miércoles, 29 de enero de 2025

la papisa juana, una leyenda increíble

 la leyenda de la papisa Juana cuenta la historia de una mujer que, disfrazada de monje, ascendió en la jerarquía eclesiástica hasta convertirse en papa, ocultando su verdadero sexo. Según la leyenda, su engaño fue descubierto cuando dio a luz durante una procesión, lo que desató un gran escándalo y provocó su lapidación. Esta historia, que circuló durante siglos en algunos círculos eclesiásticos, parece más una invención que un hecho real.

Los detalles de la historia varían según las fuentes, y las versiones más conocidas provienen de Jean de Mailly y Martín de Opava. La más popular fue la de Opava, que situó los hechos en el siglo IX y describió a la papisa Juana como una mujer erudita que ascendió en la Iglesia haciéndose pasar por hombre y finalmente fue elegida papa. Sin embargo, no hay pruebas contemporáneas que confirmen este relato, lo que ha llevado a muchos historiadores a cuestionar su veracidad.

A pesar de su falta de pruebas históricas, la leyenda ganó notoriedad, especialmente después de que Giovanni Boccaccio la incluyera en su obra De mulieribus claris. También la Reforma protestante la utilizó para desacreditar al papado. Con el tiempo, muchos estudiosos comenzaron a dudar de su autenticidad, señalando inconsistencias en los detalles y el hecho de que no existen fuentes contemporáneas que la mencionen.

Una de las anécdotas más conocidas relacionadas con la historia es la existencia de una silla con un agujero en el asiento, conocida como la sedia stercoraria, que supuestamente se utilizaba para inspeccionar la virilidad de los papas recién elegidos comprobando que les colgaran sus “atributos masculinos”. Aunque la silla existe y está en los Museos Vaticanos, no hay pruebas de que se usara con este propósito, lo que refuerza la idea de que la leyenda de la papisa Juana es más una sátira que una realidad histórica.

26  Papisa Juana (Spencer Collection)

El Papa alerta sobre el peligro de la IA "en la creciente crisis de verdad"

El Papa Francisco ha alertado de que la Inteligencia Artificial debe ponerse al servicio de "un desarrollo más saludable, más humano" y nunca debe "violar" la "dignidad humana". Además, ha avisado de su posible impacto en "la creciente crisis de la verdad".

Así lo ha indicado en su mensaje dirigido al Foro Económico Mundial, que se celebra del 20 al 24 de enero (FEM) en Davos. El cardenal Peter Turkson ha sido el encargado de leer el mensaje del Pontífice, informa Ep.

Francisco ha señalado que "la IA es un logro tecnológico extraordinario" pero ha advertido de que "existe el peligro de que la IA se utilice para promover el 'paradigma tecnocrático', según el cual todos los problemas del mundo pueden resolverse únicamente con medios tecnológicos". 

En este paradigma, según ha avisado, "la dignidad humana y la fraternidad a menudo quedan subordinadas a la búsqueda de la eficiencia, como si la realidad, la bondad y la verdad emanaran intrínsecamente del poder tecnológico y económico".

"Sin embargo, la dignidad humana nunca debe ser violada en favor de la eficienciaLos avances tecnológicos que no mejoran la vida de todos, sino que crean o aumentan desigualdades y conflictos, no pueden llamarse verdadero progreso. Por tanto, la IA debe ponerse al servicio de un desarrollo más saludable, más humano, más social y más integral", ha subrayado.

Asimismo, el Papa ha advertido del "impacto" que puede tener la IA -cuyos resultados son "casi indistinguibles" de los de los humanos-, "en la creciente crisis de la verdad en el foro público".

Además, ha añadido que esta tecnología está diseñada para aprender y tomar determinadas decisiones de forma autónoma, adaptándose a nuevas situaciones y proporcionando respuestas no previstas por sus programadores, "lo que plantea importantes cuestiones respecto de la responsabilidad ética, la seguridad humana y las implicaciones más amplias de tales avances para la sociedad". 

Por ello, el Pontífice ha hecho un llamamiento a gobiernos y empresas para que gestionen las complejidades de la IA con "la debida diligencia y vigilancia", evaluando "críticamente" las aplicaciones individuales de la IA en contextos particulares "para determinar si su uso promueve la dignidad humana, la vocación de la persona humana y el bien común".

El mundo conmemora el 80 aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau

 El mundo conmemorará este lunes el 80 aniversario de la liberación del campo de concentración y extermino de Auschwitz-Birkenau, donde más de un millón de personas fueron asesinadas por la Alemania Nazi, la mayoría de ellos judíos. Cientos de actos de recuerdo a las víctimas servirán este 27 de enero para poner sobre la mesa la importancia de hacer frente al antisemitismo y honrar a quienes perecieron durante el Holocausto.

El canciller alemán, Olaf Scholz, ha insistido recientemente en la «gran responsabilidad» de Alemania a la hora de «mantener la memoria viva» sobre los horrores que sucedieron en estos ‘campos de la muerte’ construidos por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial y repartidos en varios países. Se estima que once millones de personas murieron durante este periodo, seis millones de ellas debido a la conocida como ‘solución final’, con la que exterminaron a dos tercios de la población judía europea.

Scholz ha mostrado una clara oposición a los discursos antisemitas, que han aumentado durante el último año, y ha expresado su «preocupación» por la «normalización de este tipo de sentimientos, especialmente a través de redes sociales». «Existe una gran amenaza para las poblaciones judías», ha lamentado durante un encuentro con comunidades judías en Frankfurt.

«Estoy en contra de pasar de página, decir que fue hace demasiado tiempo», ha aclarado antes de subrayar la importancia de explicar lo sucedido a las próximas generaciones. «Nuestra responsabilidad no va a terminar nunca», ha puntualizado el canciller, que considera que las historias del Holocausto no son solo históricas sino también «personales».

Los actos conmemorativos que tendrán lugar en el campo, situado en la actual Poloniacongregarán a líderes de todo el mundo y se centrarán en la liberación del mismo a manos del Ejército Rojo y el impacto global del genocidio, con especial hincapié en la necesidad de lograr comunidades «libres de odio» mediante un discurso «inclusivo», tal y como han indicado las autoridades polacas.

El presidente polaco, Andrzej Duda, ha recordado que el país es ahora un «refugio seguro para los judíos» y ha pedido al Gobierno no arrestar al primer ministro, Benjamin Netanyahu, en caso de que pise el país con motivo de la cita a pesar de que en su contra pesa una orden de arresto emitida por el Tribunal Penal Internacional (TPI) en relación con la ofensiva israelí lanzada contra Gaza, donde han muerto ya más de 47.000 personas.

«La importancia de estos aniversarios reside en la posibilidad de reunirse por última vez con los supervivientes, que tienen la oportunidad de dar su testimonio, fundamental para la seguridad del mundo y para la protección de la dignidad humana y sus valores», ha explicado Duda.

Tras la breve disputa entre Duda y el primer ministro, Donald Tusk, sobre la posible detención de Netanyahu, este último ha acabado por avalar su presencia en el evento y ha garantizado la seguridad de la delegación israelí, que finalmente estará encabezada por el ministro de Educación, Yoav Kisch. En este sentido, fuentes cercanas al Gobierno israelí apuntan a que el primer ministro no tiene previsto asistir.

Por su parte, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos,Volker Turk, ha advertido de que lo sucedido «puede volver a pasar» y ha señalado que las «conmemoraciones de este tipo permiten reconocer el pasado» aunque «deben servir también para examinar el presente y mirar al futuro».

Turk ha aprovechado la ocasión para denunciar que «la retórica del odio» sigue escuchándose «en gran parte del mundo». «El antisemitismo crece de forma galopante, en las calles y en Internet. Los judíos se enfrentan a una crecienteintimidación, amenazas y violencia», ha afirmado.

«Muy a menudo, la discriminación y la deshumanización siguen ganando la partida sobre la solidaridad y la compasión; la diversidad es vista como una amenaza en vez de como algo que debe ser atesorado, y muchos líderes están socavando y debilitando el Estado de Derecho», ha puntualizado antes de incidir en la importancia de luchar a favor de la dignidad y contra la «intolerancia».

Víctimas y testimonios 

Margot Friedlander, una de las últimas supervivientes del Holocausto, ha recalcado que para ella no ha pasado el tiempo. La mujer, de 103 años, ha reafirmado que son los supervivientes los que «saben qué sucedió y cómo fue». Friedlander fue prisionera del campo de Theresienstadt, en Terezin, República Checa, mientras que su madre y su hermano fueron asesinado en Auschwitz. «Perdí a toda mi familia», cuenta en declaraciones a la agencia de noticias DPA.

Sobre el aumento del extremismo y los discursos de ultraderecha en Europa, Friedlander ha lamentado que «entonces también empezó así». «Tengan cuidado. No lo hagan. Respesten a las personas, eso es lo más importante», ha sostenido.

Andrea Low, directora del Centro de Estudios sobre el Holocausto de Múnich, ha recalcado que cifras de Auschwitz y el Holocausto reflejan un «crimen monstruoso» y ha defendido que los testimonios ayudan a la nuevas generaciones a «darle dimensión» a lo sucedido. «Eran personas como tú y yo que fueron arrancadas de sus vidas», ha añadido.

La directora del centro de memoria histórica ubicado en la casa en la que se llevó a cabo la Conferencia de Wannsee donde se diseñó la implantación de la ‘solución final’, Deborah Hartmann, ha abogado por evitar términos como «inimaginable» o «incomprensible».

Historia del campo

El campo se creó en 1940 cerca de Oswiecim, en la Polonia ocupada. Inicialmente su cometido era el de prisión para los polacos detenidos durante las redadas masivas, pero terminó convirtiéndose en el mayor centro de exterminio de judíos europeosuna vez que comenzaron las deportaciones en 1942.

De los alrededor de 1,3 millones de personas que fueron deportadas a Auschwitz, unos 1,1 millones, de los que alrededor de un millón eran judíos, se cree que perecieron allí,según los datos del Memorial y Museo Auschwitz-Birkenau. Unos 900.000 judíos fueron asesinados en las cámaras de gas inmediatamente después de llegar al campo y sus cuerpos quemados en el crematorio.

Además, alrededor de la mitad de los 400.000 prisioneros registrados en el campo perecieron en él. Separados por etnias, la cifra incluía a unos 100.000 judíos, 70.000 polacos, más de 20.000 gitanos y unos 14.000 prisioneros de guerra soviéticos, aunque también había disidentes, testigos de Jehová, homosexuales y comunistas, entre otros.

El centro de exterminio jugó un papel significativo en el plan alemán de asesinar a los judíos europeos. A finales de 1943, los trenes llegaban a Auschwitz con regularidad con judíos procedentes de todos los países europeos ocupados por Alemania, desde Noruega hasta la isla griega de Rodas, frente a Turquía.

El campo estaba compuesto por dos partes. El llamado campo Auschwitz I, donde había unos 15.000 prisioneros, y el campo de Birkenau, situado a unos tres kilómetros de Oswiecim, donde fueron asesinadas la mayoría de las víctimas. Birkenau contaba con más de 90.000 prisioneros en 1944.

Varios días antes de su liberación, los alemanes obligaron a casi 60.000 exhaustos prisioneros a marchar hacia el oeste para trasladarlos a otros campos de concentración. Se estima que entre 9.000 y 15.000 de ellos perecieron en esa marcha de la muerte. Cuando el Ejército Rojo soviético liberó el campo el 27 de enero de 1945 tan solo se encontró a unos 7.000 prisioneros.

miércoles, 22 de enero de 2025

Cristo como médico: la curación espiritual en la Edad Media

 En la Edad Media la medicina y la religión compartían el objetivo de restablecer la armonía del ser humano, integrando cuerpo y alma. 

En esta época el pecado se entendía con una enfermedad que debilitaba el alma y separaba a las personas de la gracia divina. El mal era el resultado de la aplicación de un castigo divino a la humanidad, que debía operar una transformación hacia valores auténticos orientados al servicio de Dios. En contraste, la virtud era el estado natural y saludable del espíritu. 

Según esta creencia, las enfermedades del cuerpo eran el resultado de un desequilibrio humoral entre la sangre, la flema, la bilis negra y la bilis amarilla. De manera paralela, los pecados se describían en sentido metafórico como enfermedades del alma y los moralistas consideraban los sacramentos como recetas para la recuperación de la salud del cristiano, sobre todo la confesión y la eucaristía.


Leer más: Edad Media: cuando estar enamorado podía ser sinónimo de estar enfermo


La metáfora del Christus medicus

En esta perspectiva surge una figura central en la teología y en la literatura: Jesucristo como sanador espiritual capaz de aliviar las dolencias del alma. Desde el Concilio de Letrán, en 1123, adquiere relevancia la metáfora del Christus medicus

El “médico del alma”, es decir, el sacerdote o el predicador, en paralelo con el médico del cuerpo, debe prescribir una dieta y administrar medicamentos, en sentido metafórico. Estos remedios tienen correspondencia con las virtudes, las buenas obras, la confesión, etc.

Esta simbología permitía a los teólogos y a los predicadores conectar conceptos abstractos con imágenes concretas para facilitar a los fieles la comprensión de las enseñanzas. 

Representación de Cristo como farmacéutico, de pintor desconocido, procedente de una hoja de registro familiar fechada en 1662.




















Representación de Cristo como farmacéutico, de pintor desconocido, procedente de una hoja de registro familiar fechada en 1662. Museo Nacional Alemán de Nuremberg

Por ello, los textos de los Padres de la Iglesia a menudo comparaban la vida cristiana con un proceso de tratamiento. San Agustín destacó que Cristo era la “medicina divina” por su capacidad de diagnosticar el mal y ofrecerse a sí mismo como remedio. En esta comparación, la enfermedad inicial (el pecado) requería un diagnóstico (la conciencia), la administración del remedio (la gracia divina) y, finalmente, la recuperación (la reconciliación con Dios). 

Los sacramentos como terapias espirituales

Los siete sacramentos cristianos se entendieron como auténticos tratamientos para la salud del alma. Cada sacramento correspondía a una necesidad específica. 

Así, el bautismo era el baño medicinal que preparaba al cristiano para una vida de gracia y santidad. La penitencia, por su parte, se describía como una terapia continua. El creyente actuaba como un paciente al revelar sus síntomas al médico-sacerdote. La eucaristía era el alimento celestial del alma. En los sermones se comparaba con un jarabe o píldora capaz de sanar el espíritu. La unción de enfermos era el ungüento para preparar el alma para su encuentro con Dios. La confirmación, el matrimonio y el orden otorgaban la “armadura espiritual” para enfrentar las pruebas del mundo: vivir en unidad, actuar como médicos espirituales de los sacramentos y guiar a la comunidad.

La unión del lenguaje médico con la teología medieval permitió a los fieles entender mejor el pecado y la salvación. Al describir a Cristo como el médico y los sacramentos como tratamientos, la Iglesia medieval presentó la vida cristiana como un proceso continuo de curación del alma. 

Vidriera en la que se representa a Jesús sanando a un enfermo en la Iglesia evangélica en Giessen, Alemania.


















Vidriera en la que se representa a Jesús sanando a un enfermo en la Iglesia evangélica en Giessen, Alemania. Falco/Pixabay

El Christus medicus en tiempos de crisis

El siglo XIV estuvo marcado por catástrofes como la peste negra, que devastó Europa. En un tiempo de enfermedad y muerte, el motivo del Christus medicus se convirtió en una figura central en los sermones y en los textos religiosos. Predicadores como Giordano Da Pisa y San Vicente Ferrer aprovecharon esta metáfora para consolar y ofrecer esperanza. 

Según Da Pisa, los pecados eran síntomas de una fiebre espiritual. Solo podían curarse con “medicamentos divinos”, como la penitencia y la oración. San Vicente Ferrer, por su parte, describía los siete pecados capitales como diferentes tipos de fiebre: la codicia era una fiebre continua, la gula, una fiebre diaria y la ira, una fiebre efímera. Cristo ofrecía los sacramentos como terapias. 

La necesidad de confesión de los pecados se hace explícita en un sermón, en el que San Vicente presenta este sacramento como el agua salvadora que cura la “lepra” del pecado, de la misma manera que en la figura del segundo libro de los Reyes de la Biblia, un leproso no se podía curar y se le ordenó lavarse en el río Jordán (o “río del Juicio”).

San Vicente también ejemplifica en sus sermones la manera en que Jesucristo actúa como médico: enciende la luz de la conciencia, cuida al enfermo y examina su pulso cuando identifica la verdadera contrición de los pecados mediante el análisis de la orina, que en sentido metafórico corresponde a la confesión

Cristo prescribe una serie de recomendaciones: sangría, descanso, ejercicio, purga; sudor, cuando el pecador expresa el arrepentimiento mediante las lágrimas; vómito, en la confesión; dieta, o firme propósito de no volver a pecar; pomadas, como la oración del Padrenuestro, etc. Cristo “cura” desde la cruz, que es un remedio tanto para las enfermedades del alma como para las dolencias físicas. Del mismo modo que el médico recomienda una dieta para curar una enfermedad, el confesor establece la penitencia y prescribe la medicina, que es el cuerpo de Cristo en sagrada forma.

Isabel de Villena: la Virgen como sanadora espiritual

Uno de los textos más innovadores en la aplicación de la metáfora del Christus medicus es la Vita Christi de Isabel de Villena. La abadesa valenciana refuerza la imagen de Cristo como sanador e introduce a la Virgen María como “médico espiritual”. Esta visión explora la compasión y la misericordia como virtudes sanadoras. 

Isabel de Villena (1497) utiliza metáforas médicas para explicar la misión de Cristo. Por ejemplo, en los capítulos 45 y 46 san Miguel concede a la Virgen doce pares de guantes simbólicos para curar enfermedades espirituales, como la envidia o la soberbia. Cada guante está asociado a un color y a una virtud y es una herramienta terapéutica para devolver la salud espiritual. Cuando existe contrición, la Virgen puede aplicar la curación mediante “el color apropiado del guante”. Esta visión ampliada del Christus medicus resalta el papel de la Virgen como doctora de las almas. 

La Pasión de Cristo: medicina universal

En la teología, la literatura y la sociedad medieval, la Pasión de Cristo se presenta como el acto supremo de la sanación. Según San Agustín, Jesús cura con sus palabras y milagros y también a través de su dolor y su muerte. La Pasión de Cristo se interpreta, en este sentido, como la “medicina universal”.

Este concepto se plasma en los sermones de predicadores como San Vicente Ferrer, para quien la Pasión purifica el alma y restaura la salud espiritual. En la literatura de carácter enciclopédico medieval, como el Espill (1490), de Jaume Roig, se entiende que el costado abierto de Cristo en la crucifixión es un armario medicinal, del que emergen las siete medicinas (virtudes) que curan los males (vicios capitales) del mundo. 

El Christus medicus permitió representar a Cristo como un sanador del alma. La obra redentora ofrecía tratamiento para las dolencias espirituales a través de los sacramentos. La metáfora médica logró conectar a los fieles con una comprensión más cercana y visual de su fe, y reforzó la idea de la vida espiritual como proceso de tratamiento y reconciliación con lo divino.