Mantener siempre atentos los oídos al grito de dolor de los demás y escuchar su llamada de socorro, es solidaridad.
Mantener la mirada siempre alerta y los ojos tendidos sobre el mar en busca de algún naufrago en peligro, es solidaridad.
Sentir como algo propio el sufrimiento del hermano de aquí y del de allá, hacer propia la angustia de los pobres, es solidaridad.
Llegar a ser la voz de los humildes, descubrir la injusticia y la maldad, denunciar al injusto y al malvado, es solidaridad.
Dejarse transportar por un mensaje cargado de esperanza, amor y paz, hasta apretar la mano del hermano, es solidaridad.
Convertirse un mismo en mensajero del abrazo sincero y fraternal que unos pueblos envían a otros pueblos, es solidaridad.
Compartir los peligros en la lucha para vivir en justicia y libertad arriesgando en amor hasta la vida, es solidaridad.
Entregar por amor hasta la vida es la prueba mayor de la amistad, es morir y vivir con Jesucristo, es solidaridad.
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