miércoles, 26 de marzo de 2025

Tambores, tatuajes y espíritus: los groenlandeses vuelven a sus tradiciones inuit

 Sentada sobre la piel de un oso polar cazado por su familia, Aviaja Rakel Sanimuinaq dice que está orgullosa de formar parte de un movimiento de groenlandeses que están recuperando sus tradiciones y espiritualidad inuit.

La chamana, que lleva tatuajes faciales inuit, trabaja con prácticas de sanación espiritual para ayudar a las personas a conectarse con sus ancestros y sanar traumas generacionales. Un cartel afuera de su estudio en la capital de Groenlandia, Nuuk, resume su labor: “Conocimiento ancestral en un mundo moderno”.

En los últimos años, groenlandeses como ella han comenzado a recuperar tradiciones inuit precristianas, como la danza del tambor y los tatuajes inuit. Para algunos, es una manera de reivindicar con orgullo sus raíces ancestrales. También es una forma de rechazar el legado de los misioneros cristianos europeos que colonizaron Groenlandia en el siglo XVIII y reprimieron sus tradiciones, etiquetándolas de paganas.

“La sacralidad del cristianismo sigue siendo sagrada para mí. Pero también lo son el budismo, el hinduismo y mi trabajo”, dijo Sanimuinaq en su estudio, rodeada de cráneos de focas, plumas de cuervo y hierbas medicinales. Estos elementos ayudan al “angakkoq”, o chamán, a comunicarse con el “silam aappaa” o el otro mundo, el mundo espiritual.

“Desde mi perspectiva, el resurgimiento de nuestra cultura y de nuestro pueblo también es una forma de lograr igualdad dentro de nuestra propia cultura, de reconocer que nuestra cultura es legítima y que debe tener un espacio aquí”.

Los inuit han sobrevivido y prosperado durante generaciones en uno de los lugares más remotos, vastos y agrestes del planeta, cazando focas, ballenas y osos polares. Su religión tradicional es animista.

Los inuit creen que “cada animal y ave, cada piedra y cada pedazo de tierra, la lluvia y la nieve tienen un espíritu y merecen respeto”, escriben los autores Gill y Alistair Campbell en su libro de viajes Greenland.

Aproximadamente el 90% de los 57,000 groenlandeses se identifican como inuit, y la gran mayoría pertenece a la Iglesia Luterana. Un misionero danés introdujo esa rama del cristianismo en la isla más grande del mundo hace más de 300 años.

Hoy, Groenlandia es un territorio semiautónomo de Dinamarca, y cada vez más groenlandeses apoyan la independencia total, un tema clave en las recientes elecciones parlamentarias.

Algunos creen que el movimiento independentista de Groenlandia recibió un impulso después de que el expresidente estadounidense Donald Trump pusiera a su país en el centro de atención al amenazar con comprarlo.

“Ya no tenemos que caminar en silencio”, dijo Sanimuinaq. “Ese es el cambio que estamos viendo: que la voz que llevamos al mundo ha estado prohibida incluso dentro de nuestro propio país. Ahora que estamos abriéndonos, tenemos más libertad”.

El valor espiritual y social de los Tunniit: los tatuajes inuit tradicionales

La supresión de los tambores y tatuajes faciales inuit fue parte de un esfuerzo más amplio para cristianizar y asimilar a los inuit en el estilo de vida europeo, explicó Asta Mønsted, profesora de la Universidad de California, Berkeley, que investiga la historia oral inuit y su conexión con la arqueología de Groenlandia.

“Las canciones y duelos de tambores eran fundamentales en la vida espiritual y social inuit, pero los misioneros las consideraban prácticas paganas y supersticiones que debían ser reemplazadas por himnos y oraciones cristianas”, dijo. “Los tambores fueron confiscados o destruidos para romper la conexión con las creencias precristianas”.

Sin embargo, en algunas partes de Groenlandia, las canciones y la fabricación de tambores fueron preservadas sin que la Iglesia lo supiera.

“Los tatuajes también estaban vinculados a la cosmología y los ritos inuit, pero los misioneros los consideraban paganos y veían especialmente los tatuajes faciales como una profanación de la creación de Dios”, dijo Mønsted. “Promovieron el ideal europeo de que el cuerpo humano debía permanecer sin marcas”.

Los Tunniit, los tatuajes inuit tradicionales, se grababan al pinchar hollín de lámparas de esteatita en la piel con una aguja o al arrastrar un hilo de tendón cubierto de hollín bajo la piel.

Las mujeres generalmente recibían tatuajes al experimentar la menstruación y el parto, considerándolos una protección contra enfermedades y espíritus malignos, explicó Mønsted.

Pero la resistencia a los tatuajes inuit desalentó a muchas generaciones de groenlandeses de hacérselos; algunas personas que los tenían los ocultaban por miedo a represalias.

Al crecer, Therecie Sanimuinaq Pedersen recordó cómo su abuela cubría sus tatuajes faciales con hollín para evitar ser marginada por su comunidad.

Therecie solo se tatuó el rostro —al igual que recordaba el de su abuela— después de que su hija, Aviaja, lo hiciera en los últimos años.

“Los tatuajes que tengo han pasado de madre a hija durante miles de años”, dijo Therecie en groenlandés, traducida por su hija. “Tengo los mismos que mi abuela, esa es mi herencia”.

Hoy en día, cuando camina por las calles de Nuuk y ve a otras personas con tatuajes inuit, se siente animada, especialmente al verlos en jóvenes groenlandeses.

“Cuando los veo, es como si tuviéramos una conexión”, dijo. “Sin conocernos, nos saludamos. Algunos se acercan, me abrazan y me dicen gracias”.

El tambor inuit para la resolución de conflictos y la restauración del orgullo ancestral

Para los inuit, el qilaat jugaba un papel crucial en la resolución de conflictos a través de duelos de tambores.

El tambor tenía tres funciones principales, explicó Mønsted: como entretenimiento y socialización, como herramienta del chamán en sus sesiones y como parte de un sistema jurídico precolonial.

“En los duelos de tambores, los oponentes usaban canciones, insultos y movimientos corporales exagerados para defender su caso ante la comunidad, que se reunía en un círculo a su alrededor”, dijo.

La risa colectiva de la multitud a menudo determinaba el ganador sin necesidad de un fallo formal.

Si bien algunos duelos ayudaban a aliviar tensiones, otros terminaban en humillación pública, lo que en ocasiones obligaba al perdedor a exiliarse y convertirse en qivittoq, una persona que vivía en la naturaleza fuera de la sociedad, lo que equivalía a una sentencia de muerte en el frío ártico.

Groenlandia fue una colonia bajo la corona danesa hasta 1953, cuando se convirtió en provincia de Dinamarca. En 1979, obtuvo el autogobierno, y hace 30 años se convirtió en un territorio autónomo. Sin embargo, Dinamarca aún controla los asuntos exteriores y de defensa.

El antiguo gobernante colonial ha sido acusado de abusos contra los inuit groenlandeses, como separar a los niños de sus familias en la década de 1950 con el pretexto de integrarlos en la sociedad danesa y colocar dispositivos anticonceptivos intrauterinos en mujeres en las décadas de 1960 y 1970 para limitar el crecimiento de la población.

Algunos groenlandeses creen que la reciente atención global sobre su país rico en minerales y el creciente llamado a la independencia de Dinamarca les ha permitido hablar más abiertamente sobre los abusos coloniales y acercarse a su rica cultura indígena precristiana.

“Nuestra cultura es muy espiritual... quiero recuperarla”, dijo Naja Parnuuna, una cantante y compositora galardonada.

“Quiero ser parte de esa ola con mis compañeros jóvenes… siento que hemos sido menospreciados por tanto tiempo y no hemos tenido voz durante mucho tiempo”.

miércoles, 5 de marzo de 2025

La frase del Dalai Lama que debes recordar cuando las cosas no salen como pensabas

 

En la vida, las cosas no siempre salen como esperábamos. Es precisamente en esos momentos en los que sentimos que hemos fracaso cuando debemos recordar que no todo es lo que parece, como revela esta clásica cita del Dalai Lama.


Frase Dalai Lama
PEXELS/COTTONBRO

Seguro que alguna vez te ha pasado. Pones toda tu intención en que algo salga de determinada forma. Te esfuerzas, trabajas duro. Pones toda la carne en el asador. Y aún así… Las cosas no siempre salen como esperábamos, porque por desgracia no dependen solo de nuestro esfuerzo. Hay factores ajenos a nuestro control, no hay nada que hacer contra ello.

Es cuando todo sale al revés cuando entra en juego una importante pieza del puzle: la resiliencia. Así nos lo recuerda el Dalai Lama, líder espiritual del budismo tibetano y autor de El arte de la felicidad, de la que hemos extraído esta importante frase. ¿Te animas a aplicarla en tu vida?

Un golpe de suerte

Si la vida te da limones, haz limonada. Esta frase popular encierra un gran secreto que el Dalai Lama conoce bien. Y es que, si bien no podemos controlar lo que nos sucede en la vida, sí que tenemos la oportunidad de aprovecharlo. No podemos cambiar la dirección del viento, pero si ajustar las velas de nuestro barco particular, para llegar siempre al destino deseado.

De hecho, ¿qué es eso de destino? Sobre el futuro no hay nada escrito, y la vida es lo que sucede mientras haces planes. Por eso es importante quitarle poder a la decepción, a esa emoción de fracaso que nos invade cuando las cosas no salen como deseamos. O en palabras del gran Dalai Lama, “recuerda que a veces no conseguir lo que quieres es un maravilloso golpe de suerte”

 Y es que la felicidad no depende de que todos nuestros deseos se hagan realidad, sino de nuestra capacidad de aceptar el presente con mente abierta y el corazón lleno de agradecimiento. Las cosas no siempre saldrán como planeas, pero eso no significa que estén mal. A veces, los planes que no se cumplen, son los que abren la puerta a caminos que nunca habías considerado antes, pero que son exactamente lo que necesitabas para seguir creciendo y evolucionando.

Cuando lo inesperado abre nuevas puertas

Cuando algo no nos sale cómo esperábamos, el primer impulso es siempre resistirnos al cambio. Aferrarnos a la idea de cómo deberíanser las cosas, olvidando que la vida rara vez sigue un guion predeterminado. Lo que el Dalai Lama nos plantea con su frase es un gran cambio de perspectiva. Dejar de aferrarnos a lo que debería ser, para descubrir lo que podría ser. Ver en cada contratiempo una oportunidad de replantearnos nuestras prioridades, explorar nuevas direcciones y descubrir posibilidades que jamás habíamos considerado.

Para ello, en primer lugar, debemos aceptar que la incomodidad, el sufrimiento y las adversidades no son enemigos que evitar. No puedes vivir sin sufrir. Pero el sufrimiento puede transformarte de formas que jamás imaginaste.

Quizá vayas a la entrevista de tus sueños, esperando conseguir ese trabajo que parece hecho para ti. Y puede que no lo consigas. Puede, incluso, que realmente lo necesitaras. Que fuera esencial conseguirlo para poder avanzar en tus planes. Y sentirás dolor, desesperación, angustia, miedo por el futuro, incertidumbre, frustración, enfado. Todas esas emociones pueden conducirte a dos caminos: al de la decepción o al de la resiliencia.

Porque al final del día, te tocará volver a salir trabajo, y puede que te toque explorar nuevas posibilidades. Lo harás mejor, abrirás tu mente a nuevas posibilidades, y llegará el que de verdad iba a ser el trabajo de tu vida. Solo lo podrías haber conseguido si hubieras perdido el primero. Porque el ser humano es así, resiliente por naturaleza. Los momentos difíciles nos hacen más fuertes.

Aprende a navegar en los contratiempos

Aunque es fácil verlo claro sobre el papel, no es tan fácil ponerlo en práctica. Nuestra mente está preparada, al fin y al cabo, para huir de lo desconocido. Para protegernos del sufrimiento. Es difícil aceptar que es inevitable y, en lugar de gastar energía en intentar controlar lo incontrolable, aprender a navegar los contratiempos. Pero como en todo en esta vida, hay que empezar por el principio. Y estos son los primeros pasos que puedes dar para reconfigurar tu mente.

Practica el arte de la pausa

Cuando las cosas no salgan como esperabas, no te dejes llevar por la frustración y el desánimo. En su lugar, tómate un momento para respirar y reflexionar. Entrenar a tu mente por medio de la meditación puede ayudarte a conseguirlo.

Calma la mente, baja el ritmo y analiza la situación con la mayor claridad posible. Esta pausa te permitirá ver el panorama completo, abriéndote a nuevas posibilidades.

Reformula tus pensamientos

En lugar de centrarte en todo lo que has salido mal y en sus catastróficas consecuencias, pregúntate, ¿qué puedo aprender de esto? Volvamos al ejemplo del trabajo perdido. El rechazo que has vivido podría ser una oportunidad para desarrollar nuevas habilidades o reconsiderar lo que realmente quieres en el mundo laboral.

Es cuestión de cambiar el enfoque. De pasar del, “¿por qué me ha pasado esto?” A “¿qué puedo ganar con esto?”. Ahí está la diferencia.

Habla con alguien de confianza

A veces estamos tan inmersos en nuestras emociones, que nos cuesta ver más allá de lo que sentimos. Por eso, en estos momentos de dificultad, un hombro sobre el que llorar puede marcar la diferencia. Procura que sea alguien en quien confíes, un amigo o mentor que de verdad te pueda ayudar a conseguir otra perspectiva, más clara, desde fuera.

Escuchar otras opiniones (si son de las personas adecuadas) te ayudará a identificar las oportunidades o los caminos que se te habían escapado.

Lleva un diario para explorar tu mente

Conocerte a ti misma es la mejor forma de desarrollar tu resiliencia. Escribir, además, es una poderosa herramienta para procesar todo lo que sientes y darle sentido a los eventos que has vivido durante el día. Si dedicas unos minutos al día a anotar lo que ha sucedido, cómo te has sentido y qué opciones ves a tu alcance, ganarás claridad mental.

Muchas veces, al plasmar en papel tus pensamientos, surgirán ideasque antes habían pasado desapercibidas.