martes, 25 de junio de 2013

El DAO (道) en el Daodejing


En el Daodejing, este principio no puede ser expresado (I), carece de nombre (XXXII, XLI), es invisible, inaudible, intangible (XIV), inmutable y origen de la multiplicidad (XXI). Precede al Cielo y Tierra, es silencioso, ilimitado, y dotado de un movimiento cíclico continuo (XXV): primigenio (XLII), el ancestro de todos los Seres (IV). Para Laozi, el Dao es un vacío (XI), un no-ser (wu, ) del que surge lo que es (you ) (LXXIII). Así, la finalidad del Daodejing es entender la esencia última, y a la vez, primera, el poder supremo e inefable que está detrás de todo lo fenoménico y formal: el dao, entendido como vía verdadera, como principio absoluto origen del Cosmos, el camino, la naturaleza del principio que crea y engloba todo y que es indefinible, indecible y sólo cognoscible a través de la intuición mediante una repentina iluminación. En este sentido, dao o camino se relaciona con el necesario equilibrio cósmico, que es resultado de la interacción de fuerzas opuestas pero complementarias. Curiosamente Laozi no busca definir el dao, esa unidad “misteriosa” que es el eje central del pensamiento daoísta, término que podria ser traducido como “vía”, “camino” o “curso”, ya que el dao no se puede definir a través de las palabras (LVI), sino que debe entenderse a través de la enseñanza (II). El Dao siempre existe, siempre está presente en todo lo que existe, es un principio generador del Ser (XLII). Según el Daodejing, el principio el Dao se encontraba en un estado caótico, después se concentró en “Uno”, en un estado de unidad cósmica plena de potencial creativo. El Uno se convirtió en “Dos”, las dos energías del yin y el yang, que surgieron en armonía para dar lugar al siguiente nivel de existencia, la combinación de yin y yang, el “Tres”, del que surgió la multiplicidad de las cosas. Desde esa unidad originaria, el mundo ha experimentado continuos estados de distinción y diferenciación (IV). Aunque el Dao es el poder inherente y fundamento del ser humano, está más allá de sus sentidos e intelecto, y por tanto, de su capacidad de percepción y conocimiento. El único modo de entrar en contacto con él es olvidar y trascender las facultades humanas ordinarias hasta convertirse en el propio Dao. La vía, pues, para alcanzar el dao es paradoxal (XXII) y se presenta en numerosas ocasiones a través de una sucesión de polaridades aparentemente opuestas: “alto-bajo”, “fuerte-débil”, “fácil-difícil”, “flexible-rígido”, etc. Lo que en principio podría parecer una lucha de conceptos opuestos, en el Daodejing no es más que una forma de recalcar la idea de que todas las cosas existen gracias a otra que las ha generado (XXXIX). Es el dao quien origina estos pares de opuestos y, en definitiva, éstos son el desarrollo de una sola unidad. En la lectura también se puede percibir que el Dao es constante e imperceptible (I) y sin embargo, es bien visible en los patrones que siguen la naturaleza y la sociedad en tanto que centro de todos los cambios. Estos cambios se caracterizan por un doble aspecto, como el flujo y reflujo de las cosas que se elevan y caen, nacen y perecen, vienen y van, crecen y decaen. El concepto del Dao ante todo proporciona una estructura que dota de sentido: el cambio de las estaciones, el ciclo vital de la creación, cosa que es de enorme interés al enlazar con otras tradiciones como el hinduismo y el budismo.

Nacho Padro

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