En la sociedad actual hemos creado esquemas culturales que indican de una forma concreta qué deben ser y hacer los hombres y las mujeres (lo que la teoría feminista reconoce como “género”). Estas estructuras nos ayudan a comprender las relaciones hombre-mujer actualmente.
Entre otros textos de gran calado social, las vidas de santas y santos resultan fundamentales en el estudio y análisis de la construcción de estos esquemas. Precisamente por ello, un buen número de historiadores, y especialmente de historiadoras, nos hemos adentrado en su estudio para llevar a cabo nuestros trabajos aplicando nuevas formas de análisis, a veces enfrentadas entre sí.
El rechazo de lo femenino
La misoginia propia de la visión eclesiástica y social medieval es innegable y ha sido señalada en numerosos estudios.
De ellos podemos extraer que el imaginario social medieval sobre lo femenino se fundamenta en la idea de que la mujer se encuentra en un estatus inferior al del varón. El cuerpo femeninose presenta, además, como tendente hacia el pecado, ya que le supone más débil a la tentación de la carne.
Según san Isidoro de Sevilla, en su discurso sobre la mujer, esta era una especie de “hombre imperfecto” que necesitaba del calor que le proporcionaba el líquido seminal masculino, como “potencia activa” frente a la pasividad del útero, para el mantenimiento de su salud.
De esta forma, aplicando el punto de vista feminista, el rechazo de “lo femenino” (género) será un condicionante necesario en los modelos femeninos de santidad. Esto se observa, por ejemplo, en la relectura e interpretación de las pasiones de las mártires llevada a cabo por los Padres de la Iglesia, los primeros teólogos, que les asignarán atributos masculinos milagrosamente implementados en sus cuerpos y espíritus para soportar el martirio.
Por ejemplo, san Agustín explica que la visión de santa Perpetua previa a su martirio –en la que se ve a sí misma con genitales masculinos– no es sino la muestra del cambio de su mente, que ha trascendido la feminidad.
Lo importante en estos relatos es que lo que les permite convertirse en modelos de santidad femeninos es la trascendencia de los valores asociados a la feminidad. Se convierten en otra cosa, que ya no es una mujer.
Este mismo principio se puede aplicar a aquellas santas que deciden evitar cualquier contacto con el mundo para huir del pecado de la carne. Así sucede con la reclusa Oria o la penitente Santa María Egipcíaca. Santa Oria decide recluirse como emparedada en San Millán de la Cogolla. Pasa así el resto de sus días encerrada para evitar todo contacto con el mundo y, por tanto, con cualquier ocasión de pecar. La Egipcíaca, sin embargo, purgará los pecados de la carne que había cometido en su juventud a través de la retirada al desierto. Allí vagará sola, desnuda, sucia y descuidada, como muestra de rechazo a su propia corporalidad y sexualidad.
Incluso santas “travestidas” que se hacen pasar por monjes, como santa Eufrosina, estarían trascendiendo esa visión sobre lo femenino imperante en la mente de los varones de la época.
La teoría queer
Una obra de reciente publicación titulada Trans and Genderqueer Subjects in Medieval Hagiography dedica dos capítulos al análisis de la figura de santa Eufrosina.
La aplicación de la teoría queer al relato de esta santa, concretamente a la versión francesa del mismo –escrita en el siglo XIII y con varios pasajes añadidos a las versiones previas– se centra en que el travestismo de la santa, ataviada como monje, es una forma de rechazo hacia el género femenino y una aceptación del masculino como parte fundamental de su identidad.
En este sentido, se entiende que el análisis basado en la idea de “identidad de género” de textos como este contribuyen al reconocimiento del transgenerismo como una realidad histórica. Esto daría validez a la idea de que el género es algo más profundo que un conjunto de ideas asociadas al comportamiento de hombres y mujeres: sería una realidad sentida de forma individual que trasciende cualquier condicionante externo.
Esta realidad estaría, según su punto de vista, más allá del análisis del discurso misógino de la Iglesia del momento, que no se niega en ningún momento pero que queda en un segundo plano en el análisis.
En todo caso, tal y como expresa su epílogo, los autores que participan en esta obra consideran que el género, tal y como se muestra en las vidas de santos medievales a través de la visión queer, era ya entonces una realidad cambiante y fluida. Esto posibilita la creación de una genealogía transgénero, un hilo conductor con personajes que dan sentido histórico a los postulados de la teoría queer.
Esta construcción de un discurso histórico que justifica y asienta sus postulados se ve a través de este análisis sobre las santas travestidas, pero también se ha utilizado en el análisis, por ejemplo, de yacimientos arqueológicos en los que encontramos restos de mujeres con atributos considerados por la crítica como “masculinos”.
Un debate necesario
Las dos visiones expuestas en los párrafos anteriores chocan en una idea fundamental que condiciona el análisis de las fuentes históricas: las ideas de “género”, entendido como constructo social sobre el que se basa la posición de inferioridad social de la mujer; y la de “identidad de género”, vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, independiente del sexo biológico.
En este sentido, consideramos absolutamente necesario analizar esta diferencia. Especialmente si queremos evitar conflictos en los que es probable que se pierda la perspectiva sobre el papel que los grupos de dominio social han tenido en la construcción de aquellas ideas que han permitido la subordinación de la mujer.
Este análisis tiene que tener en cuenta varias cuestiones que surgen al comparar las conclusiones de ambas perspectivas de análisis del pasado. ¿Pueden las vidas de santas medievales transmitir las ideas sobre el género femenino vigentes en la Edad Media y demostrar, al mismo tiempo, la existencia de la identidad de género más allá de la misoginia que impregna estos textos? En otras palabras: ¿pueden ser una cosa y la otra a la vez?
Tal y como se ha señalado ya para la interpretación transgenerista de restos arqueológicos, es posible que el choque entre ambas visiones desencadene el borrado de partes de la Historia de las Mujeres que vendrían a demostrar que la subordinación de estas no siempre fue como lo habíamos creído.
El problema que planteamos respecto a las santas resulta, en cierta medida similar: ¿puede la implantación de la teoría queeren el estudio de estos textos difuminar la construcción del discurso misógino sobre lo considerado apropiado para las mujeres?
En todo caso, debemos abordar cuanto antes este debate tanto en el ámbito académico como en el social. Al fin y al cabo, de ello depende la forma en la que nos enfrentamos a los estereotipos que han determinado el rol femenino en la sociedad. Empezar por el análisis de las vidas de santas, transmisoras del género como modelo de comportamiento femenino, es un buen comienzo.
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