jueves, 28 de septiembre de 2023

Encuentran una misteriosa inscripción griega del 'Libro de los Salmos' en una fortaleza de Israel

Un equipo de la Universidad Hebrea descubre en Hircania varias inscripciones bizantinas y un lujoso y enigmático anillo en una región frecuentada por ladrones de tumbas.

27 de septiembre 13:32 27 de septiembre 14:16 Rafael Balbas
Arqueólogos trabajando en la excavación de Hircania
Arqueólogos trabajando en la excavación de Hircania© Proporcionado por El Español

Arqueología

Un equipo de arqueólogos del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén ha concluido una cata arqueológica en el yacimiento de Hircania en Cisjordania, región muy sacudida por los expoliadores y ladrones de tumbas. En su expedición han descubierto varias inscripciones realizadas por monjes bizantinos además de encontrarse un misterioso y lujoso anillo árabe.

La fortaleza de Hircania fue una de las muchas fortificaciones fronterizas edificadas por la dinastía macabea entre finales del siglo II y principios del I a.C. La fortaleza, nombrada en honor del monarca Juan Hircano, fue posteriormente ampliada por Herodes el Grande y abandonada tras su muerte sobre el año 4 d.C.

El fortín permaneció en el olvido casi medio milenio hasta que en el año 492 se asentó sobre sus ruinas una pequeña comunidad eremita liderada por Sabas el Santificado. La comunidad levantó un modesto monasterio nombrado Kastellion"pequeño castillo" en griego. El monasterio eremita continuó indemne a pesar de la conquista islámica de la Palestina bizantina en 635 hasta que volvió a ser abandonado sobre el siglo IX. El sitio intentó ser revivido en la década de 1930 de forma infructuosa al encontrarse con la hostilidad de los beduinos locales.

La doctora Haber en Hicarnia
La doctora Haber en Hicarnia© Proporcionado por El Español

Dos características han desalentado el estudio del sitio durante años: su remota ubicación y su difícil acceso. Sin embargo, el equipo dirigido por los doctores Oren Gutfeld y Michal Haber de la Universidad Hebrea, apoyados por la Universidad Carson-Newman y la American Veterans Archaeological Recovery (AVAR) han pasado cuatro semanas sobre el terreno para desenterrar su historia.

Durante la excavación se descubrió una enorme piedra con líneas de texto en rojo y una cruz en su parte superior. El texto escrito en koiné, el griego del Nuevo Testamento, fue traducido por el Dr. Avner Ecker de la Universidad Bar-Ilan que asegura que se trata de una paráfrasis de "una oración de David", es decir, el Salmo 86: 1-2. Cuyo texto debería rezar: "Escúchame, señor, y respóndeme, pues soy pobre y necesitado. Guarda mi vida, pues te soy fiel" y que en la inscripción reza: "Jesucristo, guárdame, porque soy pobre y necesitado".

Inscripciones bizantinas con el salmo 86
Inscripciones bizantinas con el salmo 86© Proporcionado por El Español

El Dr. Ecker aclara: "Este salmo ocupa un lugar especial en el texto masorético como oración principal y es notablemente uno de los salmos más recitados en la liturgia cristiana. Así, el monje dibujó una cruz en la pared, acompañado por una oración que conocía muy bien". También concluye que según su estilo, la inscripción corresponde a la primera mitad del siglo VI d. C.  De igual manera, la presencia de varios errores gramaticales pueden indicar que "el sacerdote no era un hablante nativo de griego, sino probablemente alguien de la región que creció hablando una lengua semítica".

Enigmático anillo

Junto a esta inscripción se localizó otra que está siendo investigada además de un pequeño anillo de poco más de 1 cm de diámetro adornado con una turquesa. Lo llamativo de la joya sería una nueva inscripción grabada en el mismo, esta vez en árabe cúfico. La doctora Nitzan Amitai-Preiss, experta en epigrafía árabe de la Universidad Hebrea descifró la inscripción como "Mashallah", traducido como "Dios lo ha querido", fechando el anillo durante el califato omeya, estado que reinó entre los siglos VII y VIII d. C. Según la doctora, el anillo habría sido usado como sello.La turquesa del mismo anillo añade más intriga a esta historia. Posiblemente tendría su origen en el Imperio sasánida, actual Irán, conquistado en esa época por el expansivo califato omeya. Su portador y el camino seguido hasta Hircania siguen siendo un misterio.

El equipo responsable de la excavación espera con ansia su siguiente expedición programada para principios de 2024 y que continuará con el apoyo de la Universidad Carson-Newman y de AVAR.

Anillo encontrado durante la excavación
Anillo encontrado durante la excavación© Proporcionado por El Español

El doctor Stephen Humphreys, fundador y director ejecutivo de AVAR, organización enfocada en la rehabilitación profesional de veteranos de guerra de los EEUU y colaboradora de la excavación comentó: "En Hircania vimos a todo el equipo del proyecto unirse ante los desafíos físicos y la emoción de excavar este sitio tan excepcional. La capacitación que nuestros veteranos recibieron en el sitio por parte del equipo de la Universidad Hebrea también los hará más empleables y preparados para continuar participando sobre el terreno".

Además de entusiasmo, Haber y Gutfeld son conscientes de las complejidades que implica proteger un sitio de estas características. Destacan el apoyo que han recibido de la Oficina de Arqueología de la Administración Civil para combatir el fenómeno actual del robo de antigüedades. Concluyen: "Somos conscientes de que nuestras excavaciones atraerán la atención de los saqueadores. El problema persiste; estuvo aquí antes que nosotros y probablemente continuará después de nosotros, lo que subraya la necesidad de una excavación académica, particularmente en un sitio tan sensible como Hircania, aunque este es solo un ejemplo. Simplemente estamos tratando de ir por delante".

lunes, 25 de septiembre de 2023

venganza en el vaticano: el «sínodo del cadáver»

 


la tremenda sorpresa que se llevó el pobre pescador romano que, según cuentan las leyendas, encontró el cadáver de Formoso tuvo que ser considerable. Al fin y al cabo, no todos los días saca uno del Tíber los restos de un pontífice que, nueve meses después de muerto, había sido el protagonista de uno de los episodios más extraordinarios de la historia del papado, episodio del que el gran historiador Gregorovius dijo que fue «una escena de barbarie como ningún otro período ha conocido»

Hablar de Formoso y las peripecias de su cadáver nos lleva a sumergirnos de lleno en la convulsa situación política de la Roma de finales del siglo IX. Si se echa un rápido vistazo a la lista de papas de aquella época ya se aprecia que la Ciudad Eterna no era precisamente un remanso de paz. 

UNA ÉPOCA TUMULTUOSA

Entre los años 872 y 965 se sucedieron en Roma nada menos que 24 papas, nueve de ellos en un lapso de apenas nueve años (de 896 a 904), de los cuales un buen número fueron asesinados o destituidos. Hubo pontífices envenenados, como Juan VIII; encarcelados tras un mes escaso en el cargo, como León V, o que llegaron al poder con apenas dieciocho años cumplidos, como Juan XII. 

En ese tiempo, el papado participó en las violentas luchas de poder entre las distintas familias dirigentes de la ciudad y, al mismo tiempo, en una disputa más amplia por el control de la península Itálica, entre los emperadores de Alemania, que durante todo el siglo IX se erigieron como protectores de la Iglesia y señores de Italia, y nuevas dinastías en alza, como los marqueses de Spoleto, que aspiraban a establecer un reino de Italia independiente.

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La virgen y el niño. Mosaico del ábside de la basílica de Santa Maria in Domnica, en Roma, erigida por el papa Pascual I. Siglo IX.

Wikimedia Commons

Formoso se vio envuelto de lleno en todos estos conflictos. Desde su consagración en 866 como obispo de Porto –una diócesis situada en la desembocadura del Tíber, ligeramente al norte de Ostia–, desempeñó numerosas misiones diplomáticas en nombre del papado que lo llevaron a Bulgaria, Constantinopla y la corte carolingia.

En esos años, Formoso tomó partido por Arnulfo de Carintia, un bastardo de la dinastía imperial carolingia que aspiraba a imponerse como rey de Italia. Esta opción le valió a Formoso ser expulsado de su diócesis y excomulgado por el papa Juan VIII, temeroso de que Roma perdiera su independencia ante el Imperio. 

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El emperador Carlos III el Gordo. Miniatura de las Grandes Crónicas de Francia, siglo XIV.

Wikimedia Commons

De este modo, una noche Formoso y sus seguidores se vieron obligados a huir de Roma ante la amenaza de un juicio por corrupción e inmoralidad. Formoso encontró refugio en la corte de Guido de Spoleto y permaneció varios años en el norte de Lombardía esperando tiempos mejores. Éstos llegaron con el fugaz pontificado de Marino I, quien en 883 levantó la excomunión sobre Formoso y lo restituyó al frente de su antigua diócesis de Porto. 

Bajo los dos siguientes pontífices, el efímero Adriano III y Esteban V, Formoso permaneció tranquilo en su cargoepiscopal, hasta que en 891, a la muerte de Esteban, fue escogido como papa de Roma.

ALIADO DEL EMPERADOR

El nuevo pontífice tuvo que enfrentarse a una situación política envenenada. Poco antes, Guido de Spoleto, tras derrotar a un rival, había sido coronado rey de Italia en Pavía y a continuación se dirigió a Roma para obligar al papa Esteban V a coronarlo emperador. Formoso tuvo que confirmar la coronación de Guido y reconocer al hijo de éste, Lamberto, como sucesor del Imperio. 

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Abadía de Nonantola. En 882, el emperador Carlos el Gordo pidió en esta abadía al papa Marino I que restituyera a Formoso a su obispado.

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Sin embargo, el papa Formoso veía con preocupación el dominio del nuevo rey de Italia y enseguida empezó a enviar invitaciones en secreto a Arnulfo de Carintia, ahora en el trono carolingio, para que acudiera a socorrerlo. En el año 893, Arnulfo hizo una primera incursión hasta Milán y Pavía. Tres años más tarde, muerto Guido y habiendo sido coronado emperador en Roma su hijo Lamberto, Arnulfo atravesó Italia y asedió Roma. En el interior de la ciudad, los seguidores de los Spoleto se rebelaron y apresaron al papa, al que recluyeron en el castillo de Sant’Angelo. Pero nada pudieron hacer contra los invasores. Formoso fue liberado y a los pocos días coronó emperador a Arnulfo en la basílica de San Pedro. Pocos meses después, el pontífice fallecía a los ochenta años –envenenado, según se dijo más tarde–. Algunos lo alabaron como un papa justo y piadoso; otros, en cambio, no podían perdonarle la traición a los Spoleto en beneficio del alemán Arnulfo. 

En un mundo tan turbulento, lleno de intrigas y rencores personales como la Roma de finales del siglo IX, la historia no podía acabar así. A la muerte de Formoso los romanos eligieron a Bonifacio VI, que murió a los quince días. Fue sucedido por Esteban VI, un antiguo seguidor de Formoso que inicialmente reconoció al emperador Arnulfo, pero que, en cuanto éste abandonó Italia, se alineó con Lamberto de Spoleto. 

Decidido a tomarse el desquite por lo sucedido meses antes, Lamberto se dirigió a Roma, ocupada ya por sus partidarios, y allí convenció al nuevo pontífice para que condenara los actos de Formoso y acabara con el aura de santidad que había forjado entre los suyos. La condena debía ser pública, con toda la solemnidad del derecho eclesiástico, delante de la curia papal y de todo aquel que tuviera algo que decir en la política de la ciudad. Que Formoso estuviera muerto no debía ser un obstáculo: se le juzgaría de todos modos, aunque hubiera que sacar el cadáver de la sepultura. Y eso fue exactamente lo que se hizo.


PROCESO A UN CADÁVER

La pantomima fue preparada en todos sus detalles. A principios de 897, Esteban VI y Lamberto de Spoleto ordenaron desenterrar el cadáver de Formoso y conducirlo al lugar del juicio, un sínodo en el que estaban presentes los cardenales, obispos y numerosos dignatarios eclesiásticos. Ataviado con todas las insignias papales y vestido tal cual en vida, el papa redivivo quedó sentado sobre su trono. A tal punto llegó el remedo de juicio que se designó a un abogado de oficio para que hablara en representación del acusado

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Báculo de obispo francés, siglo XIII. Museo de arte Walters Baltimore.

Los cargos contra Formoso eran lo de menos. Se adujo que su nombramiento como papa fue ilegal, al haber accedido al trono de San Pedro siendo ya obispo de Porto, en contra de una norma del derecho canónico que prohibía pasar de un obispado a otro (a pesar de que había otras que parecían autorizarlo). 

El abogado del papa Esteban se dirigió al cadáver en estos términos: «¿Por qué, en tu ambición, has usurpado la sede Apostólica, tú que previamente eras tan sólo obispo de Porto?». No sabemos si el abogado defensor se atrevió a replicar, pero la sentencia condenatoria fue inapelable. 

El sínodo firmó el acta de deposición de Formoso, lo condenó y revocó todos sus nombramientos y disposiciones, hasta el punto de que los clérigos que fueron ordenados por él tuvieron que repetir la ceremonia. Tras esto le despojaron de las vestiduras papales y le cortaron los tres dedos con los que los papas impartían sus bendiciones. Tras arrastrar el cadáver por las calles de Roma, fue quemado y arrojado al Tíber ante una multitud vociferante. 

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Formoso. Retrato grabado por Cavallieri realizado en 1588.

Wikimedia Commons

Sin duda, aquello fue demasiado incluso para lo que estaban acostumbrados los habitantes de Roma en aquel entonces y enseguida se produjo una reacción. El propio Esteban VI fue encarcelado y estrangulado en la cárcel apenas unos meses después. Pasados dos años, Juan IX rehabilitó al papa condenado y prohibió juzgar a las personas muertas. 

Fueran o no rescatados del Tíber por un humilde pescador, años más tarde los restos del papa Formoso pudieron descansar al fin en el Vaticano, mientras la siniestra historia de su proceso quedaba grabada como uno de los capítulos más oscuros de la historia de la Iglesia.

La Iglesia (de la) estética

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13 exorcismos. Imagen: Atresmedia Cine.

En 1934, en un corto documental de Ramón Baldiú titulado La ruta de don Quijote, se representan los escenarios de la novela de Cervantes sin las quimeras del hidalgo. Cuando llegan al famoso pasaje de «Con la iglesia hemos dado», Baldiú muestra un callejón sin salida. Así nos dice que la Iglesia es un muro con el que toparse.

Han pasado casi cien años desde entonces y no puede decirse que nos falten ejemplos en los que se representa a la Iglesia en todas las artes. Sin embargo, en muchas de las obras contemporáneas falta una intención que sí que encontramos en este corto de los años 30: una crítica abierta a la Santa Institución. 

Es obvio que desde entonces hasta ahora la representación de la Iglesia ha cambiado mucho. Como todo, esto también ha evolucionado. En este caso concreto podemos ver cómo antes de la dictadura, como en el caso de Baldiú, durante la República, cuando se hablaba de la Iglesia se criticaba la institución, pero también se cuestionaba la fe. Todavía había un debate teológico sobre la existencia o no de Dios.

Durante la dictadura, sobre todo en la época del nacional-catolicismo, la propaganda se centró en subrayar la espiritualidad de la religión, pero también dedicó ímprobos esfuerzos en demostrar la necesidad, de la Iglesia en la vida cotidiana. Así, se acrecienta el papel de la Iglesia en la sociedad y educación españolas. La Iglesia en esos tiempos, más que nunca, se yergue como una institución «civil». Irónicamente, o quizás no, se mantienen las representaciones en el siglo XXI. El franquismo sentó una relación indisoluble entre Iglesia y nacionalismo español, que no pudo disolver la rebeldía adolescente de la transición española. Los símbolos del catolicismo se manifiestan, tergiversados, en las nuevas obras de jóvenes creadores que no han vivido el peso de la dictadura y de sus símbolos católicos.

La representación eclesiástica en el arte contemporáneo español parece consistir en una consideración formal de la institución, más que plantear un debate teológico. Ya no se habla de la Iglesia, sino que a menudo solo se representa «de fondo», como elemento secundario en el contenido de las obras. Cabe pensar que esto se acerca a la forma en la que se convive con la Iglesia actualmente: vemos los edificios en las plazas y escuchamos las campanadas a las 12.

Sin embargo, la internacionalización de la cultura también está detrás de que se adopten matices propios del catolicismo de otros países, como puede ser el luto: se ven enterramientos muy anglosajones, con riguroso negro y gafas de sol. Además, desde el estreno de El exorcista, existe un auge en las historias de terror sobre monjas y curas demoníacos o exorcistas. En suma, parece que la Iglesia se erige culturalmente en el siglo XXI como un refugio simbólico y formal, pero con algo más de peso del que pueda haber en nuestro país.

Esta Iglesia de la estética es una manera que tienen algunos cineastas noveles de incluir elementos religiosos en sus cortometrajes: capillas desubicadas en pueblos, procesiones, curas jóvenes y guapos. Se pueden encontrar similitudes con la época de los géneros del Hollywood, en la forma en que cada género se encontraba fuertemente codificado. Así, en el presente, los cortometrajes debut tienen lo religioso como un código. Es una representación estética, que a menudo no incluye juicios en torno a lo religioso ni a la fe, sino que simplemente aparecen como un elemento cuya presencia es difícil de justificar si no es por dar falsa profundidad al contenido. El uso de estos códigos por autores que ya no ejercen la fe con el empeño que se tenía en el franquismo concede a la Iglesia una magnitud desfasada, que no corresponde con este tiempo, ni siquiera con la verdadera apreciación que los autores tienen con los elementos de los que hacen uso (véase «Bagdad – Cap 7: Liturgia», de Rosalía, o la propia portada de Malamente).

Un desfase a menudo muy consciente, pero que normaliza lo religioso. Esto lo hace una constante en la vida cotidiana de los españoles.

Las imágenes del catolicismo son potentes y la cultura las sostiene, pero las mantiene en un segundo plano (como ya hemos contado antes, de fondo, casi pasivas). Las obras ya no hablan de la Iglesia católica, tratan sobre otras cuestiones, pero ella está ahí. Ya no es un referente ético (al menos, no lo es con la fuerza que tenía hace unas décadas), pero a cambio es para muchos la nueva Iglesia de la estética. Los crucifijos y Madonnas en Versace, las iglesias en los cortos, los curas en las series… Canciones populares como «Ateo» no ponen sobre la mesa un debate religioso, sin embargo, usando referencias continuas de doble significado con la Iglesia católica, C. Tangana y Nathy Peluso ruedan en la catedral de Toledo con la anuencia de su propio obispo. Y es noticia durante semanas.

Consciente o inconscientemente, la incorporación de cualquier asunto religioso en una pieza moderna le da actualidad le da presente. Cada artista, bajo su propia responsabilidad, elige si quiere mandar un mensaje u otro. Porque, quiera o no, su obra se va a interpretar además sin que él o ella pueda controlarlo. Así, aunque solo se pretenda usar una imagen de la Iglesia, una representación simbólica de su imaginario y no de su contenido, como decía Wittgenstein, no se tiene en cuenta la ética de la estética. Y es que la forma y el contenido lo son todo. Cuando Godard decía que el travelling es una cuestión moral, tenía razón. Aunque sea una cuestión de imagen, poner o no un movimiento de cámara, tiene un significado, tiene un contenido. Aunque esa sombra en la cara de la protagonista, de un crucifijo, pretenda ser una imagen potente y bella, también trae el contenido de la Iglesia, aunque sea indirecta e involuntariamente. Por ejemplo, artistas como Serrat cantan durante el franquismo sobre la España que eligen. A menudo evitaban cantar sobre la Iglesia deliberadamente, en un gesto de ignorar y desestimar la institución. Serrat cantaba «Para la libertad» cuando aún no estaba asegurada, y por el «Tío Alberto» y «Manuel», que nacieron y vivieron en una España que nunca los quiso.

Un año después de la muerte de Mahsa Amini, las mujeres iraníes prosiguen su lucha por la libertad

 El asesinato de Mahsa (Jina) Amini en Irán hace un año desencadenó protestas masivas de los iraníes contra el régimen islámico.

Pero los disturbios civiles han sido una característica de la vida iraní desde los primeros meses del régimen, y continúan hasta hoy a través de diferentes formas de resistencia, como peticiones, huelgas laborales masivas, canciones revolucionarias y pintadas políticas. 

Una mirada retrospectiva a la historia del movimiento por los derechos de la mujer en las últimas cinco décadas explica cómo los levantamientos de “Mujeres, Vida, Libertad” se han erigido sobre los hombros de las oleadas de protestas precedentes.

La autoinmolación de Homa Darabi

Menos de un mes después de la revolución iraní de 1979, la República Islámica marcó su dictadura imponiendo el hiyab obligatorio. 

En el Día Internacional de la Mujer de ese mismo año, miles de mujeres iraníes protestaron contra el hiyab obligatorio, coreando: “¿Dónde están los derechos de la mujer en el auge de la libertad?”. 

La protesta duró ocho días, pero la lucha contra el régimen ha continuado durante 44 años. Muy pronto, las mujeres iraníes se dieron cuenta de que, en realidad, la revolución islámica no se traduciría en más libertad, sino que atenuaría su luz mientras el régimen perseguía a miles de manifestantes y activistas. 

Estas acciones transformaron al pueblo esperanzado de la revolución islámica en los ciudadanos oprimidos del régimen islámico.

Uno de los símbolos de esta consternación generalizada fue la depresión y el suicidio de Homa Darabi, activista feminista y política, psiquiatra infantil y académica. 

Decepcionada por la revolución y excluida de todos sus cargos, Darabi se prendió fuego frente al edificio del Tribunal Administrativo de Justicia en protesta por el hiyab obligatorio.

Mujeres bailan en formación con faldas cortas y lazos rojos.

















Sólo ocho años antes de la revolución iraní, mujeres iraníes participan en las celebraciones del 2 500 aniversario de la fundación del Imperio Persa. Ahora las mujeres iraníes deben llevar hiyab. (AP Photo/Horst Faas)

Reformistas feministas

Los frustrados iraníes tenían esperanzas en el movimiento reformista que surgió a mediados de la década de 1990. 

Se trataba de activistas feministas que canalizaban su lucha contra el régimen misógino a través de instituciones de la sociedad civil y prácticas sociales aceptadas. 

En 2006, organizaron una campaña para recoger un millón de firmas exigiendo la derogación de las leyes que discriminaban a las mujeres. Insistieron en que su campaña no tenía motivaciones políticas, ya que se ajustaba a los principios islámicos, y afirmaron que se limitaban a actuar como mediadoras entre los ciudadanos y el Estado en su búsqueda de la igualdad de género. Su estrategia consistía en informar personalmente a los ciudadanos sobre las leyes discriminatorias de la República Islámica contra las mujeres y pedirles que firmaran su petición. 

Estas feministas negociaron con los ayatolás y les invitaron a reinterpretar la sharia islámica sobre la mujer para que estuviera más en consonancia con la sociedad iraní actual. También se reunieron con parlamentarios reformistas para presionar en favor de cambios en las leyes que discriminaban a las mujeres.

Aunque su campaña de un millón de firmas planteó demandas a través del sistema existente, sus esfuerzos se encontraron con ataques violentos de la policía y la persecución masiva de las activistas.

Esta represión de la campaña reformista demostró que la república islámica no tenía intención de restablecer los derechos de las mujeres. 

Vídeo de Amnistía Internacional sobre la campaña por la igualdad en Irán.

La bandera blanca de Vida Movahed

Si la revolución de 1979 provocó el desánimo de muchos ciudadanos incluso cuando espoleó al movimiento reformista hacia el activismo cívico, el Movimiento Verde prodemocrático de Irán y su omnipresente uso de internet tuvieron su reflejo en el activismo digital de las feministas iraníes.

Tras la brutal represión del Movimiento Verde por parte del gobierno en 2009, el único lugar que quedaba para la resistencia eran las redes sociales. A pesar de los cortes de internet o la censura, las mujeres iraníes utilizaron las plataformas digitales, publicando fotos de su vida cotidiana mientras practicaban la desobediencia civil.

Las campañas My Stealthy Freedom y White Wednesdays, junto con el movimiento iraní #MeToo, son ejemplos de activismo digital feminista.

En 2017, Vida Movahed se subió a una de las cajas de servicios públicos de una concurrida e históricamente política calle de Teherán llamada Enghelab (revolución), se quitó el pañuelo blanco que llevaba en la cabeza y lo agitó frente a una multitud.

La foto de su desobediencia civil performativa se hizo viral e impulsó el hashtag #TheGirlofEnghelabStreet. Movahed inspiró a muchas otras niñas y mujeres de todo el país, animándolas a ondear pañuelos blancos para protestar contra el hiyab obligatorio durante las protestas iraníes de 2017-18

En respuesta, la dictadura atacó violentamente y encarceló a mujeres, niñas y otros miles de manifestantes en una violenta represión.

Ante estas continuas y violentas medidas represivas en respuesta a las protestas, los iraníes han exigido un cambio de régimen. La quema del hiyab obligatorio se ha convertido en un símbolo de la oposición entre el régimen islámico y el pueblo. 

Di su nombre: Mahsa Amini

Hoy es casi imposible establecer distinciones entre los diferentes movimientos sociales en Irán. La naturaleza de la lucha de los iraníes se ha vuelto interseccional y revolucionaria. Todos los movimientos de protesta luchan solidariamente contra la opresión sistémica de la dictadura islámica.

Los iraníes han aprendido de los fracasos del pasado que la lucha por los derechos de las mujeres no debe reducirse a una política de identidad; no es secundaria respecto a la lucha más amplia contra el régimen, cuya autoridad y legitimidad se basan en el patriarcado y la misoginia sistemáticos.

Multitud de personas y coches en una calle arbolada de la ciudad, con humo en algunos puntos.

















Manifestantes corean consignas durante una protesta por la muerte de Mahsa Amini el 21 de septiembre de 2022. (AP Photo)

El régimen islámico ha convertido a Irán en el único país que impone el hiyab, aunque espera presentarlo al mundo, especialmente a los países islámicos, como el mejor modelo de soberanía islámica. Utiliza el hiyab obligatorio para controlar la sexualidad femenina y promover su propaganda islámica en todo el mundo.

El régimen islámico se aprovecha de las divisiones sociales –principalmente las diferencias sexuales y de género– para explotar a los ciudadanos de entornos socioeconómicos más bajos y salvaguardar así sus fundamentos ideológicos. 

La kurda Amini estaba al margen de las diversas jerarquías iraníes: género, raza, religión. Pero su nombre se ha convertido en una fuerza unificadora que reúne a todas las minorías oprimidas y condenadas al ostracismo en Irán. 

Los iraníes no sólo protestan contra el hiyab, sino contra todos los mecanismos de control y represión del régimen islámico impuestos sobre sus cuerpos, su sexualidad y sus libertades. 

Los continuos disturbios en Irán –y las valientes mujeres que han liderado la lucha durante décadas– no tratan sólo de liberar a las mujeres, sino de restablecer los derechos humanos y garantizar que todos los iraníes estén libres del régimen islámico misógino y totalitario.