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decenas de capas de pintura hicieron falta para tapar la figura de un demonio que Joshua Reynolds quiso colocar tras el protagonista del cuadro La muerte del Cardenal Beaufort, pintado en 1789. Y aun así, los recientes trabajos de restauración llevados a cabo por el National Trust han conseguido desvelar su maligno rostro, el cual había generado polémica desde la primera exhibición de la obra. La pintura fue encargada a Reynolds por la Galería Boydell Shakespeare, y esta debía estar inspirada en "Enrique VI Parte II", obra de William Shakespeare. Así, en la escena se muestra el momento exacto en que el cardenal Henry Beaufort muere en presencia de los lores Warwick y Salisbury y del rey Enrique VI, quien exclamaría, según los textos del dramaturgo: "¡Oh! Derrota al demonio ocupado y entrometido que asedia el alma de este desgraciado".La literalidad con la que el pintor interpretó la presencia del "demonio" empleada por Shakespeare y la incluyó físicamente en el cuadro despertó la controversia entre los críticos de la época, quienes habrían presionado a Reynolds para que la borrara. Ahora, sin embargo, la figura demoníaca verá de nuevo la luz cuando próximamente se exhiba en laPetworth House, en West Sussex (Inglaterra).
¿POR QUÉ SE BORRÓ EL DEMONIO?
A pesar de las peticiones, Reynolds nunca quiso alterar su cuadro. "Si bien se consideraba aceptable en la literatura introducir la idea de un demonio como algo en la mente de una persona, incluirlo visualmente en una pintura le daba una forma demasiado física", explica John Chu, curador de imágenes y escultura del Trust, en el comunicado oficial.
Fueron varias las voces que se negaron a aceptar la aparición del demonio en la escena: algunos, como Humphry Repton, paisajista y crítico de arte, argumentaron que solo podría haberse incluido si se tratase de un personaje en la obra de Shakespeare. Otros lo veían inadecuado porque las licencias en la literatura y en la pintura eran distintas: "Algún demonio había estado asediando el gusto de Sir Joshua, cuando decidió literalizar la idea", escribió un crítico en el periódico The Times. Solo tres años más tarde, el pintor moriría. Pero la polémica generada por La muerte del cardenal Beaufort, la obra estrella de la recta final de su carrera, seguiría activa. En 1792, tras el fallecimiento de Reynolds y en un contexto en el que la venta de grabados de cuadros era tendencia en Gran Bretaña, la grabadora Caroline Watson realizó una segunda tirada de la pintura, aunque con un pequeño cambio que contentaría a muchos: se eliminó al demonio de la plancha de impresión. De hecho, los restauradores del Trust creen que la figura habría sido borrada también de la obra original, aunque a raíz de la malinterpretación de los restauradores.
Tras analizar al detalle la pintura, el equipo se percató de que había sido manipulada diversas veces: se habían aplicado varias capas de pintura por encima, así como seis capas de barniz. Esto supuso una complicación añadida al trabajo de conservación, que siempre presenta dificultades cuando se trata de las obras del pintor inglés: "Reynolds siempre es difícil para los conservadores debido a la forma experimental en que trabajaba. [...] La zona con el demonio fue especialmente difícil", apunta Becca Hellen, conservadora del Trust que participó en el proyecto.
La pintura se vendió en 1805 a la Petworth House de West Sussex, y permaneció allí hasta que el National Trust decidió restaurarlo. Tras el exitoso trabajo, que ha devuelto la obra a su versión originaleliminando todos los barnices oscurecidos no originales, La muerte del cardenal Beaufort volverá a su hogar. Pero esta vez lo hará desafiando las siguientes palabras: "el cuadro es demasiado ridículo y pueril para escapar a la censura", pronunciadas por un crítico cuyo nombre, al contrario que el de Joshua Reynolds, ha quedado en el olvido.
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