Hasta tiempos históricos bastante recientes, los cementerios solían estar adosados a las iglesias. En muchos templos incluso se enterraban a los vecinos más ilustres bajo el pavimento de la propia nave de oración. Esta práctica se abandonó por motivos higiénicos, pero hubo momentos en los que una alta mortandad –generalmente causada por guerras o epidemias– desembocaron en una abundancia de cadáveres que hicieron difícil su gestión. En diferentes iglesias europeas tuvieron la misma ocurrencia: aprovechar los huesos para formar capillas. De este modo, cráneos, fémures, tibias y caderas se convirtieron en una solución constructiva a la vez que una reflexión religiosa sobre la temporalidad de la vida, amén de deshacerse del excedente de esqueletos.
LÁMPARAS Y CANDELABROS EN SEDLEC
Tal vez la más barroca y sofisticada de las capillas de huesos europeas sea la de todos los Santos de Sedlec, en la República Checa. En esta localidad a 80 km al este de Praga, los esqueletos de más de 70.000 personas han sido utilizados desde principios del siglo XVI para levantar una morbosa nave en la que prácticamente todo está hecho a partir de los cadáveres resultantes de la Peste Negra y de las víctimas de las guerras husitas. Desde el escudo heráldico que franquea una de las puertas principales a las guirnaldas, pasando por las lámparas y candelabros, las cenefas de los techos… todo a partir de un minucioso trabajo en que calaveras y otras partes de cuerpos humanos han servido para alzar este monumento tétrico, pero que se ha convertido, después de la propia Praga, en uno de los lugares más visitados de la República Checa.
ÉVORA Y LOS HUESOS QUE "NOS ESPERAN"
Menos barroca pero igualmente impresionante es la Capilla de los Huesos de la iglesia de San Francisco, en Évora (Portugal). Esta bella localidad del Alentejo se muestra altamente filosófica, y recibe a los visitantes del templo con el rótulo “Nos ossos que aquí estamos pelos vossos esperamos”. En este caso se trata de un oratorio de estilo manuelino en el que han sido encajados restos de esqueletos que “mejoran” la decoración. Cráneos que recorren las cenefas de los techos abovedados, forran las paredes y las columnas en castrense orden. Se dice que esta nave se empezó a decorar así cuando los 42 cementerios que tenía la ciudad quedaron abarrotados y no podían absorber más cadáveres. Los monjes de San Francisco decidieron vaciarlos para generar nuevos espacios en los camposantos e ir colocando pacientemente los hasta 5.000 cadáveres que se exhiben hoy en día en Évora.
HUESOS FRENTE AL MAR EN OTRANTO
En Italia la misma práctica de remover huesos ha sido adoptada en diferentes templos. Uno de los más destacados está en la costera localidad de Otranto, en la hermosa Apulia. Poco suponen los bañistas que acuden allí cada verano a disfrutar de sus playas que, en la catedral, escoltando a una beatífica imagen de la Virgen tallada en mármol, encontrará unas vitrinas en las que se alinean cientos de calaveras. Se trata de las víctimas del asalto otomano de principios del siglo XV. La estupenda fortaleza de la localidad no sirvió para frenar a las huestes musulmanas, y desde entonces las cuencas vacías y las desdentadas mandíbulas miran a los fieles de la catedral, que generalmente son incapaces de apartar la vista de tal montaña de cráneos.
CALAVERAS HASTA LOS FRESCOS EN MILÁN
En la iglesia de San Bernardino de Milán el espectáculo es similar, pero las vitrinas se alzan hasta los altísimos techos. Cuando el visitante levanta la mirada siguiendo la pirámide de cráneos se encuentra, de manera chocante, con los bellos frescos que decoran la bóveda. Se trata de un templo construido a finales del siglo XIII en unos terrenos que estaban ocupados por un hospital y un cementerio. Cuatro siglos más tarde al escultor Giovanni Andrea Biffi se le ocurrió que podría trabajar con los huesos del osario para embellecer los muros del templo. Esta práctica no fue una moda pasajera, pues cuando en el siglo XVIII la iglesia sufrió un devastador incendio, el encargado de la reconstrucción siguió con la idea de utilizar los huesos para la decoración. Así, los incluyó en puertas, marcos y paredes para complementar la decoración rococó que se impuso en la época.
CZERMNA TIENE UN TECHO CASI CONTEMPORÁNEO
Rozando la frontera con la República Checa, a 500 kilómetros al sur de Varsovia, se halla la localidad polaca de Czermna. En ella se encuentra la Capilla de los Huesos. Aquí los restos de cadáveres forran todas las paredes, el deambulatorio y las calaveras llegan a aposentarse hasta en el altar. En el tejado, el entrecruzado de tibias y fémures podría recordar una versión tétrica de las obras más vanguardistas de Miquel Barceló.
Los huesos de más de 20.000 personas caídas durante la Guerra de los Treinta Años ocupan cada rincón, llegando incluso a entorpecer la visión de algunos santos y arcángeles, rodeados materialmente por los huesos que asedian sus capillas. Solución constructiva, ganancia de espacio o reflexión sobre la temporalidad de la existencia humana, las capillas de huesos europeas –de las que hay muchos más ejemplos– generan a partes iguales fascinación, rechazo, morbo y atracción, y hoy, insospechadamente, son enclaves de interés turístico.
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