De los 320 dioses prerromanos, hubo dos de interesantes, unos dioses relacionados con el Submundo y los ciclos anuales de muerte y nacimiento de la Naturaleza.
Endovelico era un dios del infierno y de la noche, de la adivinación y la salud, propio de la zona de Tivisa, que se solía representar con jabalíes, palomas y coronas de laurel o de pino, siendo flanqueado por genios alados, uno de los cuales llevaba una antorcha. Se le ha encontrado un santuario en San Miguel de Mota donde aparece un texto en el que se puede leer "Ex Imperato Aveno".
Por su parte Ataecina representaba a una diosa de la vegetación, muerte y regeneración con el símbolo de la cabra (que presumiblemente se le sacrificaba) y el ciprés... que todavia tiene este símbolo en los cementerios. Se ha encontrado santuarios a esta diosa en Turobriga, donde está representada como hija de la Gran Diosa Madre (Demeter).
Ambos eran lo que se llama un Numen Loci, es decir un espíritu de la fuerza del lugar y que tuvierno tanta importancia que sufrieron un interesante proceso de romanización: Ataecina acabó siendo identificada con Artemis/Perséfone y Endovelico con Apolo/Esculapio.
Nacho Padró