Creo que Leonardo cumple el perfil, era un genio que diseñó objetos adelantados a su tiempo» cuenta a El Independiente Clive Prince, co-autor de El gran secreto de Leonardo Da Vinci, que ha venido a España para presentar la edición actualizada.
Durante mucho tiempo, la Sábana Santa -una pieza de lino con el rostro de un hombre que se cree que perteneció a Cristo- no fue tomada en serio porque la imagen que mostraba era borrosa. Sin embargo, desde finales del siglo XIX, cuando se hizo la primera fotografía, el interés aumentó. A la hora de revelar los negativos, pudieron verse sin problemas los rasgos del rostro de un hombre. La sociedad comenzó a tomarse más en serio el sudario, aunque nadie podía explicar cómo se había compuesto esa imagen, y si era real o falso.
Después de una intensa lucha con la Iglesia, el 13 de octubre de 1988 la Sábana Santa fue sometida a una serie de pruebas que determinaran su antigüedad. Los investigadores cortaron un fragmento de unos 25 cm2 de uno de los extremos, del que se extrajeron tres muestras que fueron selladas en contenedores especiales y, junto a unas muestras de control, entregadas a cada uno de los representantes de los laboratorios. Asimismo, se realizó una grabación en vídeo de todo el proceso.
El método empleado para analizar el carbono 14 demostró que la que se creía que era una reliquia del mismísimo Jesucristo se trataba de una falsificación. Esta prueba permitía averiguar la cantidad de carbono que había estado presente en el organismo vivo, la diferencia entre esta cifra y la cantidad existente arroja la edad de la muestra. La determinación del carbono probó con un 99,9 por ciento de certeza que el sudario se remonta al periodo entre el año 1000 y el 1500, y con un 95 por ciento de certeza que la tela era de entre 1260 y 1390. La Sábana Santa era falsa.
Lo que parecía una terrible noticia, motivó a Clive y su colega Lynn Picknett a investigar quién había sido el artífice. «Yo pensé que ahora era mucho más interesante: el misterio del sudario no es quién es la persona que aparece en él, sino cómo se creó la imagen», señala Clive.
Sabiendo esto, Clive Prince determinó que «Leonardo Da Vinci podría haberlo creado». En las imágenes del sudario, aparece una especie de círculo que recuerda al reflejo de una lente. El falsario tenía que ser alguien con dones espectaculares, y cuyo método en este caso era único y tan avanzado a su tiempo que sigue guardando secretos para los especialistas en arte y los científicos. Tenía que ser una figura innovadora, alguien que viera más allá de la metodología obvia y convencional.
“Una persona que afirmaba pertenecer a la misma sociedad secreta que el maestro nos señaló que solo podía ser obra de Leonardo da Vinci. Ante lo que, en primera instancia, nos manifestamos escépticos. Sin embargo, tras una intensa búsqueda — y obviando las frustrantes ocasiones en que nos hallamos en vía muerta—, descubrimos que nuestro informante estaba en lo cierto. ¡La falsificación más famosa del mundo resultaba ser el Leonardo menos conocido!” señala Clive.
Finalmente, Clive y Lynn se decantaron por Leonardo. De hecho, algo que no sabe mucha gente es que Da Vinci «tenía una obsesión con la óptica, la luz y la proyección de imágenes» afirma Clive Prince. Podría decirse que su mayor pasión era crear imágenes. «Él tenía la motivación para hacerlo y el ingenio», destaca el escritor. Clive se aventura a decir que el hombre que aparece en realidad en el sudario es el propio Leonardo: «La cara que puede verse en la Sábana Santa es Da Vinci. Es un autorretrato. Incluso aquellas personas que creían en el sudario admiten que hay cierto parecido».
Para demostrar que el sudario es obra de Leonardo Da Vinci, Lynn Picknett y Clive Prince reconstruyeron la técnica secreta de Leonardo, convirtiéndose en los primeros en analizar la imagen de la Sábana Santa
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