jueves, 23 de octubre de 2025

HE VENIDO A PRENDER FUEGO AL MUNDO. (Lc 12: 49)

 Muchos son los exegetas y padres De la Iglesia que al hablar de este pasaje en el que el "pacífico" Jesús aparece conflictivo y con palabra difíciles de entender a la primera, lo relacionan con el fuego de la transformación del Espíritu Santo.

Es verdad que una lectura rápida y sin pensar da la sorpresa y rasga la imagen benéfica y bendita que se tiene de Jesús... pero que quizá era lo que se buscaba. Hace años que cuando me preguntan si soy cristiano, respondo que "lo intento", o que "estoy en ello". ¿el motivo?...

Ser cristiano es de una radicalidad brutal, que te exigen una antropología a la que no se nos ha preparado, enseñado ni avisado. La entrega total y hasta un punto radical hacia el hermano que alcanza el punto de anularte a ti mismo, tus sueños e ilusiones por aquello que es diferente a tí.

Es dificil y aquellos que realmente se acercando lo que acaban haciendo es mostrar las limitaciones del que los ve, y eso es muy duro y difícil de aceeptar y mucho menos asumir. De ahí que "de 5 de la familia 3 se opondrán a 2 y 2 a los 3", y estamos hablando de la familia, que es el núcleo básico de protección.

Normal que cuando ves a un misioneros a alguien excepcional que lo da todo por su fe (véase Los Santos) que uno se pregunte porqué no lo ha podido hacer él y verse "sucio", "pobre" y hasta miserable.

Una lección permanente que muchos prefieren no mirar y cual avestruz esconderse para no enfrentarse a la realidad... que somos capaces de lo mejor y de lo peor, pero que al final todo queda en nuestra elección, nuestra LIBRE elección.



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