lunes, 20 de mayo de 2024

templos, los grandes complejos administrativos del antiguo egipto

además de los grandes santuarios, como el complejo de Amón en Karnak, en Tebas, o el santuario del dios solar Re en Heliópolis, los antiguos egipcios practicaban sus rituales religiosos normalmente en templos locales, puesto que cada nomo o provincia tenía sus propios dioses. Si esto no era posible, los ritos y las oraciones se llevaban a cabo lo más cerca posible de los grandes complejos religiosos, como el del dios Ptah en Menfis, en cuyos muros puede leerse esta inscripción: "Alaba a los de la gran muralla, es el lugar donde se oye la plegaria".

Pero todos los templos, grandes o pequeños, cumplían una función importantísima. Y es que un templo era la "Mansión del Dios" (hwtntr), es decir, el lugar donde habitaba la divinidad. Concretamente lo hacía en el sanctasanctórum, un espacio recóndito y en penumbra donde, a diario, un grupo de sacerdotes escogido (cuya función era sustituir al propio faraón en estos rutinarios menesteres) prestaba a la estatua del dios todas las atenciones posibles. Porque aunque el monarca era el único intermediario entre los dioses y los hombres, evidentemente no podía llevar a cabo él solo los rituales debidos a las divinidades en todos y cada uno de los templos del país.

DONACIONES Y NEGOCIOS

El sacerdocio en el antiguo Egipto respondía a una estricta estructura jerárquica. En lo más alto se encontraban los sumos sacerdotes, o primeros profetas, altos funcionarios que muchas veces pertenecían a la familia real. Por debajo estaban los segundos, terceros y cuartos profetas, llamados "padres del dios". Todos estos personajes se encargaban de supervisar cada uno de los aspectos del ritual para que no hubiese ningún error. Por debajo estaba el clero de bajo rango, personas que normalmente no eran sacerdotes a tiempo completo, y acudían tres veces al año al templo para realizar diferentes tareas.

De hecho, en un templo no solo se llevaban a cabo ceremonias religiosas. El templo era, en realidad, una gran unidad burocrática que se encargaba de administrar la "propiedad" de los dioses. Y es que los templos eran el centro de una importante actividad económica. Algunos, como los grandes santuarios (un buen ejemplo es el de Amón en Karnak), llegaron a atesorar enormes riquezas. Los sumos sacerdotes, de hecho, actuaban como grandes propietarios de tierras y también podían cobrar elevados tributos. Asimismo, también se les hacía entrega de su parte de los botines de las campañas militares.

Los sumos sacerdotes, de hecho, actuaban como grandes propietarios de tierras y también podían cobrar elevados tributos.

Barca sagrada representada en un relieve del templo de Osiris en Abydos.

Barca sagrada representada en un relieve del templo de Osiris en Abydos.

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En realidad, todos los grandes templos recibían constantes donaciones reales (algunas muy generosas, como el barco con su tripulación que donó Ramsés II al templo de su padre Seti I en Abydos). Además, santuarios como Abydos y Karnak contaban con trabajadores asignados y también tenían derechos de explotación sobre las minas de oro del Sinaí. Asimismo, algunos templos se hicieron con los servicios de mercaderes que, con sus barcos, viajaban más allá de las fronteras de Egipto para adquirir todo tipo de bienes necesarios para el santuario.

PROVISIONES Y RIQUEZAS

Los templos almacenaban con sumo cuidado todas estas provisiones y riquezas. Un ejemplo de ello es el Ramesseum, el templo funerario de Ramsés II en la orilla occidental de Luxor. Allí, los arqueólogos desenterraron sus gigantescos almacenes, excelentemente conservados. Se trataba de unas despensas que podían llegar a almacenar cereales para alimentar nada menos que a 20.000 personas al año. Ello constituía un seguro contra las posibles hambrunas causadas por una mala crecida del Nilo

Asimismo, el poder e influencia de los templos y sus responsables fue en aumento a lo largo de la historia de Egipto. A veces, el poder del sumo sacerdote de Amón llegó a ser incluso superior al del propio faraón. Es el caso de Herihor, sumo sacerdote de Amón en Karnak, quien durante el reinado de Ramsés XI, faraón de la dinastía XX, tomó la titulatura real, llegando a gobernar desde Tebas, mientras que el faraón lo hacía desde la ciudad de Tanis, en el delta del Nilo.

A veces, el poder del sumo sacerdote de Amón llegó a ser incluso superior al del propio faraón.

Perspectiva del Ramesseum, el templo funerario de Ramsés II en Tebas oeste. En primer término, los almacenes del templo.

Perspectiva del Ramesseum, el templo funerario de Ramsés II en Tebas oeste. En primer término, los almacenes del templo.

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Sea como fuere, y a pesar de su creciente poder e influencia, los templos podían mostrarse generosos en ocasiones con la población, y durante las celebraciones de los grandes festivales religiosos la gente del pueblo recibía de los santuarios viandas y otros bienes como regalo. Por ejemplo, durante una celebración del Festival de Opet, una ocasión en la que las estatuas de la tríada tebana, Amón, Mut y Khonsu, eran llevadas hasta el templo de Luxor, los sacerdotes llegaron a repartir entre los asistentes 385 grandes recipientes de cerveza y hasta 11.400 hogazas de pan. Ello nos ofrece una idea bastante aproximada de la riqueza de que eran depositarias estas instituciones sagradas. 

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