trataba de una estatua tallada en la roca, muy erosionada. En 1941, unos curiosos que la observaron con prismáticos avistaron una inscripción cerca de la cima. Finalmente, en 1987 Kendall y el escalador Paul Duval llegaron a la cumbre del pináculo, de 85 metros, y comprobaron que en realidad era una formación rocosa natural, aunque también hallaron vestigios de un antiguo monumento que alguien erigió allí.

En 1941, unos curiosos que la observaron con prismáticos avistaron una inscripción cerca de la cima.

Detalle del pináculo de Gebel Barkal, que los antiguos egipcios y kushitas relacionaron con un ureo, o cobra real.

Detalle del pináculo de Gebel Barkal, que los antiguos egipcios y kushitas relacionaron con un ureo, o cobra real.

Shutterstock

En 1986, antes de subir hasta la cumbre del pináculo, Kendall y la también arqueóloga Cynthia Shartzer intentaron leer las inscripciones con un telescopio, pero no fueron capaces de distinguir nada debido a la erosión. Así, cuando finalmente Kendall y Duval llegaron hasta la cima pudieron leer allí inscritos los nombres de dos reyes: Taharqa y Nastasen.

Aunque no fue eso lo único que hallaron en las alturas. También había restos de un gran panel con una inscripción, en su día recubierta de oro, en la cual el faraón kushita Taharqa conmemoraba sus victorias sobre los enemigos del Este y del Oeste. De hecho, los agujeros en la piedra contenían clavos de bronce para sujetar el panel. ¿Por qué ordenaría el monarca construir un monumento allí? ¿Tal vez la extraña forma del pináculo llamó su atención por algún motivo?

Montaña sagrada de Gebel Barkal y en primer término algunas esfinges con cabeza de carnero que conducíanal segundo templo de Amón de Napata.

Montaña sagrada de Gebel Barkal y en primer término algunas esfinges con cabeza de carnero que conducíanal segundo templo de Amón de Napata.

Shutterstock

Los egipcios, y también los kushitas, dieron a la montaña un significado religioso precisamente debido al inusual pináculo independiente de su esquina suroccidental. ¿Pero cuál? Lynn Holden, arqueóloga del equipo de Kendall, afirmó, basándose en lo que decían los relieves del templo de la diosa Mut, erigido justo al pie del pináculo, que esta formación rocosa representaba para los antiguos egipcios una imagen del ureo, la cobra sagrada protectora de la realeza, coronada con la corona blanca del Alto Egipto (hedyet).

También, dependiendo del ángulo de visión, creyeron ver en el pináculo a un ureo coronado con el disco solar, e incluso un falo erecto, evocador de la fuerza generadora del dios Amón. De este modo, parece probable que se considerase Gebel Barkal como el hogar del dios Amón y el pináculo, una fuente de poder real. 

UNA CIUDAD LLENA DE TEMPLOS

De este modo, Napata, ya desde que los faraones egipcios de la dinastía XVIII dominaron aquel territorio, fue creada como una ciudad sagrada repleta de templos, que se levantaron enfrente de este pináculo protector. Y es que los soberanos egipcios hicieron construir allí varios santuarios dedicados a Amón, el dios principal del panteón, siendo el más importante de todos el gran templo erigido a los pies de la montaña de Gebel Barkal, y que sería ampliado por Taharqa.

Napata, ya desde que los faraones egipcios de la dinastía XVIII dominaron aquel territorio, fue creada como una ciudad sagrada repleta de templos.

Ruinas del gran templo de Amón en Napata, vistas desde lo alto de la colina de Djebel Barkal.

Ruinas del gran templo de Amón en Napata, vistas desde lo alto de la colina de Djebel Barkal.

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Cuando los egipcios finalmente se retiraron de Nubia, la dinastía de reyes kushitas que dominó el país en el siglo VIII a.C. se hizo con el complejo sagrado para legitimar su poder. Así, mientras gobernaron los soberanos de Napata y después, durante el período meroítico, se levantaron allí más templos y palacios, como los templos dedicados a las diosas Mut y Hathor, encarnaciones del Ojo de Re.

A lo largo de casi toda la historia del país de Kush, la montaña sagrada de Gebel Barkal continuó siendo el centro religioso más importante del reino, y durante muchos siglos también fue el núcleo principal donde tenían lugar las coronaciones de sus soberanos, así como diversos rituales reales (de hecho, a los pies de la montaña se descubrió el llamado "pabellón del trono", del siglo III a.C., donde tenían lugar estas ceremonias). Finalmente, hacia el año 350 d.C., tras la decadencia del reino meroítico, el lugar acabaría convirtiéndose en un pueblo cristiano y un cementerio, y su pasada gloria caería en el olvido…

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