Oficialmente, San Vicente Ferrer sólo hay uno. Porque este ex jesuita español que comparte nombre con el santo oficial llevaba muchos años desarrollando una impresionante y silenciosa labor solidaria en la India.
Vicente Ferrer nació en Barcelona en 1920. Tras ser ordenado jesuita, aterrizó en la India en 1952 y las miserables condiciones de vida de aquel inmenso país le impresionaron profundamente. Desde el principio se puso un objetivo: transformar las condiciones de vida de los más desfavorecidos. “Si tienen hambre hay que darles pan, no se puede teorizar”, es uno de sus lemas. Y, como era de esperar, este pacífico hombre de barba blanca fue considerado peligroso y subversivo por las autoridades y las clases dirigentes. Tanto, que en 1968 le sugirieron que abandonara el país. Abatido, Vicente regresó a España. Pero la semilla que había sembrado dio sus frutos: en Bombay, miles de campesinos se manifestaron pidiendo su regreso. Fue la propia Indira Ghandi la que le animó a volver.
En esta segunda aventura, las autoridades intentaron ponerle las cosas lo más difícil posible. Le propusieron el reto de sacar de la miseria a un pobre y desértico estado llamado Andhra Pradesh. En ese momento de encrucijada, Vicente abandonó la Compañía de Jesús y, solo, sin dinero ni apoyos, aceptó el reto. Pero necesitaba ayuda. Un buen día, cuando entró en un viejo templo preguntándose cómo conseguiría llevar a cabo sus objetivos, sus ojos se toparon con un mensaje impreso en la pared: Espera un milagro, decía. Y el milagro llegó.
Poco a poco fueron apareciendo medios económicos y colaboradores. Hoy en día, la Fundación Vicente Ferrer está presente en más de 1.000 pueblos y beneficia a más de un millón de personas. Si quieres colaborar con ellos, puedes hacerlo a través de un donativo económico o apadrinando a un niño. Es un modo de contribuir con esta organización que ha convertido en cifras palpables el sueño de Vicente de librar al mundo de un poco de su pobreza.
Por ejemplo, hasta el momento se han construido 1.000 escuelas, donde han estudiado más de 60.000 niños. También se han levantado cinco hospitales en los que se han formado 600 profesionales sanitarios y han sido atendidos más de 600.000 enfermos. Y se han creado casi 1.000 asociaciones femeninas, gracias a las cuales 20.000 mujeres se han beneficiado de programas de formación profesional, microcréditos o atención ginecológica. Más cifras: 350 edificios comunitarios, creación de infraestructuras en más de 1.000 pueblos, 4.000 pozos de agua para regadío... Y las palabras de Vicente: “Si les instruimos, si les enseñamos a no ser pobres, abandonarán la miseria”.
Pastoral Marista
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