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martes, 29 de junio de 2021

¿Se puede aprender a ser feliz?

 En los días del final de la primavera y comienzo del verano aumentan las horas de luz y las temperaturas, a algunos les llega la paga extra de verano, se acercan las vacaciones… Por eso son considerados los días más felices del año y se habla del Yellow Day (20 de junio).

Sin entrar en juicios sobre la moda de que todos los días del año tengan una causa (como el Blue Monday, el tercer lunes de enero, considerado el día más triste del año), sí entraremos a valorar cómo estos días de “felicidad” y “tristeza” dejan de lado los componentes más importantes para cuantificar estos estados: los mecanismos internos y subjetivos de las personas.

¿Se puede ayudar a las personas a aumentar su felicidad? ¿Cómo se podría fomentar el bienestar subjetivo? ¿Por qué los hallazgos sugieren que los programas de entrenamiento mental ayudan a mejorar el bienestar psicológico? En definitiva, ¿es la felicidad modulable y entrenable?

¿Qué sabe la ciencia sobre la felicidad?

Un artículo publicado en la revista Frontiers in Psychology evaluó el bienestar subjetivo analizando la efectividad del entrenamiento mental para ayudar a desarrollar nuevas formas de nutrir nuestra propia felicidad.

La sensación de felicidad se ha conceptualizado como el bienestar experimentado por las personas, tanto en pensamientos como en sentimientos.

Desde los primeros estudios, el bienestar subjetivo se ha definido como la forma en que los individuos experimentan la calidad de su vida en tres aspectos mentales diferentes. Eso sí, interrelacionados.

Estos son el afecto negativo poco frecuente, el afecto positivo frecuente y las evaluaciones cognitivas de satisfacción con la vida en varios dominios (salud física, relaciones y trabajo).

Se ha llevado a cabo un creciente cuerpo de investigación con el objetivo de identificar los factores que afectan a la felicidad, operacionalizados como el bienestar subjetivo. Aunque la definición de felicidad tiene una larga historia y se remonta a argumentos filosóficos y a la búsqueda de la sabiduría práctica, en los tiempos modernos se ha equiparado al hedonismo.

El hedonismo se basa en el logro del placer inmediato, en la ausencia de afecto negativo y en un alto grado de satisfacción con la propia vida. No obstante, los expertos actualmente argumentan que el auténtico bienestar subjetivo va más allá de esta visión limitada y apoyan una interpretación de la felicidad como un esfuerzo eudemónico.

Hoy en día, varios académicos sostienen que los altos niveles de bienestar subjetivo dependen de una perspectiva multidimensional que abarca componentes tanto hedónicos como eudemónicos. Desde este punto de vista los individuos parecen centrarse más en el funcionamiento psicológico óptimo, en vivir una vida profundamente satisfactoria y actualizar su propio potencial, crecimiento personal y sentido de autonomía. En psicología, esta postura se apoya en la teoría de la motivación humana de Maslow.

El programa mencionado para entrenar el bienestar subjetivo fue, esencialmente, un entrenamiento informado y suave de la mente, y en particular de las emociones. Estuvo basado en el principio de que el bienestar individual está indisolublemente ligado al desarrollo de las virtudes y fortalezas humanas internas.

Como el equilibrio emocional, el yo interno, conciencia, una actitud abierta y solidaria hacia uno mismo y los demás. Todo ello dota a la persona de una claridad mental que puede fomentar una comprensión más profunda de la propia realidad y la de los demás.

Hasta la fecha, la evidencia sugiere que la felicidad es, en cierta medida, modulable y entrenable. Por lo tanto, las estrategias cognitivas y conductuales simples que los individuos eligen en sus vidas podrían mejorar la felicidad, más que las condiciones externas y ambientales que proponen el Yellow day.

No todo serán estímulos positivos

Pero, ¿por qué no nos preguntamos lo inverso? ¿Por qué nos entrenamos día a día, sin saberlo, para no ser felices?

La concepción exclusivamente hedonista y externa de la felicidad ha calado en nuestros cerebros sobrestimulados de noticias. Consejos, novedades y una infinidad de material disponible para ser consumido. Sin elegirlo, sin pedirlo o sin saber por qué y para qué.

Con nuestros cerebros raptados por los input de información externa, buscamos el cero afecto negativo. Es un objetivo sumamente difícil de alcanzar. Al final, para sobrevivir y adaptarse a la naturaleza humana, existe un gran volumen de emociones displacenteras necesarias que deben ser experimentadas. El afecto negativo forma parte de nuestro día a día.

Otra condición que buscamos con demasiada intensidad, duración y frecuencia es el hedonismo. Obviamos como la habituación disminuirá y cambiará lo hedónico y cómo, para resistirnos a ello, aumentaremos lo deleitable hasta cotas tan altas que serán incompatibles con las demás demandas.

En definitiva, para conseguir un mejor bienestar subjetivo (o felicidad) no debemos poner el foco solo en lo externo.

Saber qué hay que entrenar para conseguir un mejor estado interno está cada vez más cerca. Los resultados de las investigaciones en psicología muestran que nuestro cerebro podrá adaptarse. Pero, ¿le conviene a la industria que esto suceda? Y lo más importante, ¿queremos que pase?

Los beneficios de los programas de entrenamiento mental contemplativo para mejorar nuestro estado subjetivo de felicidad hablan por si solos. Eso sí, el desconocimiento general de la población sobre estos programas y medidas hace que sean mirados con desconfianza e incredulidad.

Shutterstock / Sergey Tinyakov

La divulgación de artículos científicos específicos sobre el bienestar subjetivo debe ser un eje central para romper los parapetos que la sociedad tiene sobre la felicidad. No olvidemos que la humanidad se compone de personas que no cesan, ni han cesado, de buscarla.The Conversation

Fátima Servián Franco, Psicóloga General Sanitaria. Directora del Centro de Psicología RNCR y PDI en la Universidad Internacional de Valencia, Universidad Internacional de Valencia

martes, 23 de febrero de 2021

La ciencia constata que la felicidad no tiene precio

 La ciencia constata que la felicidad no tiene precio

El crecimiento económico suele considerarse una forma segura de aumentar el bienestar de las personas en los países menos desarrollados. Sin embargo, un estudio dirigido por la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad McGill de Canadá sugiere que existen buenas razones para cuestionar esta suposición.

Una investigación, publicada recientemente en la revista PLOS ONE, analiza cómo las personas califican su bienestar subjetivo en las sociedades donde el dinero juega un papel mínimo y que generalmente no se incluyen en las encuestas globales de felicidad.

Según los resultados del trabajo liderado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) y la Universidad McGill de Canadá, la mayoría de sus ciudadanos expresan niveles de felicidad notablemente altos, un hecho especialmente relevante en las comunidades con los niveles más bajos de monetización, donde el dinero juega un papel mínimo para obtener bienes y servicios ya que éstos se obtienen a través de la economía de subsistencia. En estas comunidades, los autores del estudio encontraron que los ciudadanos manifiestan un grado de felicidad comparable al de los países escandinavos, quienes suelen obtener la calificación más alta del mundo.

Los investigadores sugieren que se pueden lograr niveles altos de bienestar subjetivo con una monetización mínima, desafiando así la percepción de que el crecimiento económico produce un aumento automático de la satisfacción vital entre las poblaciones menos desarrolladas económicamente.

Para analizar cómo la monetización afecta a la sensación de bienestar, los investigadores convivieron con pequeñas comunidades pesqueras con diversos grados de monetización, en las Islas Salomón y en Bangladesh, dos países con ingresos muy bajos.

Durante unos meses, con la ayuda de traductores locales, entrevistaron a 678 personas con edades comprendidas entre los 20 y los 50 años (promedio de edad de 37 años), residentes tanto en áreas rurales como urbanas.

Las entrevistas fueron diseñadas para obtener información sobre lo que significaba la felicidad para ellos, así como para conocer mejor sus estados de ánimo, su estilo de vida, sus actividades domésticas y relacionadas con la pesca, sus ingresos y el nivel de integración en el mercado.

Los investigadores descubrieron que en las comunidades donde el dinero se usaba más, como en las zonas urbanas de Bangladesh, los residentes expresaban niveles de felicidad más bajos.

“En los sitios menos monetizados, vemos que las cosas que más felices les hacen sentir son pasar el mayor tiempo posible con su familia y estar en contacto con la naturaleza”, explica Sara Miñarro, investigadora del ICTA-UAB y autora principal del estudio.

“Sin embargo, a medida que aumenta la monetización, encontramos que los factores sociales y económicos comúnmente reconocidos en los países industrializados juegan un papel más importante. En general, nuestros hallazgos sugieren que la monetización, especialmente en sus primeras etapas, en realidad puede ser perjudicial para la felicidad”, añade.

Tecnología y acceso a la información

Curiosamente, mientras que investigaciones previas han determinado que la tecnología y el acceso a la información sobre sociedades lejanas con estilos de vida diferentes, al ofrecerles estándares con los que comparar sus vidas, pueden afectar a la evaluación de las personas sobre su propio bienestar, no sucede así en estos países.

“Nuestro estudio apunta a posibles formas de lograr la felicidad que no están relacionadas con los altos ingresos y la riqueza material”, explica Eric Galbraith, profesor del departamento de Ciencias Planetarias y Terrestres de McGill y coautor del estudio. “Esto es importante, porque si replicamos estos resultados en otros lugares e identificamos los factores que contribuyen al bienestar subjetivo, podría ayudarnos a eludir algunos de los costos ambientales asociados con el logro del bienestar social en las naciones menos desarrolladas”.

“Este trabajo se suma a la creciente comprensión de que las fuentes importantes de felicidad no están, en principio, relacionadas con la producción económica”, agrega Chris Barrington-Leigh, investigador en la McGill’s Bieler School of the Environment. “Cuando las personas se sienten cómodas, seguras y libres para disfrutar de la vida dentro de una comunidad fuerte, son felices, independientemente de si ganan dinero o no”.

Cerca del 85 % de los participantes del estudio eran hombres, una cifra desequilibrada debido al hecho de que las normas culturales en Bangladesh dificultaban la entrevista de mujeres. En las Islas Salomón, las respuestas de hombres y mujeres no fueron significativamente diferentes, mientras que, en Bangladesh, los autores consideran que será necesaria más investigación para determinar si las normas sociales relacionadas con el género influyen en las asociaciones halladas en el estudio.

Referencia:

Sara Miñarro, et al. “Happy without money: Minimally monetized societies can exhibit high subjective well-being”. PLOS One.

Imagen: Habitantes de las Islas Salomón. / Sara Miñarro (ICTA-UAB)

*Artículo original publicado en Agencia SINC

miércoles, 5 de agosto de 2015

Com entén la felicitat Teilhard de Chardin

Per Teilhard de Chardin s'ha de buscar la máxima consciència, la màxima personalització. Hi ha 3 fonaments bàsics per arribar a la felicidat, que es poden resumir en el concepte que per arribar a la falicitat, cal esforçar-se per arribara ser un mateix.

  1. CENTRAMENT: Centrar-se en un mateix, fer-se i trobar-se.
  2. DESCENTRAMENT: Descentrar-se en l'altre. L'home és essencialment plural i no pot arribar fins a la fi de si mateix, sense sortir d'ell, unit-se i donant-se als altres... complementant-se.
  3. SOBRECENTRAMENT: Sobrecentrar-se en algú més gran que tot. Els homnes no poden unir-se els uns amb els altres, si no és en virtut d'un ideal comú, més enllà i per damunt d'ells.
Nacho Padró

El Hombre Feliz, según Bertrand Russell

La felicidad depende, en parte, de las circunstancias, en parte, de uno mismo. El hombre desgraciado tiende a adoptar un credo desgraciado y el hombre feliz un credo feliz.
Cuando las circunstancias exteriores no son definitivamente adversas, el hombre debería ser feliz siempre que sus pasiones se dirijan siempre hacia afuera, no hacia dentro de si mismo: las pasiones encerradas dentro de nosotros mismos constituyen la peor de las prisiones.
EL miedo es la razón principal de que los hombres tengan tanto recelo a admitir hechos y estén dispuestos a abrigarse con el ropaje caliente de la ficción de la mentira.
El hombre feliz será aquel que viva objetivamente, el que tiene afectos libres y se interesa en cosas de importancia, el que asegura su felicidad gracias a esos afectos e intereses y por el hecho de que le han de convertir a su vez en objeto de interés y de cariño para muchas otras personas.
Acostumbrémonos a creer que la vida seguirá valiendo la pena de vivirse, aunque no fuéramos, como desde luego no lo somos, inmensamente superiores a todos nuestros amigos en virtud e inteligencia. Tan sólo lo que nos interesa positivamente puede ser de utilidad para nosotros. La capacidad por interesarse por algo ajeno a nuestra inquietud es una inmensa dicha.
Gracias al interés verdadero por personas y cosas ajenas a nosotros mismos, el hombre llega a sentirse como una parte de la corriente de la vida, y no como una entidad fríamente separada.
Vida feliz es, en gran parte, lo mismo que vida buena. Es tan importante el acto como la disposición mental por la que llegamos a actuar.

Nacho Padró